Compay Segundo, la mejor cara de la música cubana
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Mañana se cumple el décimo aniversario de la muerte de Compay Segundo.
Madrid, España.- Hablar de Compay Segundo supone acercarnos a aquel hombre que fue capaz de internacionalizar la música tradicional de una Cuba olvidada, que dedicó una vida a ello, pero que no fue hasta que cumplió ochenta años cuando le llegó el reconocimiento de medio mundo.
Su verdadero nombre era Máximo Francisco Repilado, y el 14 de julio se cumple el décimo aniversario de la muerte de un músico que conquistó un premio Grammy con el grupo Buena Vista Social Club.
"Él decía que le iba a pedir una prórroga a la vida, pero la muerte no se la concedió y se lo llevó", comenta Reinaldo Creagh, otro de los trovadores cubanos que, a pesar de estar a punto de cumplir 95 años, se empeña en no abandonar los escenarios.
"Compay era un gran músico, una gran persona, un gran compañero, tengo un gran recuerdo de él", declara Creagh sobre un trovador que, al igual que sí mismo, creía estar transmitiendo la verdadera música tradicional cubana.
SUS HUMILDES ORIGENES
El clamor popular con el que fue despedido Compay (Siboney, 1907 - La Habana, 2003) contrasta con los orígenes humildes de un músico que provenía de una familia campesina de Siboney, un pueblo cercano a Santiago de Cuba, en la parte más oriental de la isla caribeña.
Con tan solo nueve años se formó en los oficios de barbero y tabaquero para tratar de ayudar con su trabajo a la economía familiar, pero ya entonces se podía pronosticar que su pasión era la música y, de hecho, a esa edad, aprendió "de oído" a tocar la guitarra y el tres cubano.
El armónico fue, sin duda, el instrumento que caracterizó la música de Compay, un híbrido entre la guitarra y el tres cubano que inventó el músico en aquellos años de juventud en Santiago de Cuba, una ciudad que se caracterizaba por su ambiente bohemio y que le permitió conocer a trovadores como Sindo Garay, Miguel Matamoros o Ñico Saquito.
Fue en los años 20 cuando forma los primeros grupos musicales, algunos efímeros, pero gracias a los cuales pudo dar conciertos por toda la isla y consiguió que su música sonara ya en las radios comerciales cubanas.
Cubanacán o Cuban Star son los nombres de algunos de sus primeros conjuntos, pero, si hay un grupo que resuena especialmente en la biografía del músico, ese es Los compadres. Lo formó a principio de los años 40 junto con Lorenzo Hierrezuelo y de él proviene su apodo: Compay quedó como abreviatura de "compadre", y Segundo se debe a su tono barítono.
PARÉNTESIS ANTES DEL ÉXITO
Los comienzos parecían pronosticar un futuro prometedor; sin embargo, la revolución castrista de 1959 provocó que Compay viese interrumpida su carrera musical. Con la llegada de Fidel Castro al poder, tuvo que trabajar en la fábrica de tabacos H. Upman, recordando el oficio que ya de niño había aprendido.
En aquella fábrica de habanos trabajó durante 18 años, hasta su jubilación, cuando trató de hacer, ahora sí, de la música la protagonista de su vida. Una vuelta a sus orígenes que ni mucho menos iba acompañada del éxito con el que murió el músico y que le hacía tocar en hoteles para turistas extranjeros.
Todo comenzó a cambiar cuando en 1989 viajó a Estados Unidos con el Cuarteto Patria, invitado por el Festival Culturas Tradicionales Americanas, momento a partir del cual las giras internacionales se convertirán en algo cotidiano en la vida del músico.
Pero el punto álgido de su carrera llegará gracias a Buena Vista Social Club, un grupo formado por músicos cubanos tradicionales y que, de la mano del guitarrista Ry Cooder, consiguió en 1997 un premio Grammy.
La popularidad del conjunto creció debido también al documental de Wim Wenders que tiene por título el nombre del grupo y gracias al cual medio mundo pudo conocer el carácter, personalidad y sentido del humor de Compay Segundo.
A partir de entonces será cuando la música de Compay resuene en el Olympia de París, el Carnegie Hall de Nueva York o la sala Nervi del Vaticano, donde actuó ante el Papa Juan Pablo II.
95 AÑOS NO FUERON SUFICIENTES
El 14 de julio de 2003, La Habana acogía la muerte de este músico que algunos no tardaron el llamar el "último trovador" y de quien habitualmente se reconocía su gran sentido del humor y su capacidad para, a pesar de la fama, no olvidarse de sus orígenes.
También conocido como el "patriarca del son", sus últimas declaraciones a Efe coincidieron con su 95 cumpleaños, el último que pudo celebrar el músico, y en ellas se descubría su espíritu joven: "Tengo 95 años y, por favor, quiero tener un hijo más. No estoy cansado de la vida", a lo que añadía que había conseguido su gran aspiración, "pasar por el mundo y dejar huella".
Un Compay Segundo que dejó huella y no sólo por su música, sino también por el carácter humilde y divertido de este músico que, poco antes de morir, reconocía no estar aburrido, "tampoco de mujeres", bromeaba, y que consiguió dejar en el recuerdo de muchos la música tradicional cubana.
DESTACADOS:
-- La revolución castrista de 1959 provocó que Compay viese interrumpida su carrera musical.
-- "Compay decía que le iba a pedir una prórroga a la vida", dice el músico cubano Reinaldo Creagh.
-- "Tengo 95 años y por favor quiero tener un hijo más", reconocía Compay en su último cumpleaños.
Por Víctor Usón/EFE-Reportajes