En la exposición ‘Los jardines que siempre existieron’ Talía Barredo nombra a los afectos que no conoció
La artista visual presenta su más reciente proyecto, una exploración del archivo fotográfico familiar que la llevó a descubrir lazos muy especiales a través del espacio y el tiempo
¿Qué harías si descubrieras una relación especial con alguien a quien nunca conociste? Un familiar que vivió antes que tú... una abuela, un tío, una prima lejana. ¿Cómo te encontrarías con esa persona a través del tiempo y unidos solo por la sangre y la memoria?
En la exposición “Los jardines que siempre existieron” la artista visual Talía Barredo muestra el recorrido y punto de arribo por un viaje similar. Desde archivos fotográficos familiares y a través de técnicas de impresión como la clorotipia, el bordado y el transfer, rescata a las mujeres y hombres de su familia cuya historia, rostro, presencia, quedó invisiblizada por el tiempo.
“Yo planteaba trabajar con elementos fotográficos y elementos naturales que llevo guardando desde hace mucho tiempo [...] Era como volver a trabajar la mirada fotográfica sin propiamente haber hecho yo esas imágenes, por eso me interesaba indagar en los archivos familiares”, explicó en entrevista con VANGUARDIA.
La muestra, que se inaugura este miércoles 17 de abril en la galería del Centro Cultural La Besana, en punto de las 19:00 horas, es producto del apoyo que recibió por parte del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico PECDA 2023.
Desde ambos lados de su familia la fotografía era importante. Por parte de su madre tenía los archivos y memorias de quienes le precedieron, pero particularmente desde el lado paterno había no solo el acervo, sino también la práctica, pues su tatarabuelo fue uno de los primeros fotógrafos modernos en Veracruz y una tía suya también practicó este arte.
“Para mí era importante retomar estos archivos. Sabía que estaba buscando algo pero no sabía qué, hasta que empecé a verlas, a digitalizarlas, a imprimirlas en papel o en tela, que empecé a ordenar el mapa familiar, empecé a encontrar mi lugar en ese mapa y al mismo tiempo se develaban historias. Muchas no son sencillas, particularmente las de las mujeres, que es el linaje que yo sentía que me correspondía cuidar”, compartió.
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“Sí era buscar historias pero era más el reconocerme y reconocerlas a ellas. Sacarlas de esta invisibilidad que el mismo sistema y la educación nos ha dado. Siempre pensar a la mujer en el nicho del cuidado, a los hijos o a los padres, lo doméstico, que no está mal, pero entendí que había más”, agregó, “ellas y ellos son la representación de otras personas que no conocemos y de los que no tenemos registros fotográficos”.
En la galería están presentes no solo los rostros de las mujeres —y hombres— de su pasado, sino los elementos naturales, como hojas, flores y ramas secas, que la ayudaron a en este proceso de descubrimiento, arrojando luz al espectador sobre el camino que la llevó ahí.
“El encontrarte con mujeres que no conociste y sentir que las extrañas. Su sangre es tu sangre. Conforme pasaban los días me di cuenta que yo estaba encontrando mi lugar ahí [...] Al mostrar la historia no puedo contener tanto y lo tengo que volcar ahí. Esa es mi manera de agradecerles, de reconocerles, de estar. Es un proyecto con muchas facetas, y esto, pero no le veo fin. Las piezas apenas están embonando”, concluyó.
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