Viviendo en ‘La Caverna’ de Platón
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José Saramago reconstruye en su libro “La Caverna” el conocido mito de Platón. Moderniza de acuerdo con los nuevos modelos de vida que nos rigen, ofreciendo una actualidad para la reflexión, además del gozo mismo que proporciona una lectura fresca, siempre de estreno. Se trata de una familia de alfareros constituida por una pareja y el padre de la esposa, de nombre Cipriano. Tienen en casa un perro al que llaman Encontrado y viven fuera de un mundo que cada vez se vuelve más aislado, más ensimismado, en el campo.
La historia cuenta cómo esta familia que vendía loza de barro de pronto ve suspendidas las ventas debido a que el plástico ha venido a sustituir los productos: “Creo que ha sido la aparición de unas piezas de plástico que imitan al barro, y lo imitan tan bien que parecen auténticas, con la ventaja de que pesan menos y son mucho más baratas”. La mujer, Marta, idea la manera de solucionar el problema y, apoyada en las imágenes de una revista, propone a su marido y a su padre cocer figuras que podrían ser vendidas en donde acostumbraban a hacerlo, el lugar conocido como “El Centro”. En este sitio, donde todo se vende, todo se compra y donde se pasa la existencia completa, trabaja su esposo como guardia, y cuando después de muchas vicisitudes con el cocimiento y la conservación de las figuras, no resulta la idea, el padre y la hija aceptan la idea del muchacho para irse a vivir a ese sitio, donde todo funcionaba “bien” y donde se podría vivir con todas las comodidades, sin ningún problema.
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Hay todo tipo de sitios en el Centro, fascinantes para entretenerse, para pasar todos los días. Uno de ellos, que atrajo la atención de Cipriano en su recorrido por el lugar, ofrecía disfrutar de las diferentes estaciones del año que no experimentarían fuera, pues toda la vida la harían dentro de este lugar. Así, sensaciones de humedad o viento podían ser vividas en esa parte.
Un día, ya recorrido el lugar y aburrido de todo, el personaje desciende a la planta baja, donde estaba prohibido entrar. Están ahí los cuerpos de seis personas encadenadas, muertas hace mucho tiempo, y es entonces que el hombre se percata de lo que puede pasar con ellos. Alerta a su hija y a su yerno. Al fin salen del Centro camino a la vida real. Recuperan a Encontrado y la vida se ve adelante para ellos.
El escritor hace referencia a una forma de ser en que nos hemos ido acostumbrando, y que empieza a sacar de la realidad a la sociedad para vivir en una apariencia de la realidad, basada en sensaciones que no corresponden con los hechos reales.
Lecturas como estas invitan siempre a favorecer la preocupación en torno a la sociedad en que la realidad se está convirtiendo en una apariencia. Nadie contradice que la modernidad propicie buen desarrollo para el progreso, pero, con Gandhi, que no eche por tierra las cosas esenciales. “Que llegue el viento a airear mi casa, pero que no la destruya”.
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POLÉMICA POR LIBROS DE TEXTO
Si los nombres de literatos como sor Juana Inés de la Cruz u Octavio Paz no han sido registrados en la historia de la literatura dentro de los libros de texto que propone la nueva escuela mexicana, hay en efecto una pérdida que debe ser reconsiderada. Este es apenas uno de los señalamientos particulares, pero tantas fallas en los contenidos de otras materias señaladas por especialistas no pueden formar parte de lo que se pretende constituya el pilar de la educación de niños y adolescentes en nuestro país.