Muere el Rey del Wepa; ahora, ¡tócale cumbia en el cielo, papá!
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“Tú te quedaste llorando porque conmigo tú no puedes viajar”. En los altavoces, los acordes de Lisandro Meza se mezclaban con el lamento de un hermano. “Pero yo, te llevaré en mi corazón, te llevaré aquí en mi cantar”, era el mensaje a ritmo cumbia del Rey del Acordeón hacia el Rey del Wepa.
Lágrimas sonideras ahogaban la voz gastada de Mr. Taz. Alrededor suyo los compas compartiendo llanto y reverenciando al amigo que ya no está. Este momento, mostrado en Facebook, dejaba ver a todo el mundo lo que se supone debería ser algo íntimo, pero eso simplemente no se podía.
Horas antes, Juan Manuel Quistián (a) El Tontín, se dirigía a su hogar luego de una tocada, en la que una vez más fue “la mera verdura del caldo”; les llevó alegría, ambiente, y mucha pero mucha cumbia. Fue el último tramo de viaje terrenal; su siguiente parada sería la inmortalidad.
Y no gracias a aquellos que se apersonaron en el cruce de José de Gálvez con Carretera a Rioverde, en Soledad de Graciano Sánchez, municipio conurbado con la capital; porque ellos sólo blandieron armas largas y las detonaron en contra de su humanidad.
Esos no serán recordados más que como asesinos, en cambio al Tontín le esperaban los amigos, su pueblo y su legado, mediante diversos homenajes de propios y extraños, de colegas y críticos. De políticos y medios.
La llama vital del menor de la dinastía Quistián se había apagado con la ráfaga de balas; ni tiempo de hablar, de despedirse de nadie, de encomendarse al Creador. Momento que refleja una realidad violenta que no puede esconderse con discursos ni buenos deseos.
Un mal de nuestros tiempos y la noticia surgida desde la inmediatez de las redes sociales, seguida del estupor, de la exclamación ¡no pude ser! Escuchada, leída y sentida en cualquier rincón popular de cualquier ciudad donde se escuche la cumbia; donde retumbe el ¡wepa!
Se sintió en Saltillo, Coahuila, en los estados de Puebla, Guanajuato, Aguascalientes, Hidalgo, Tlaxcala... en fin, en sitios donde el legendario sonido de San Luis Potosí, el Kiss Sound ha llevado al éxtasis a miles en miles de barrios a través de la música.
Un ambiente diseñado con el puro corazón para llevarlos a un “movimiento de caderas y brincar como resortes mientras olvidas tus penas, carnal, te llenas de cumbia”, como lo definió un fan saltillense, kissero de toda la vida.
Para vivos y muertos
Heredero de una tradición sonidera, el Tontín dominaba el escenario de baile masivos con su estilo. Hablamos de que con el tiempo, la cumbia colombiana y la tropical han llevado a la creación de un género, el llamado “wepa” caracterizado por extractos de cumba (cortan de aquí, cortan de allá) y arman una nueva melodía que te hace bailar sí o sí.
A gran volumen se le escucha en los bailes masivos, lo mismo en 15 años y las bodas, que en la calle, con las pandillas, acompañado de las arengas del sonidero en turno, las dedicatorias para los héroes locales, para los vivos y, para los muertos.
Juan Manuel era contratado para rendirle homenaje a los caídos, pero no para llorar, más bien era el momento de hacerle llegar el mensaje hasta el cielo: “Ea Ea, Ea”, con lágrimas y tambores en un sabroso coctel. Cuántas y cuántas veces lo hizo. Muchas.
Ese último toquín en la colonia San Luis 1, en Soledad, resultó una especie de visión a lo que le esperaba a las 3:30, pues esa voz potente, tan característica del Tontín se apagaría de manera violenta. El homenaje de la noche bajaría el telón de la existencia del Rey del Wepa. La violencia daría un cubetazo de agua fría a la tranquilidad que se ha sostenido apenitas con alfileres.
Es precisamente el reclamo de grupos de seguidores del dj, a quienes en medio del llanto, saben que la pérdida va más allá de una dolorosa pérdida y eso les da miedo. No hay seguridad de regresar con bien a la casa, pues en el momento indicado por alguien más, quizá podrías quedar inerte, con la cabeza sangrando, recargado en el volante y ver pasar tu vida en segundos antes de dar el último suspiro. Tal era la imagen con la que amaneció la racita.
Se acababa el hombre, el padre de familia, el hermano, el amigo. Entonces nacía la leyenda. Hay que hacerle saber al pueblo, al mundo, que ha fallecido uno de los íconos del ambiente sonidero, nacido en San Luis Potosí pero reconocido en gran parte del país y en el extranjero.
