¡Voz de alarma! Última oportunidad para la campaña de la sra. X, la del Frente
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“¡Peligro, Will Robinson, Peligro!”.
Si no tiene usted 50 años o más, la frase probablemente no le diga nada. A menos, claro, que haya visto alguno de los remakes de “Lost in the Space” (“Perdidos en el Espacio”). Pero honestamente la versión cinematográfica de 2004 es cero memorable y la adaptación de 2018 de Netflix, bueno... Es una adaptación de Netflix.
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El material original se remonta −como todo lo clásico− a los años sesenta. La serie “original” es a su vez una reimaginación de “La Familia Robinson”, sólo que, en vez de una isla desierta, sitúa a los “protas” en un planeta inhabitado (al menos en apariencia).
No necesitamos todo el contexto, sólo recordar que, como toda buena serie de ciencia ficción, “Perdidos en el Espacio” incluía a un personaje robot cuyo nombre era precisamente ese: Robot (las huelgas de escritores en Hollywood parece que no son cosa reciente).
El droide era el mejor amigo del pequeño Will, el menor del clan Robinson, y ante cualquier amenaza activaba su voz de alerta que así decía: “¡Peligro, Peligro!”.
¿Qué babosada, verdad? Pues así era la tv de hace sesenta años y, no obstante, los productores de hoy en día −o “showrunners” como ahora se les llama− son incapaces de crear algo original y continúan refriteándose los éxitos del pasado una y otra y otra vez.
A propósito de robots, autómatas y droides, por más que se nos presuman los grandes avances de la mal llamada inteligencia artificial, aún estamos lejos de contar con un auxiliar tecnológico que nos advierta cada vez que estamos por irrigarla gravemente.
“¡Peligro, peligro! No te inscribas este año en el intercambio de regalos de la oficina”.
“¡Peligro, peligro! Una cerveza más y comenzarás a ‘textearle’ a tu ex”.
“¡Peligro, peligro! Los tiempos compartidos son básicamente sectas”.
Un leal robot como el robot Robot es justo lo que la precandidata por el Frente opositor, Xóchitl Gálvez, anda echando en falta con urgencia, nomás para que le ayude a reconocer al enemigo en casa.
Creo que “doña Xo” no calculó bien en qué brete se estaba metiendo o, mejor dicho, no midió con quién se estaba adentrando al tenebroso mundo de la más espesa política.
Al panismo, bueno, ni modo que no lo conociera ya en toda su incompetencia y fallida malevolencia. Es su divisa, el sello de la casa, el sabor de mamá, el cariño de siempre.
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Pero al tricolor sí que debió hacerle un amarre antes de aliarse con él porque, disminuido, exangüe, anémico, decrépito, sobajado y todo, pero el PRI no deja de ser el representante del Mal sobre la Tierra. Esos güeyes (Alito Moreno y compañía) fueron todos bebés de probeta porque jamás han sabido lo que es tener tantita madre.
Mi teoría es la siguiente (siéntase por favor en la más completa libertad de refutarme y demuéstreme que me equivoco): El PRI, como parte de esta alianza, está postulando a la señora X que, si de puro churro, por una eventualidad que nadie estuviese contemplando, llegase a ganar y convertirse en la primera Presidente de México, ¡perfecto!, todos felices y el PRI pasaría a cobrarle a la flamante mandataria las posiciones previamente acordadas.
Tendría el viejo dinosaurio un poco de oxígeno y margen de acción, un campo verde para pastar y retozar, pero sobre todo la oportunidad de reinventarse de cara al 2030.
Pero creo que en sus cálculos más optimistas, el PRI sabe que a Lady Jell-O no le va a alcanzar la grenetina para cuajar y lo más inteligente de momento es no entrar en conflictos muy exacerbados con el poder hegemónico, esto es, con López Obrador, quien está a nada de dobletear sexenio a través de su corcholata guiñol.
Así que si AMLO, Morena, la 4T, la chairiza o como usted prefiera llamarle, van a retener la sartén por el mango otros seis añitos, ¿para qué empezar con un feo antecedente de innecesario antagonismo y rivalidad el mandato de la doctora Claudia Sheinbaum?
Después de todo, el PRI siempre ha estado allí cuando la 4T lo ha necesitado. Como buen padre biológico de Morena, la sangre le llama, y ha respaldado diversas iniciativas vitales del lopezobradorato (como la implementación de la Guardia Nacional).
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Pero sobre todo, será pensando en su propio futuro que el Revolucionario no entrará en un conflicto excesivo y desgastante con el Poder, si la contienda no pinta a su candidata como favorita, ni tan siquiera cercana a la puntera indiscutible, heredera absoluta del mítico bastón de mamando.
Que si el PRI estuviera o se sintiese en posición de reconquistar el Palacio Nacional, sacaría todo su colmillo, todas sus redes (territoriales, financieras, políticas, empresariales), todo su expertise y, en suma, toda la vieja maquinaria tricolor para asegurarse de que Gálvez llegara a la Presidencia sí o sí.
Sobre todo, estarían un día sí y otro también sancionando las faltas del Presidente, impugnando sus desatinos, condenando sus omisiones y excesos. En cambio, partidos y candidata callan ante los peores abusos y las más vergonzosas prácticas de la presente administración.
Pero es que no ha llegado el otrora invencible tricolor a su venerable edad sin aprender a escoger sus batallas y definitivamente ésta no es una de ellas.
Por eso es que detrás de la inflada imagen de la Señora X. su improvisada candidatura se siente hueca, sin alma, sin respaldo, sin un plan, sin estrategia, sin dirección y, sobre todo, sin ganas de entrar en pleito abierto con el merolico de las mañaneras.
Odio decirlo, pero una campaña efectiva tendría que ser casi por necesidad contestataria, adversarial. De lo contrario difícilmente será capaz de convencer siquiera a los inconformes del presente régimen de que vale la pena darse la vuelta a las urnas el próximo 2 de junio.
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Xóchitl Gálvez necesita asumir en verdad su papel como abanderada de su coalición y exigirle a los que participan que no hay lugar para los vivos que naden de a muertito. Debe revisar los términos y condiciones pactados, y el que no esté dispuesto a entregarlo todo, quizás no valga la pena tenerlo como socio, pues sólo representa un desgaste al tener que cargar con su corruptaza reputación. Sería más lo que restan que lo que están sumando.
Estamos apenas arrancando precampañas, pero el tiempo no sobra y menos cuando la candidata del dedazo lleva cinco años de proselitismo de ventaja.
La campaña de doña Xo está a nada de ser declarada fallida. Tiene sólo una oportunidad de levantar cabeza y dar la pelea, si tan sólo alguien activa la voz de alarma: “¡Peligro, Xóchitl Gálvez, peligro!”.