Nelson Ned júnior: la batería como destino
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El mayor de tres hijos del "Pequeño gigante de la canción" desarrolló una carrera en la música lejos de los reflectores que acompañaron a su padre; siempre se halló más a gusto en la parte trasera del escenario, llevando el ritmo, sentadito en su "bataca".
México, DF. Cuando su hijo de mismo nombre nació en Río de Janeiro en 1971, el compositor Nelson Ned vivía su momento cumbre como interprete de balada y bolero. El señor, de un metro con ocho de estatura, ha vendido más de cincuenta millones de discos en el mundo entero y en México fue el primer latino en alcanzar la cifra del millón de copias. El hit "Happy Birthday to You, My Darling" se vendió como hamburguesa caliente en Estados Unidos y le abrió las puertas de antros tan legendarios como el Carniege Hall o el Madison Square Garden.
El pequeño Ned se desarrolló en un prolífico entorno musical. Mamó, soñó y merendó toda clase de ritmos, ya que su abuela paterna tocaba y daba clases de acordeón y piano; el abue paterno hacía lo propio con la mandolina. Entre sus juguetes, el niño Ned recuerda con especial afecto un impresionante Fender Rhodes que despedía sonidos fantasmagóricos.
Todos en casa estaban convencidos de que el júnior, como su padre, debía dedicarse al canto, pero él tenía otros planes: "En sus conciertos siempre me colocaba en primera fila y ordenaba: `Fíjate cómo lo hago'. Entonces esperaba a que iniciara el recital para correr detrás del baterista y quedarme toda la noche ahí, clavado".
A los nueve años, Ned inició sus estudios formales y a los 14 ya trabajaba en el grupo que acompañaba las giras y grabaciones de su famoso daddy, con quien trabajó 21 años. "Para mí era un rockstar a quien le debo mucho de mi aprendizaje musical", nos asegura en charla celebrada junto a su instrumento en el fondo de un bar. Cuando mira que la cámara amenaza con tomarlo, corre a ponerse su gorra para mejorar su apariencia.
Al llegar los ochenta, el éxito del compositor Nelson Ned se acompañó de un abuso permanente del alcohol, las drogas y el desenfreno sexual. "Para mí fue muy triste, me desilusionó", recuerda Ned júnior. Pero no es un secreto que "el éxito, los contratos y el dinero traen un kit integrado por mujeres y demás tentaciones. Muchas veces la gente no sabe negociar ese éxito y tienes que tener una cabeza muy buena para calmarte a ti mismo", asegura.
En el viraje que su padre dio hacia la música cristiana, Ned júnior también estuvo ahí: "Al final, como músico, todo es bisnes", concreta. Con Nelson Ned, el júnior grabó tres álbumes románticos y otros tantos del género cristiano.
Estando en París él y su padre conocieron a Cesária Évora, quien le dio la oportunidad de tocar en su banda durante una presentación en esa ciudad. Al año siguiente regresó a Suiza para terminar sus estudios en la EJMA (Ecole de Jazz et de Musique Actuel) y entre una larga lista de agrupaciones recuerda su paso por la Sagafi Elyquia Orquesta, de la cantante africana Anizette. Lo que más rescata de su sexenio europeo, que terminó meses antes de acabar el siglo, fue la posibilidad de enriquecer su lenguaje con la música de Africa.
Nelson Ned júnior asegura disfrutar la música de su padre. Recuerda canciones como "Todo pasará", "Quién eres tú", "Si las flores pudieran hablar" y "Déjenme si estoy llorando". "Por desgracia mi padre no tuvo en Brasil el éxito que sí se le dio en otras partes de Latinoamérica, Estados Unidos, incluso Europa". Y es que el júnior afirma que en su país hay mucho prejuicio, pues es un mercado muy estereotipado "de gente guapa, con mucha estatura y en donde no les provoca mucha fascinación un cantante enano, mucho menos un baterista enano". Por eso tanto su padre como él han tenido que salir a buscar otros mercados.
Desde agosto del año pasado Ned vino a México a trabajar en un proyecto y espera recibir más invitaciones a tocar. Tiene tras de sí un bagaje de 30 años detrás de los tambores, y un sinfín de géneros en su loca cabeza.
Sorprende verlo ejecutar por la delicadeza con que trata su querido instrumento, al cual parece no querer dañar. "¿Ayuda llamarse Nelson Ned?", le pregunto antes de dejarlo en un ensayo: "Es muy fuerte, es cabrón, pero ayuda, la gente te mira diferente, hablan de mi padre, reconocen su trabajo y hay mucho respeto por su nombre".
Mientras tanto, el baterista, bajo el apelativo Ned júnior, espera seguir labrando su propio camino.
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