Una interesante sincronía entre la tradición y la modernidad
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Una de las cosas que llama la atención de la ciudad de San Luis Potosí es cómo se ha logrado sincronizar la tradición con la modernidad. Cuando arriba uno a ella por la carretera 57, destaca el complejo vial constituido por un gran número de puentes. Y estando en lo más alto de uno de ellos, cuando el chofer tomará con dirección al centro, se observa el conjunto de iglesias: sus cúpulas de inmediato hacen sentir la fuerza de la religiosidad. Decenas de templos han sido erigidos en la capital de San Luis.
Es un sitio en el cual esa convergencia de modernidad y tradición flota en la atmósfera. Los museos y las iglesias; las plazas y los restaurantes; las avenidas y las colonias. Todo ello permite entender cómo esta población que desde Saltillo a México se aproxima a la mitad del camino ha logrado apostarle a nuevas rutas para presentarse ante los visitantes.
La religiosidad de la población es un aroma que se percibe nada más entrando en ella. Los oficios en los templos católicos se realizan con naturalidad y en sus horarios, al tiempo que los turistas penetran en ellos. Los devotos no se sienten interrumpidos por los turistas y los turistas entran a estos lugares con mucha curiosidad, algunos con igual devoción, y muchos otros aun sin ella, pero con respeto.
La ciudad está atenta al turismo. Se observa en los numerosos museos de variadas temáticas: centros de cultura en donde lo mismo puede contarse la historia del ferrocarril que exhibirse la de la humanidad, en piedra que nos cuenta Federico Silva en el museo que lleva su nombre. Encontramos igualmente arte moderno en exposiciones provocativas y también un museo que antes fue una casa de verano, hoy Museo Francisco Cossío, bella construcción de estilo neoclásico que alberga una importante colección de obras de arte, piezas arqueológicas e impresos históricos de la ciudad.
Impensable pasar un tiempo en San Luis y no visitar, una y cada vez, la casa del poeta Manuel José Othón. Una casa típica de piso de ladrillo, en la que estancia, cocina, recámara, comedor, patio, fotografías y documentos, recrean la forma en que pasó ahí la vida el poeta, del cual han sido retratados en placa de bronce versos del inolvidable poema Idilio Salvaje.
Ahí también están los versos dedicados a su amada Alameda, otro de los indispensables puntos para recorrer la ciudad, de la misma manera que el ahora Centro de las Artes, antes la Penitenciaría donde permaneció preso Francisco I. Madero, y las bellísimas Cajas de Agua.
San Luis Potosí tiene un clima en verano envidiable. Un guía señalaba sonriendo que “ni frío ni calor extremos”, y ello, decía, por estar a medio camino de todas partes.
Por estas fechas, se observa la fuerza en que persiste la tradición y la manera en que se sincroniza con la modernidad. Fechas importantes pues el verano recibe una enorme cantidad de visitantes. El cuidado de sus plazas y la atención que se recibe en sus iglesias, así como en sus museos, da muestra del interés por que el turismo en la capital se sienta bienvenido.
Con el regreso a una “cierta normalidad”, tener presente a los visitantes en el cuidado de una ciudad es fundamental si en ello basa una parte importante de su economía y su desarrollo y atractivo.
Nos hermana con esta población que por ella también pasaron y se asentaron los tlaxcaltecas que vinieron a poblar el norte para ayudar con las fundaciones. Esa hermandad permite identificarnos con ciertas formas de ser de los pobladores.
Esa mezcla de tradición con la modernidad, haciendo buen efecto, es un paralelismo interesante con nuestra ciudad, digno de prestarle atención.