El día que fui al cine con la esperanza en las manos

Cine
/ 16 diciembre 2021

La emoción provocada por una apuesta que prometió demasiado llegó a su clímax esta semana, cuando muchos pudimos por fin ver eso que estábamos buscando. Esta es una crónica sin spoilers de las primeras funciones de Spider-man: No Way Home

9:30 de la noche, Iván todavía no llega. La función empieza a las 9:50 —menos anuncios— y las filas son larguísimas. Comprar palomitas ya quedó fuera de la ecuación, si nos arriesgamos no entraremos a tiempo. Pero con todo y ese sacrificio, si el que compró los boletos no llega...

9:35. Todos platicamos nerviosos, tratando de no hacer gran escándalo ante el hecho de que no tenemos con qué entrar a la sala de cine.

Fui a ver el estreno de “Spider-man: No Way Home” el mero miércoles. Entre el caos de la preventa Iván solo encontró boletos en Plaza Nogalera, primera fila. Me fui preparado mentalmente para soportar tan mal lugar, esperaba que valiera la pena; así fue.

La misión comenzó días antes: evitar los spoilers. Entre las filtraciones, los rumores y quienes supuestamente la vieron antes —a través de métodos cuestionables— la semana que antecedió al estreno de esta gran promesa de Marvel y Sony se sintió como atravesar un campo minado.

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Soy periodista, las redes sociales —lamentablemente— son una herramienta de trabajo, por lo que fue imposible eliminar todo contacto con ellas. Mi estrategia se redujo a mirar “por encimita”, mientras buscaba la información necesaria para tal o cual artículo. De todas formas no me preocupé mucho, pues quienes se dedicaban a arruinarles la sorpresa a otros por malicia terminaron bloqueados hace mucho... durante la era Endgame. Ahí sí me tocaron un par de spoilers.

El peligro estaba en Facebook, pero sobre todo en Twitter; ahí sí es más difícil controlar qué ves —aunque tal vez no sepa como porque no la uso tanto y por lo mismo mitigué el riesgo—. En Instagram solo evité las historias, pues nunca sabes qué encontrarás, TikTok casi me hace caer, y con todo eso sobreviví intacto hasta el miércoles... pero Iván aún no llegaba.

Entraba una persona a la plaza, no era él. Entraba otra, tampoco. No, ese va vestido de Miles Morales, no es él. “Ya le llamé y no contesta”, “le mandé mensaje y creo que no le ha llegado”. La presión. “Los boletos son físicos, pero no nos mandó fotos del código QR”, “no nos dijo en qué sala es” (...uta).

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En retrospectiva parece ridícula tanta ansiedad por una simple película. Pero cuando el arte se encarna en uno es difícil no reaccionar así. “No Way Home” creó grandes expectativas, tentó a los fans del género de superhéroes, y del arácnido en particular, con la reunión de tres generaciones cinematográficas de este personaje. En la experiencia iban depositadas la esperanza de ver nuevamente a los iconos con los que crecimos, de verlos interactuar, y de que todo esto, de alguna forma, tuviera sentido en la apuesta del gran universo de Marvel, que desde hace más de una década domina casi todo el terreno del entretenimiento audiovisual de occidente.

Por fin llegó Iván, justo a tiempo, por fortuna. Esperamos unos minutos más a que llegaran otros amigos y aunque un par sí se quedaron sin ver el inicio de la película, el resto pasamos directo a la sala. Los anuncios ya habían empezado y dediqué ese tiempo a encontrar la mejor posición para poder disfrutar desde tan cerca. Media hora después me di cuenta que no importaba, la trama me atrapó tanto que toda molestia pasó a segundo plano.

Recuerdo que cuando los rumores de que Andrew Garfield y Tobey Maguire estarían en la película, interpretando nuevamente a sus versiones del Hombre Araña, se hicieron casi insoportables, vi con cierta tristeza cómo, por ejemplo, la campaña de promoción para la película “Tick, Tick, Boom” —que dicen que está muy buena y, desde la fe ciega, la recomiendo— protagonizada por el primero de estos actores quedó casi opacada por la situación. Todos le preguntaban por su rol en “No Way Home”, casi nadie sobre su homenaje al creador de “Rent”. Algo similar temí que sucediera con el personaje de Tom Holland.

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Su Hombre Araña ha estado apadrinado, tanto en sus apariciones en “solitario” como en las películas de Avengers, por otros personajes. Su desarrollo e historias fueron hasta este punto una consecuencia de alguien más. Si bien en cada instancia hubo aprendizaje y al final tuvo que resolver el conflicto por su cuenta, en todas las ocasiones siempre destacó la presencia de alguien más a su lado.

Aquí, entre tantos invitados con este gran legado, que supera por antigüedad a lo que ha hecho Holland, parecía que la película, otra vez, no sería enteramente suya. Y si bien cada quien tiene su oportunidad de brillar, creo que al fin este Spider-man tiene su lugar. Se gana su lugar.

No sé bien cómo lo hicieron, eso requeriría más análisis, pero creo que después de tantos años esta tercera iteración del héroe se convirtió en su propio ser, alguien capaz de hacer algo grande —y entretener al público— por su cuenta.

Definitivamente esto es algo que se logra más hacia la conclusión, pues el desarrollo de la historia padece de síntomas similares a las dos películas previas del Universo Cinematográfico de Marvel, pero entre estas decisiones increíbles, la hermosa química que tiene con la MJ de Zendaya —cuya relación al principio odiaba y esa noche llegué a amar— y la forma en que cada uno de los demás miembros de este reparto encaja alrededor del arácnido, puedo entender por qué salí del cine emocionado, conmovido y con ganas de verla nuevamente.

“Spider-man: No Way Home” puso la vara muy alto —peligrosamente alto—, y la caída pudo ser catastrófica, pues hacer fanservice no es sinónimo de éxito. Pero al final todo valió la pena: la espera de años, la espera de minutos antes de entrar a la sala, la falta de palomitas y refresco, todo con tal “de ver al que les enseñó a resistir un segundo más”.

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