Ella es la tres veces nominada al Ariel: Cassandra Ciangherotti y habla en exclusiva con VANGUARDIA

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/ 14 agosto 2018

La actriz recién nominada al Ariel que actúa en la obra ‘Señorita Julia’ y está por estrenar ‘Tiempo Compartido’, platicó con VANGUARDIA

Una actriz no elige su trabajo, él la elige a ella. Las cosas llegan por algo, piensa Cassandra Ciangherotti. Acaba de hacer las películas “Solteras” y “Tiempo Compartido” (a estrenarse el 31 de agosto), así como “Señorita Julia”, un nuevo montaje de la obra de teatro de August Strindberg, bajo la dirección de Martín Acosta, que se presenta en el Teatro Milán.

Esos tres personajes son un reflejo de su contexto actual: mujeres que buscan salir adelante en un mundo machista, o lo transgreden explorando otros aspectos de su condición. Así lo cuenta en entrevista con VANGUARDIA, quien ahora gracias a “Tiempo Compartido” fue tres veces nominada al Ariel, aunque ella no está muy de acuerdo con ese reconocimiento. Antes aspiró por “Las Horas Contigo” (2014) y “Tiempos Felices” (2014). Que llegue lo que tenga que llegar, ella está feliz, sobre todo si tiene que actuar para directores mexicanos que apenas comienzan, con los que más ha trabajado en su filmografía. ¿Coincidencia? No del todo.


—¿Qué acercamiento tenías con “Señorita Julia” antes de este montaje?

“Había leído el texto porque es un poco obligatorio cuando estás estudiando teatro. Nunca la había visto montada, ni ahorita, porque la estoy haciendo. Me acuerdo de haberla analizado en la clase y haber tratado de entender por qué (August) Strindberg puso a la mujer en esta visión. A la hora de interpretarlo van surgiendo nuevos análisis, nuevos entendimientos del personaje. Tenía muchas ganas de hacerla, casualmente, antes de saber que esta obra llegara, tenía ganas de montarla, no sabía con quién la iba a hacer, cómo iba a suceder”.

—¿Podría esta obra generar un cambio o una reflexión en la sociedad actual?

“No sé tanto si las obras de teatro o las películas o lo que sea generen cambios, pero lo que sí siento es que el teatro es una experiencia y a través de la experiencia uno llega a la verdad, una verdad personal. Cuando algo está bien planteado, frente a la experiencia creo que uno lo que hace es quedarse como se quedan los pollitos frente a la serpiente, se queda como helado, observando algo que le revela una verdad, que es muy personal. Lo único que podría esperar de esta obra de teatro es que la gente tenga una experiencia que les revele algo. No sé si los modifique o no”.

—¿Te preparas diferente para un personaje de teatro que uno de cine?

“Es muy diferente el proceso, pero con el mismo rigor. Analizo los guiones, qué es lo que está pasando en las escenas y qué es lo que mi personaje está tratando de hacer y en teatro también hacemos lo mismo. Lo que pasa es que en cine los impulsos están más limitados, por la cámara, el encuadre, los cortes. De repente, a lo mejor, si no quieres que se vaya alguien del cuarto, en teatro sí tienes la posibilidad de pararte, cerrar la puerta y ponerte en ella y decir ‘no quiero que te vayas’. En cine, a veces, la escena está planteada aquí porque la luz está bonita y aquí te tengo que decir que no quiero que te vayas. Son como formas diferentes de seguir los impulsos. En ese sentido es más rico, siento, para los actores el teatro, porque el marcaje y todo lo demás es muy coherente con lo que verdaderamente están sintiendo”.

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—Has trabajado con muchos directores que apenas comienzan, ¿cómo te ha ayudado crecer junto con ellos?

“Me gusta mucho trabajar con ópera primas porque de cierta manera me gusta el miedo que tienen cuando están haciendo su ópera prima. Puede ser un arma de doble filo, porque pueden tener tanto miedo que tienen miedo de tus propuestas, porque no tienen experiencia y sienten que todo tiene que ser perfecto como ellos lo habían planeado. O puedes correr con suerte de que digan ‘bueno, esta es mi primera película y esta chava lleva 15 y tal vez tenga algo que aportar o algo que decir’. Cuando tienes esa mentalidad en tus directores, cuando están abiertos a escuchar propuestas, se puede volver un proceso muy rico. Disfruto que me dirijan cuando tiene sentido lo que me dicen, cuando no me hace sentido, cuando lo vivo como un capricho, me puede molestar mucho”.

—¿Has detectado algún rasgo común en los personajes que interpretas y cómo eliges los proyectos donde quieres actuar?

