Exhibe documental secretos sexuales de Hollywood

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/ 13 septiembre 2017

Una de las primeras escenas de “Scotty Bowers and the Secret History of Hollywood”, del periodista de “Vanity Fair” Matt Tyrnauer, deja en claro desde el principio que el anciano de rulos blancos que aparece en pantalla no es un abuelito cualquiera.

En 2012, el ex marine devenido en proveedor de servicios sexuales Scotty Bowers decidió, después de décadas de silencio, revelar los secretos más íntimos de las estrellas de la época dorada de Hollywood en sus memorias. Ahora, un documental estrenado en el Festival de Toronto le sigue la pista al hombre considerado un alcahuete por algunos y un samaritano por otros.

Una de las primeras escenas de “Scotty Bowers and the Secret History of Hollywood”, del periodista de “Vanity Fair” Matt Tyrnauer, deja en claro desde el principio que el anciano de rulos blancos que aparece en pantalla no es un abuelito cualquiera: rodeado de amigos que lo abrazan cariñosamente, Scotty festeja sus 90 con una gran tarta con forma de pene.

A partir de allí, la cámara sigue al protagonista en su rutina junto a su segunda esposa desde hace más de 30 años –que nunca quiso leer las memorias de su marido, tituladas “Servicio completo”-, mientras éste recuerda a algunos de sus clientes más famosos (hombres y mujeres gays y bisexuales) y sus inicios como prostituto y proveedor de amantes.

Según Scotty, todo comenzó cuando trabajaba en una gasolinera de Hollywood Boulevard en Los Angeles poco después de volver de la guerra. Un hombre, que resultó ser el actor Walter Pidgeon, detuvo su coche y le preguntó: "¿Qué hace un chico tan bonito trabajando en una gasolinera?". Scotty se subió a su coche y creó, a partir de ese encuentro, una próspera red de servicios sexuales.

Cuando Scotty habla, no se salva nadie de la indiscreción: cuenta de las supuestas fiestas con hombres desnudos que organizaba alrededor de la piscina del legendario director George Cukor, de la convivencia entre Cary Grant y Randolph Scott (con quienes dice haber armado un trío) y del romance inventado por los estudios entre Cary Grant y Katherine Hepburn para, según asegura, maquillar la homosexualidad de ambos.

Entre su numerosa clientela también menciona a actrices como Hepburn -a quien dice suministraba amantes femeninas-, Bette Davis, Lana Turner y Ava Gardner y hasta describe al detalle las fiestitas sexuales que montaba para los duques de Windsor en Beverly Hills.

Sin embargo, el documental no busca sólo bucear en la historia sexual de algunas de las mayores estrellas de Hollywood, sino abrir a debate la pregunta que atraviesa toda la película: ¿fue Scotty un traidor o un servidor gracias al cual muchas personas pudieron vivir libremente una sexualidad que en ese entonces era castigada y que, para un actor, podía significar el fin de su carrera?

Para aventurar una respuesta, Tyrnauer, que previamente dirigió otros documentales como “Valentino: The Last Emperor”, recoge no sólo el testimonio de Scotty sino el de biógrafos de Hollywood como William Mann, el actor Stephen Fry o ex prostitutos que trabajaron con Scotty y aseguran nunca haber sido explotados por él.

Y luego están las decenas de fotos que el ex marine, que combatió en la Segunda Guerra Mundial, se tomó junto a algunas leyendas de Hollywood en las décadas del 40 y 50, y amigos y ex clientes aún vivos que confirman lo que dice.

Sin embargo, lo atractivo de la figura de Scotty reside no sólo en la libertad con que vivió su bisexualidad en una época difícil, sino en su certeza de haber sabido guardar secretos durante décadas (“Mientras vivían nunca pensé en escribir un libro”) y de haber hecho el bien. “Mi libro debería haberse llamado ‘Cómo hacer feliz a la gente’”, asegura.

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