Cary Grant, el sutil encanto de la ironía

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/ 23 septiembre 2015

Cary Grant dejó hace 25 años un vacío difícil de llenar y muchos interrogantes sobre su vida privada.

Madrid, España.- George Clooney, Hugh Grant e incluso Tony Curtis han tratado de desbancarle, pero ninguno de ellos lo ha conseguido. Cary Grant, el eterno seductor, el perfecto caballero, es único.

"Todo el mundo quiere ser Cary Grant. Incluso yo quiero ser Cary Grant", decía el actor de orígenes humildes nacido en Bristol (Gran Bretaña) como Archibald Alexander Leach, un niño al que el internamiento de su madre en un psiquiátrico, donde la recluyó el padre del actor para poder vivir con su amante, le afectó su estabilidad emocional.

Víctima de una apoplejía que sufrió en Davenport (Iowa), Grant falleció a los 82 años el 29 de noviembre de hace veinticinco años en Los Angeles, cuando llevaba veinte años apartado del cine. Su muerte, como ha ocurrido con las de otros grandes, no hizo más que aumentar su fama como actor.

Sin él no existirían algunos de los títulos de oro de la mejor comedia americana de todos los tiempos como "La fiera de mi niña" (1939), "Me siento rejuvenecer" (1952), "Luna Nueva" (1940) o "Historias de Filadelfia" (1940).

A estos se unen otras películas, hasta un total de 72,  entre ellas "Sospecha" (1941); "Arsénico por compasión" (1944); "La novia era él" (1949); "Atrapa a un ladrón" (1955); "Indiscreta" (1958); "Operación Pacífico" (1959); "Con la muerte en los talones" (1959); "Charada" (1963) o "Apartamento para tres" (1966).

Mae West impulsó la carrera de Cary Grant al exigir su participación en películas como "Lady Lou" (1933) de Lowell Sherman o "No soy ningún ángel" (1933), dirigida Wesley Ruggles.

Tras ella, acompañó en la pantalla a actrices como Katharine Hepburn, Grace Kelly,  Ginger Rogers, Marilyn Monroe, Sofía Loren, Joan Fontaine o Audrey Hepburn; fue uno de los actores preferidos de Alfred Hitchcock, con el que rodó cuatro películas, y trabajó a las ordenes de los más destacados directores, entre ellos George Cukor, Leo McCarey, Howard Hawks o Frank Capra.

Para el escritor Marc Eliot, autor de "Cary Grant. La biografía", el actor era un tipo simpático, elegante, obsesionado con su aspecto físico, enamoradizo, fantasioso, tacaño hasta la médula, de personalidad adictiva con tendencia a la autodestrucción y a veces inestable.

En su libro, Eliot aborda la sexualidad del actor y los comentarios de la prensa sensacionalista sobre su relación, "abiertamente homosexual" con el atlético actor Randolph Scott. A Grant y Scott les unía, según el escritor, su gusto por beber, fumar, la ropa cara, el humor socarrón y que ambos, sexualmente, no eran especialmente tórridos, ya que consideraban el sexo como algo accesorio.

Con su matrimonio con Virginia Cherrill, la primera de sus cinco esposas, intentó acallar los rumores sobre su homosexualidad. A la protagonista de "Luces de la ciudad" le siguió la millonaria Bárbara Hutton, matrimonio que duró desde 1942 a 1945, en los que Grant consiguió la nacionalidad estadounidense.

Su relación más estable fue conla actriz Betsy Drake, 19 años más joven que él, con la que estuvo casado entre 1949 y 1962. Tres años después se casó por cuarta vez, con la actriz Dyan Cannon, 33 años más joven que él, y con la que tuvo a su única hija, Jennifer. En 1981, con 77 años, se casó con Bárbara Harres, cuarenta y seis años más joven que él, con la que estuvo hasta su muerte.

Grant era el primero en reconocer la enorme distancia que separaba su imagen en la pantalla y su atormentada vida privada. Su elegancia y distinción ocultaban unos orígenes humildes, una infancia problemática, sus comienzos desde abajo, los rumores sobre su sexualidad y su afición al alcohol y al LSD, del que hablaba maravillas y que comenzó a tomar cuando era legal y lo prescribían los psiquiatras.

Además, sufría frecuentes depresiones que, según algunos de sus biógrafos, le llevaron incluso a intentos de suicidio.

Rey indiscutible de la comedia americana, uno de los actores más elegantes y el galán por excelencia entre las estrellas de Hollywood, este mito de la pantalla creó una forma de comportarse ante las cámaras, un toque de alta comedia y elegancia denominado "estilo Cary Grant".

Sin embargo, todo ello no le valió para conseguir de la Academia de Hollywood un Oscar. Gran maestro de la comedia, Grant fue además un excelente actor dramático y fue por dos interpretaciones de este género, en "Serenata nostálgica" (1941) y "Un corazón en peligro"(1944), por las que fue nominado a este galardón, que recayó esos años en Gary Cooper y Bin Crosby. La Academia norteamericana enmendó tardíamente su error y en 1970, cuando el actor estaba ya retirado, le concedió un Oscar honorífico a su "extraordinaria labor cinematográfica".

Según el escritor Lluís Bonet, autor de "Cary Grant. El capricho de las damas", el actor alternó a lo largo de su vida con las mayores celebridades de la época, pero Cary Grant tenía una fascinante ambigüedad que le evitaba ser encasillado en una clase social determinada.

Gracias a ello, aportaba una inmediata credibilidad a cualquier personaje y también una diáfana carga de información al espectador. Logró lo más difícil: ser una presencia que trascendía a la cámara. Una estrella carismática.

DESTACADOS:

* Algunos han tratado de desbancarle, pero Cary Grant, el perfecto cabellero, es único.

* Sin él no existirían varios de los títulos de oro de la mejor comedia americana de todos los tiempos como "La fiera de mi niña", "Me siento rejuvenecer" , "Luna Nueva" o "Historias de Filadelfia".

* A los 25 años de su muerte, su fama como actor y como eterno seductor no ha dejado de aumentar.

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