“Es curioso esa parte de pensar que los actores elegimos los proyectos. De cierta manera a muchos decimos que no, pero también los que llegan llegaron, no los generaste tal cual. De alguna u otra manera más que elegirlos llegan y llegan por razones específicas, me parece, siempre ha sido así. Una constante este año ha sido como el asunto de lo femenino y a lo largo de mi carrera… pues no, siempre tienen cierta coherencia en lo que me está tocando vivir. A veces no lo descubro en el momento, a veces lo descubro después, pero siempre tienen una coherencia con las experiencias de vida. Así va sucediendo, poco a poco, también los actores hay veces que escuchas estas críticas de ‘siempre hace el mismo papel’, pero pues tampoco está en sus manos modificar eso porque es lo que le llega. Hay muchos actores que podrían estar haciendo otras cosas y de repente el director de casting, o el director, no los ve pudiendo hacer ese papel”.

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—¿Buscas papeles que tengan un mensaje más general o una reflexión social?

“Pues van surgiendo. Este año me ha tocado interpretar mujeres desde diferentes ángulos. Hace poquito hice una comedia con Luis Javier Martínez Henaine, con el que hice ‘Tiempos Felices’. Me acuerdo cuando hicimos ‘Tiempos Felices’ yo tenía una pregunta muy clara acerca del personaje de Mónica: ¿se quiere casar con Max porque lo ama o porque se quiere casar? Me decía ‘es un poco de las dos cosas’. Pero yo creo que él se quedó con el gusanito de qué pasa con estas mujeres que solamente se quieren casar, no importa si están enamoradas, cómo se autoengañan. Entonces escribió una película (‘Solteras’) donde es un personaje que solamente se quiere casar y leyendo el guion al principio me asusté mucho, porque me parecía machista. Pero después empecé a entender y dije ‘bueno, ¿qué responsabilidad tienen las mujeres en perpetuar este patrón?, ¿qué pasa con una mujer que sólo se quiere casar y validarse a sí misma a través del matrimonio por una sociedad que le ha impuesto eso?’ Creo que el resultado es muy potente, porque la tesis es esa: mientras tú como mujer no te valores, vas a nadar en las aguas del machismo y vas a seguir atrayendo eso. Empoderar tampoco es una palabra que me gusta mucho, porque quiere decir lo mismo, tomar el poder, como si eso fuera lo más valioso. Pero una mujer que empiece a validarse a sí misma por ella, puede modificar todo alrededor, o por lo menos las cosas que atraes”.

—La cinta “Tiempo Compartido”, donde participas, invita a reflexionar sobre diversos temas, entre ellos las enfermedades mentales o las corporaciones capitalistas.

“Yo pensaba que mi personaje y el de Montserrat Marañón están tratando de salir adelante de sus circunstancias. Yo vengo de una circunstancia complicada, estoy en esta dinámica que tengo que estar con mi familia y la otra familia y estoy tratando de hacer limonada con estos limones. Y Montse está tratando de encontrar un buen puesto y dejar atrás una tragedia que sucedió en su vida. Y cuando los hombres ven que estas mujeres empiezan a salir adelante y que no tiene nada que ver con ellos su superación, empiezan a convertir las cosas en una película de terror. Eso me parece la capa más chingona de la película. Es miedo a la mujer sin miedo, la mujer que está despertando, ‘¿cómo va a ser posible?, algo tiene que estar mal, alguien está planeando algo, alguien está haciendo algo al respecto de esta situación’. Los dos protagonistas hombres no pueden con que sus mujeres estén saliendo adelante si no es por ellos. Aparte es muy chistoso, porque cuando estaba en la lectura y se los comentaba a los guionistas (Julio Chavezmontes y Sebastián Hofmann) era como ‘ah…’, no lo habían notado tal cual. Es curioso, porque siempre como mujer vas a llegar a poner el ojo en la llaga de lo que a una le toca vivir”.

—Y te dio tu tercera nominación al Ariel.

“Yo no estoy de acuerdo en la categoría que me pusieron, en protagónica, pero mi personaje no es un protagónico, es una película coral. Era muy difícil competir con un protagónico que sí tenían mis compañeras y me hubiera sentido muy mal, la verdad, de haberme llevado ese Ariel, porque francamente no había punto de comparación con el trabajo protagónico que hicieron tanto Angelina (Peláez, ‘Tamara y la Catarina’) como Karina Gidi por ‘Los Adioses’, Arcelia Ramírez (‘Verónica’) y Ángeles Cruz (‘Tamara y la Catarina’). Eran personajes como de ‘¿qué hago yo aquí?’ Pero bueno, la nominación fue muy significativa. Es la tercera nominación, espero que me sigan nominando y no me lo lleve. Está chingón, ¿no? Ser la persona con más nominaciones que nunca se lo llevó. Puede suceder”.

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