La compañía Cuerpo Etéreo Danza Contemporánea presentó en Saltillo una propuesta escénica que explora las complejidades del fenómeno fidencista, con más de un siglo de tradición en el norte del país
Mientras la Revolución Mexicana llegaba a su fin, en el norte de México comenzó a correr la voz de que un joven estaba realizando milagros. El pueblo de Espinazo, en Nuevo León, era el hogar de un “hombre con cara de niño” que hacía curaciones increíbles, algo que pronto movilizó a miles de personas en un fenómeno que a un siglo de distancia sigue marcando a la región.
A pesar de que falleció en 1938, a los 40 años, los seguidores del Niño Fidencio continúan su legado y los milagros perduran a través de sus “cajitas”, personas que canalizan su espíritu y obran en su nombre. Y a pesar de que ni la ciencia ni la Iglesia Católica reconocen sus acciones como verídicas, Espinazo sigue atrayendo a muchedumbres.
Inspirados e intrigados por esta situación, tan propia del norte de México y sur de los Estados Unidos, la compañía de danza contemporánea regiomontana Cuerpo Etéreo desarrolló la propuesta escénica “Fidencio o la idea de curar el alma de todos”, que se presentó este fin de semana en Teatro Garnica, como parte de la gira del Circuito Nacional de Artes Escénicas en Espacios Independientes del Proyecto Chapultepec: Naturaleza y Cultura de la Secretaría de Cultura de México.
El movimiento, la luz y el sonido convirtieron el escenario en una íntima versión de Espinazo, donde cuatro bailarinas encarnaron a cajitas, enfermos y al curandero, en una obra de corta duración pero profundo impacto.
A diferencia de otras propuestas de danza contemporánea, esta buscó hacer más accesible su significado gracias a la dramaturgia de Luis Guerrero, que después lee en vivo el maestro Antonio Craviotto –quien apoyó en la asesoría teatral– los textos, haciendo más fáciles de entender las escenas y los símbolos planteados por las intérpretes con sus cuerpos.
“Partimos de la experiencia que yo había tenido en Espinazo, de la investigación de tesis de una amiga, y luego invité a un dramaturgo. Son seis escenas, yo le dije que montaría las primeras tres y él haría el texto. Luego él escribió las últimas tres y yo le puse danza a eso”, explicó para VANGUARDIA Jaime Sierra, director y coreógrafo, sobre el proceso de creación del proyecto.
“Descubrimos muchas cosas que tienen que ver con el diálogo entre la creencia y la fe, que son cosas distintas”, agregó, “llegas a la conclusión de que todo ser humano tenemos un acto de fe, no importa a quién o a cual, entonces el análisis con ‘Fidencio’ es una cosa que sobrevive pero sobre todo porque también fue un fenómeno social del colectivo imaginario de aquellos años”.
El proyecto, a su vez, tiene la particularidad de ser “de bolsillo”, pues la compañía está acostumbrada a presentar obras en formatos mucho más grandes, pero es debido a esto que pudieron aplicar para la convocatoria del Circuito, con la que se presentaron en ciudades como Durango y Saltillo y ahora se preparan para acercar esta historia a la Ciudad de México.
“Creo que es una historia que los mexicanos deben conocer. Por eso el texto, porque a veces la danza contemporánea navega entre mucha abstracción y el contexto le da sentido a lo que la gente está viendo”, señaló.
La dramaturgia escénica se apoya en la iluminación como parte misma de la coreografía, elevando el trabajo de las intérpretes Brisa Escobedo, Sofía Téllez, Ana Viera y Mayra Alarcón, y colaborando con ellas para crear imágenes que al tiempo que se clavan en la retina del espectador, revelan los significados con los que cargan.
“Desde el momento en que estoy pensando en un solo, estoy pensando en la luz, desde que estoy trabajando con las chicas ya estoy viendo la iluminación. Porque eso, creo, que así se debe construir. Y el diseño cambia con cada espacio. Lo hemos bailado en foros grandes donde subimos al público al escenario, porque queremos mantener esa intimidad que dan este tipo de foros [como Garnica]”, dijo.
Con elementos como el tren –cuya ruta a Espinazo fue construida a raíz del movimiento fidencista–, unas manos blancas que imponen bendiciones en algunas de las escenas, creando una figura imaginaria imponente y a la vez benévola, y el diseño sonoro de Donovan Sierra, “Fidencio” pone sobre la escena anécdotas reales de personas que, entre la fe y el escepticismo, se encontraron ante algo inexplicable, y sin emitir juicios lleva al público por los ritos y las emociones de una cultura entera.