#XóchitlVa: la pesadilla presidencial de AMLO

Opinión
/ 10 julio 2023
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Cuentan los fantasmas de Palacio Nacional que Andrés Manuel visitó al Brujo Mayor de Catemaco, llamado Unicornio Negro, antes de su muerte el pasado mes de mayo.

Andrés visitó Catemaco el primer viernes de abril a la medianoche; día de la Misa Negra concelebrada por el mismo Brujo Mayor y otros brujos.

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Ese día, Andrés Manuel canceló su “macaneada beisbolera” posterior a su desayuno y su siesta mañanera. Llegó a Veracruz por la tarde de manera discreta. Comió tranquilo en “La Palapa de Perea”; un arroz a la tumbada, un chilpacole de jaiba y una cazuela de mariscos con una Criolla y una Coronela, que no eran, aclaro, dos mujeres cuya belleza veracruzana levanta difuntos, sino dos cervezas de la región.

A las 6 p.m., su comitiva se dirigió a Catemaco. Durante las tres horas del trayecto, Andrés Manuel durmió una siesta con tres pesadillas: en su primer mal sueño, veía a Claudia Sheinbaum diluirse hasta desaparecer, con una blusa indígena −comprada en el Palacio de Hierro− y una falda larga con la efigie de la Virgen de Guadalupe −bordada por su mamá Annie Pardo.

AMLO se miraba en su sueño estirar su mano para alcanzar la de Claudia, quien lo miraba angustiada. Pero sin éxito.

En su segundo delirio, miraba a Marcelo Ebrard traicionar los acuerdos “corcholateros”; denunciar las elecciones internas por fraudulentas y saltar −como candidato presidencial− a Movimiento Ciudadano.

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En esta parte de su sueño, Andrés sentía que le daba “el (tan conocido) váguido presidencial” y gritaba: “¡Beatriz, Betty, Beamor, Beachita, ayúdame!”. Pero la presunta no acudía en su auxilio.

En su tercera alucinación: observaba a una Claudia pálida y desvanecida; a un Marcelo pretencioso y sobrado. Y a su hermano Adán Augusto, perdido, pero enamorado.

Andrés quería reaccionar a tan terrible desaguisado que ponía en riesgo la continuidad de su 4T, pero su vocero Chucho Ramírez, que es un llevado de primera, le quitó la almohada de golpe y le dio un ligero codazo en las costillas para hacerle saber que habían llegado a su destino. Un atontado Andrés preguntó: “¿Dónde estamos mi Chucho!”.

“Son las 9:30, señor. Llegamos al muelle para dar un paseo en lancha por la laguna de Catemaco. Regresaremos a las 10:30 al lugar donde pernoctarán usted y la comitiva. Ahí tomará un refrigerio y descansará para asistir a la medianoche a la Misa Negra. Inmediatamente después, lo recibirá en sesión privada”.

Andrés no lo escuchaba: las pesadillas lo tenían contrariado y encabronado, sobre todo cuando se hacía esta pregunta: “¿qué van a pensar de mí los prohombres de las tres transformaciones previas: 1) Hidalgo y Morelos, 2) Juárez, 3) Madero y Cárdenas? ¿Qué soy un pendejo? ¡No me jodan!”.

Con la Misa Negra ocurrió lo mismo. Le valió madre. Andrés ni la miró; ahora ya, con el “váguido presidencial” listo para entrar a su humanidad.

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Finalmente, en la penumbra de su casa, con 33 máscaras en las paredes, 66 veladoras prendidas y un profundo olor a incienso de copal y de Palo Santo, el Unicornio Negro o Brujo Mayor recibió a Andrés, quien angustiado le contó las tres pesadillas de su viaje vespertino.

El brujo tiró las cartas del tarot egipcio frente a él. Y le miró de manera compasiva en silencio. Andrés sudó frío.

“Tu energía escorpiona, Andrés Manuel, le dice el Unicornio Negro, se conectó de manera extraordinaria a la de Catemaco; antes de tu arribo a este lugar”.

“¿Qué quiere decir con eso, Maestro?”. “Muy sencillo”, le responde el Brujo, “tus pesadillas se convertirán realidad”. “¡No! ¿Cómo?” (grita Andrés enloquecido, ya con el váguido cerca).

“Te explico, le responde el brujo: el detonador de tus pesadillas será una mujer que meterá en una crisis profunda a tus corcholatas, porque diluirá a Claudia −tu favorita−; castrará a Marcelo, dentro y fuera de Morena, e inutilizará a Adán Augusto −tu hermano− por parecerse tanto a ti.

“Ella liderará una transformación desde el poder de las mujeres, que más allá de sus posiciones políticas, apelará a su condición de género, para derrumbar una presidencia, como la tuya: hetero patriarcal y machista, que tanto daño le ha hecho a ellas”.

Un Andrés lacrimoso le implora al brujo: “¡No me joda, por favor!”.

Inmutable, el Unicornio Negro, le dice: “ella representa la mejor versión del pueblo bueno y sabio que tu tanto pregonaste; y tiene además, un nombre indígena: se llama Xóchitl”.

Andrés cae al piso de golpe: “el váguido presidencial” lo alcanzó.

Nota: El autor es director general del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución

Columna: Panóptico

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