Godzilla vuelve para recrear el accidente nuclear de Fukushima

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/ 28 octubre 2016

El argumento tiene lugar en un futuro cercano, cuando un descomunal monstruo aparece frente al mar de Japón

Godzilla, el monstruo fabuloso que sirvió de metáfora a Japón para mostrar al mundo las consecuencias de las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki, vuelve para recrear la triple tragedia originada por el terremoto, el tsunami y la fuga radiactiva de Fukushima en marzo de 2011. La película número 29 de la serie producida por los estudios Toho se llama en japonés Shin Godzilla (Nuevo Godzilla) y con el título inglés Godzilla Resurgence inaugura hoy la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián.

Al festival donostiarra asistirá uno de sus codirectores, Shinji Higuchi, acompañado de Daniel Aguilar, traductor, autor y especialista español en kaiju-eiga (películas de monstruos gigantes) que siguió la gestación del filme y aparece en una breve pero significativa escena. La nueva historia del mutante de dinosaurio con aliento radiactivo ha sido vista por más de cinco millones de personas en Japón, lo que la sitúa entre las diez cintas más taquilleras del año en el país.

El argumento tiene lugar en un futuro cercano, cuando un descomunal monstruo aparece frente al mar de un Japón gobernado por un gabinete de hombres mayores desconcertados e indecisos. En una referencia directa a la incertidumbre causada en 2011 por las confusas declaraciones oficiales, el jefe del Ejecutivo lee un comunicado para tranquilizar a sus ciudadanos sin saber que Godzilla acaba de iniciar su mortífera incursión en los barrios costeros de Tokio.

Aunque las producciones comerciales niponas evitan por lo regular la política, Shin Godzilla revive la grave crisis que provocó el entonces primer ministro Naoto Kan, acusado de un mal manejo de la información tras el accidente nuclear de Fukushima. La incapacidad inicial de los altos funcionarios de la película para hacer frente a la crisis desatada por el indómito monstruo recuerda las críticas a la administración nipona por no prever las consecuencias de haber sembrado con más de 50 centrales atómicas un archipiélago volcánico de actividad sísmica constante.

Las secuencias de destrucción y pánico que los directores Shinji Higuchi y Hideaki Anno recrean en los primeros minutos de la cinta podrían pasar por material de los telediarios de 2011. En esta ocasión, sin embargo, las fuerzas de la naturaleza tienen la forma de un monstruo de casi 120 metros de altura que vomita radiactividad. El ejercito japonés interviene con todo su arsenal tras descartar la radical sugerencia de Washington de eliminar la criatura dejando caer una bomba atómica en medio de Tokio.

La participación de los militares para luchar contra Godzilla es habitual en la serie iniciada en 1954. Ese mismo año Japón inauguraba un nuevo ejército llamado Fuerzas de Autodefensa y limitado por la Constitución pacifista —redactada en la inmediata posguerra— a acciones defensivas que nunca tendrían lugar fuera del archipiélago. El actual primer ministro japonés, Shinzo Abe, se ha propuesto anular las cláusulas pacifistas de la Carta Magna para fortalecer al ejército y potenciar las exportaciones de armas. En consecuencia, el despliegue tecnológico mostrado por los soldados en los momentos más heroicos de Shin Godzilla deja un fuerte gusto a propaganda militarista.

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La productora Toho no ha hecho público el presupuesto oficial que además de un elenco de 328 actores —récord para Japón—, incluiría el coste de crear en gráficos de ordenador un monstruo excepcional que se hizo famoso en sus inicios por ser un disfraz de latex manejado por un actor de estatura promedia. La recaudación hasta septiembre iba por unos 68 millones de euros, según la revista Variety.

Parte del éxito de taquilla se atribuye a los incondicionales de Godzilla que repiten la película para buscar los innumerables guiños y referencias a ediciones anteriores, incluidos los dos filmes no japoneses de la serie, rodados por productoras de Estados Unidos y en uno de los cuales se culpa a Francia de la aparición del monstruo.

Según Daniel Aguilar, los directores japoneses han querido dar una “revancha moral” al país europeo haciendo que sea Francia la que facilita la solución final en Shin Godzilla. El primer ministro se inclina agradecido ante el embajador francés cuyo papel, como un homenaje de los directores al primer especialista español del género, es interpretado por el propio Aguilar.

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