Maíz en manos de la oscuridad: Bayer-Monsanto y el juez Javier Rebolledo
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El padre de mi madre sembraba maíz de temporal, sin ningún fertilizante. Ese era el maíz que comía su familia, ese era el maíz que vendía. Largos campos donde se alternaban cosechas. Una historia que se multiplicaba en estas tierras norteñas, por el número de familias que solían sembrar para alimentarse y para vivir.
La ciencia sí se equivoca y puede ser oscura, trabajar al servicio de empresas como Bayer, que a través de su filial, Monsanto, plantea proseguir contaminando los cultivos de maíz que ha nacido en estas tierras por generaciones, es un claro yerro.
Así como hay científicos pagados por Monsanto, también los jueces han dado cuenta de trabajar en contra del bienestar y salud de la población. Ha sido Francisco Javier Rebolledo, juez sexto de Distrito en Materia Administrativa, quien ha concedido una suspensión provisional a Monsanto para disculparla de cumplir el decreto presidencial que plantea eliminar en México el uso de glifosfato y maíz transgénico para 2024.
Se ve que ahora está en boga, ampararse para no cumplir la ley. Un juez vuelve a detener un decreto, en este caso el decreto que marca la prohibición del maíz transgénico y la prohibición progresiva del glifosato hacia 2024, emitido por el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, y publicado en el Diario Oficial de la Federación el 31 de diciembre de 2020.
Así, Rebolledo beneficia a Bayer-Monsanto con una resolución que falta a la verdad: “De no darse la suspensión habría un perjuicio social, pues hay riesgo de afectar la producción agroalimentaria, así como la seguridad y soberanía alimentaria”. Además, “provocaría mayor importación de maíz y sus derivados para satisfacer las necesidades de la población”.
No se puede decir que un juez ignore la situación nacional, ni se puede decir que desconozca el tema sobre el que va a dictaminar, sin embargo, en este caso, ha dado una resolución lesiva para la población.
Contrariamente, la definición del ejercicio judicial, es decir, la tarea de un juez es “enlazar la ética de la función judicial con su desempeño como función primordial en el ejercicio cotidiano” ya que es “administrador de justicia y garante de los derechos de los ciudadanos”. Además, todo “juez profesional del derecho debe entender que la ética, en sentido general, es el arte de elegir la mejor conducta, asimismo debe tomar en consideración que la ética judicial procura regular la conducta de los funcionarios al servicio de la justicia y de sus administradores, el juez debe entender que la ética judicial coadyuva para asegurar la represión de las violaciones de la ley. El juez también estará consciente que por el hecho de ser juez no debe abusar de dicho cargo para favorecer intereses privados ajenos a la función judicial”.
Por donde se vea, el juez Francisco Javier Rebolledo no impartió justicia, ni defendió los derechos de los mexicanos a quienes representa y de quienes obtiene su salario. Su resolución y sus implicaciones, deberían de tener mayor difusión, ya que se colocan en la delicada lectura de defensa de intereses privados.
Como lo comentaran las organizaciones pertenecientes a la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País, la resolución de Rebolledo “atenta contra el interés general, los derechos humanos de la población mexicana a un ambiente sano, a la biodiversidad, a la salud y a una alimentación adecuada” y se privilegian “los intereses particulares de la corporación Bayer-Monsanto, comercializadora del herbicida.”
Esta campaña a la que se han sumado científicos de gran prestigio y trayectoria, considera que “México es autosuficiente en maíces blancos (híbridos y nativos), así como en los de otros colores (variedades nativas) destinados principalmente al consumo humano y al autoconsumo. Por otro lado, los altos volúmenes de maíz amarillo transgénico importados son principalmente para consumo animal y para la industria almidonera, además del consumo humano”.
Desde los sesentas, la mundialmente famosa Rachel Carson daba cuenta del peligro de este tipo de fertilizantes, preocupación de la que hace eco esta campaña nacional que urge divulgar, ya que el “aumento en las importaciones de glifosato se ha traducido en un incremento en los niveles de exposición al herbicida, acumulación en el ambiente e impactos a los ecosistemas y a la salud.”
Añaden que en México, “el uso de glifosato se contrapone a objetivos de los programas de calidad del aire y las estrategias de conservación de la biodiversidad desarrollados por gobiernos estatales, impulsados por la federación (…) el uso de estas tecnologías transgénicas y del paquete tecnológico asociado, incluyendo al glifosato, están asociados a la pérdida de soberanía y autosuficiencia alimentaria, debido a que la venta de semillas y agrotóxicos está controlada por unas cuantas empresas que son las que toman las decisiones de qué comemos”.
Pues bien, el herbicida glifosfato, lejos de aumentar el rendimiento de los cultivos, los hace más frágiles ante las plagas. Es deseable y necesaria, como lo plantea la campaña, una agricultura sin agrotóxicos y sin transgénicos. La respuesta es el tránsito hacia la agroecología, ya realizada con resultados ampliamente positivos.
Días atrás, el doctor Alejandro de Ávila, del Jardín Etnobiológico de Oaxaca, expuso que se avecinaba una situación de gravedad, que ya había sido visibilizada años atrás, por el gran artista mexicano Francisco Toledo, quien también se sumó al frente Sin Maíz No Hay País.
Esta preocupación sobre el maíz, fue reflejada en un punto específico dentro de la amplia exposición del doctor De Ávila, sobre la diversidad lingüística enlazada con tecnología, (resoluciones arquitectónicas de resguardo sustentable merecedoras de premios internacionales). Su exposición, que llegó a expertos de distintas instancias, se dio en el seminario virtual Los jardines botánicos y etnobiológicos: pilares bioculturales de México, el cual fue organizado por el Centro de Investigación y Jardín Etnobiológico y la dirección de Investigación de Posgrado de la UA de C y así como por el Jardín Botánico de la UNAM.