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Gad.- Un pintor colombiano que tiene un gran éxito entre los millonarios regios me envió una invitación, una convocatoria o algo así.
Dag.- ¿Ah sí? ¿De qué se trata?
Gad.- No sé muy bien. Como que no me interesa. Es un pintor medio ecléctico. Hace grandes desnudos masculinos, pero también cuadros abstractos y de otro tipo…
Dag.- Interesante. ¿Y es bueno? ¿Te gusta lo que hace?
Gad.- No está nada mal… A la altísima burguesía regia la trae loca con sus encuerados. El tipo está muy bien conectado y parece que vende muchísimo.
Dag.- Excelente. Los millonarios de Monterrey sí que compran arte…
Gad.- A morir… Déjame buscar algo de él… Se llama Daniel Bordilla.
Dag.- De acuerdo…
Gad.- Mira. ¿Qué te parece?
Dag.- Eh… No sé. No podría opinar ante tan poco… Sería demasiado subjetivo. Pero parece que sus desnudos masculinos son un reciclaje de la obra de Tiziano, El Españoleto, Miguel Ángel y otros, aunque sin la capacidad de un Javier Marín. Y sus cuadros abstractos son completamente decorativos, como de mueblería.
Gad.- ¿Tú crees?
Dag.- Pues según lo que veo… Parece el típico pintor que pinta sólo para vender. Pero no me hagas mucho caso. Es una opinión bien relativa.
Gad.- Tampoco creo que eso esté mal, lo de pintar para vender.
Dag.- No, claro que no está mal, pero saltar así, de un estilo a otro y sin ton ni son, como tratando de complacer a toda clase de clientela, me hace desconfiar un poco.
Gad.- ¿Como hacen los poetas?
Dag.- Sí, como hacen algunos poetas.
Gad.- Pero los poetas no venden como Bordilla…
Dag.- No, no venden sus poemas como él sus cuadros, pero sí medran gracias a ellos y al estatus que aún brinda el llamarse “poeta”.
Gad.- No creo que sea malo vivir de lo que haces.
Dag.- No, no, de ninguna manera. Todos debiéramos vivir con cierta dignidad de lo que hacemos (con cierta dignidad).
Gad.- ¿Entonces? ¿Por qué criticar a este pintor?
Dag.- Te advertí que mis comentarios serían relativos. Mi “crítica” es muy subjetiva y creo que se dirige un poco menos a su obra que al mercado del arte sanpetrino. Si a los millonarios regios les gusta su trabajo, qué bueno que compren su obra.
Gad.- Y a muy buenos precios. Está cotizadísimo.
Dag.- Me alegra por él, aunque conozco en Monterrey a muchos artistas que han sabido entregarse a la experimentación plástica sin concesiones.
Gad.- ¿Y hay de ésos también en Saltillo?
Dag.- Sí, claro. Y también de los otros.
Gad.- Pero supongo que los coleccionistas compran obra “de los otros”.
Dag.- No sé si en Saltillo hay coleccionistas de arte. Jamás he transitado por las avenidas de la alta burguesía saltillense. Ya sabes que soy un simple asalariado.
Gad.- Pero algo sabrás…
Dag.- No, no sé nada de ese saltillense “mundo de Guermantes”. Conozco la obra de algunos (o muchos) artistas. Y eso es lo que de veras me importa: su trabajo. Quién compra su obra sólo debe interesar a ellos, los artistas.
Gad.- Pues este pintor colombiano está pensando en mudarse a San Pedro, ¿cómo ves?
Dag.- Hombre, si está tan bien cotizado entre las altísimas clases de Monterrey, ya debería haberlo hecho.
Gad.- ¿Lo dices con sarcasmo?
Dag.- No, no… Lo digo en serio. Conozco un poco esa ciudad. No olvides que, a pesar de todo, también soy “regio”. De la barriada, pero regio.
Gad.- ¿De veras lo dices sin ironía? Porque a mí me gusta la obra de este Bordilla, sobre todo sus encuerados.
Dag.- Según veo, el hombre tiene su técnica… Y una espectacularidad barroca. Tan barroca o más que la del Veronés o el Tintoretto…
Gad.- ¿Más sarcasmo?
Dag.- Que no, Gad. No se trata de sarcasmo. Digo que ya debería estar en San Pedro porque el éxito y la moda pasan muy pronto. Ahora puede ser el niño mimado de la alta burguesía regia, pero…
Gad.- Pronto sería sustituido por otro…
Dag.- El gusto es un misterio, ya lo sabes. Hoy amas a Hesse; mañana a Joyce. Hoy te conmueve Rumi; mañana Rilke…
Gad.- ¿Hoy te encanta Julio Galán; mañana Ai Weiwei?
Dag.- Es posible. O alguna performer conceptuosa en busca de su pampa ancestral…
Gad.- ¿A qué te refieres?
Dag.- Eh… Después hablaremos de performance y de arte conceptual, ¿qué te parece?
Gad.- Si quieres… Pero dime, si tuvieras dinero, ¿comprarías un cuadro de este colombiano?
Dag.- No. Si fuera un millonario regio, conformaría una asociación para mejorar la ética y la vida de los regiomontanos y ciudades y pueblos aledaños. Después, si pudiera, compraría caligrafía china o contrataría a un buen grafitero para que se manifestara en mis paredes.
Gad.- ¿Sabes qué, Thomas Moro? Tengo que ir al baño. Luego hablamos.