Llora Polonia a Andrzej Wajda
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Con el filme "El hombre de hierro" (1981) ganó la Palma de Oro en Cannes.
Polonia se despertó hoy llorando la muerte del viejo maestro Andrzej Wajda, que marcó a generaciones de espectadores, actores y cineastas. Pese a sus 90 años, su fallecimiento, en la tarde del domingo, llegó de manera totalmente inesperada, pues apenas tres semanas antes había sido recibido con aplausos en el Festival de Gdynia.
Allí presentó su última película, "Powidoki", un biopic sobre el artista de vanguardia Wladyslaw Strzeminski (1893-1952) que competirá como la candidata de Polonia en la carrera por un Oscar a la mejor película extranjera. Ni siquiera estaba claro que fuera a ser su último film: "A los 90 años se es una persona mayor, por eso me doy prisa y ya estoy pensando en mi próxima película", dijo entonces.
"La muerte de Wajda es una pérdida gigantesca para la cultura polaca", escribió en su web el Instituto de Cine Polaco. "Se nos ha ido un cineasta excepcional y un patriota", afirmó por su parte el Nobel de la Paz y líder sindical Lech Walesa, al que Wajda filmó en 1981 en el "El hombre de hierro" y cuya revolucionaria lucha narró en 2013 en "Walesa, la esperanza de un pueblo". Calificativos como "maestro", "gran autoridad", "mentor" y "amigo" se repetían hoy entre los actores que trabajaron con él.
Nacido como hijo de un oficial en Suwalki, noreste de Polonia, el 6 de marzo de 1926, Wajda, que en realidad quería ser pintor, estudió en la Escuela Nacional de Cine de Lodz. Ya sus tres primeras películas, "Pokolenie" (1955), "Canal" (1957) y "Cenizas y diamantes" (1958) están consideradas como obras maestras y clásicos de la "escuela de cine polaca".
Fue una incómoda voz de la conciencia con respecto al régimen comunista que gobernó su país. Porque la historia compleja y dramática de Polonia fue siempre objeto de las obras de Wajda, quien además de haber sido merecedor de numerosos galardones, en el año 2000 recibió el Oscar honorífico "por cinco décadas de un trabajo extraordinario en la dirección cinematográfica".
Su clásico "El hombre de mármol" (1977) constituye una crítica acérrima del estalinismo en su país. Y en "El hombre de hierro" (1981), con el que ganó la Palma de Oro en Cannes, contó la historia de las huelgas de los astilleros y la lucha por los sindicatos libres. Su cierre de la "trilogía de Gdansk" fue "Walesa, la esperanza de un pueblo" (2013), estrenada en el Festival de Venecia.
Wajda también realizó un film sobre Janusz Korczak ("Korczak", 1990), el escritor y pedagogo asesinado en el campo de concentración nazi de Treblinka junto con sus protegidos del hogar de huérfanos del gueto de Varsovia. En "La masacre de Katyn" (2007) contó la historia de los miles de oficiales polacos ejecutados por el servicio secreto soviético en 1940. Fue además el relato de una historia personal, pues entre las víctimas estaba su padre, que era oficial de la caballería.
En realidad, Wajda debía haber seguido la tradición familiar y convertirse en militar, pero el comienzo de la Segunda Guerra Mundial arrancó a la familia de la tranquila vida provincial. Algunos críticos lo acusaron de haber hecho demasiadas concesiones antes de la caída del comunismo en 1989. "Era la voz de una nación que no podía hablar libremente", respondió alguna vez el cineasta. Sin sus películas no habría existido el movimiento de liberación de Solidaridad en 1980, aseguraba.
Wajda se casó cuatro veces y tuvo además una breve incursión en política, ya que fue durante dos años senador por Solidaridad en la segunda cámara del Parlamento polaco. Tras haber sido galardonado con el Oscar a su trayectoria, la Berlinale también lo distinguió en 2006 con el Oso de Oro de Honor del festival.