Cómo se escribe la historia
Juan Manuel Formó parte de una dinastía iniciada a principios de la década de los 80 en el Barrio de Tlaxcala, uno de más antiguos de la capital. El sonido Kiss, nombre surgido como apócope del apellido Quistián fue fundado por su padre, don Mario, cuyo negocio previo fue una pulquería, donde con su tocadiscos amenizaba las tardes de los entusiastas de ese elíxir.
Un día un cliente lo invitó a llevar música a un evento y ahí don Mario supo cuál era su vocación, fueron llegando más tocadas y el resto podría resumirse en: una historia que traspasa décadas y lugares a donde se ha llevado alegría y sabor; hablamos de casi toda la república y Estados Unidos.
En ese proceso, don Mario comenzó a echar mano de lo que tenía en casa, por suerte gran parte de sus hijos le siguió la corriente. Así, en las tardeadas y bailes privados ya no sólo era don Mario; nacía la dinastía, siendo los más representativos José Luis “El Pez”, José Francisco “El Taz” y por supuesto el menor de todos, quien apenas cursaba la secundaria y ya le movía a las tornamesas y se fijaba cómo era dedicar un casete grabado para alguna pandilla.
Sin duda, las cintas con música y saludos fueron una de esas maravillas que conectaron a los sonidos de la época con la gente de las colonias. Numerosos disc jockeys o djs se aventaban el trabajo que no hacían los locutores de radio, pues había restricciones en cuanto a los contenidos que podían emitir al aire. Censura, pues.
En cambio, en la colonia se implantaba la libertad de escuchar a todo volumen la música “colombiana”, representada por grupos de Sudamérica: Lisandro Meza, Policarpo Calle, Andrés Landero, son algunos de ellos, pero en México la oferta era vasta. Los Ángeles Azules, la Tropa Colombiana, Los Parranderos de Colombia, El Grupo Cariño, La Gremia Cumbera, Curramba y un buen puñado más.
Todas estas organizaciones popularizadas por sonidos principalmente de la Ciudad de México, Puebla, León Guanajuato y el Estado de México.
Mientras en la ciudad numerosos sonidos también se dejaban sentir por la época, el Williams, Latino, Blanco, Cajitas, King Master, y los djs también, siendo uno de los más famosos y popular hasta la fecha, el Speed Mixing Fiebre.
Eso alimentaba a una sociedad siempre caracterizada por un espíritu cumbiambero. Para esas fechas la onda grupera, con base en Monterrey, iba permeando. Comenzó una guerra musical; por un lado la onda colombiana y tropical venida principalmente del sur, contra los grupos del norte. Esto convirtió a los bailes populares, amenizados por los sonidos, en un éxito de taquilla.
Vinieron luego nuevos ritmos y géneros, como la banda, el texano, el duranguense y todo el pop habido y por haber. Y todo fue cubierto, pues la versatilidad abría oportunidades, mas la cumbia no dejó de dominar.
Y se organizaban las tardeadas sonideras en el Casino Stic, principalmente, sin dejar de lado la quinceañera, la boda, las graduacione; se iban ganando adeptos y la fama los hizo ser estrellas de los bailes masivos con grandes producciones de audio e iluminación. Ahí brillaba el Kiss Sound, ahí brillaba el Tontín.
La lucha por ser “la mera verdura del caldo”
Como casi todo en la vida, las rivalidades hacían su aparición para los grandes duelos sonideros. Nadie quería ser segundo ni estar a la sombra de nadie, con el Kiss siempre de protagonista dando la batalla contra el Royal, contra el Sistema 99, muchas veces no en el escenario, sino en el ánimo popular, en los discos piratas, las paredes del barrio... en los corazones de sus distintos seguidores.
Habría que ser el primero en algo, innovar, entonces salían los eslóganes, un ingeniosos, unos retadores otros, no se estuvo exento de roces y peleas donde sin duda salía ganando el pueblo ávido de buenas rolas que sólo los sonidos traían de quien sabe dónde, pero pegaban con todo.
La década de los 90 así fue y también a la llegada del nuevo milenio. El Kiss no soltaba las alturas, por el carisma que se carga desde la imagen que proyectan sus animadores. El Tontín fue mutando en sus frases, como la descarga TNT y otras, y a la llegada del género Wepa, su popularidad lo hizo apropiarse del mote. “El Rey del Wepa”.
Como nada es para siembre y el tiempo marcha sin cesar, el todo se dividió en partes, cada personaje con su estilo, pero siempre mostrando la pertenencia a la organización. Así llegó la modernidad y el ambiente tan común, que en cualquier círculo social se puede ver a un sonido amenizando.
Sin embargo, El Tontín nunca abandonó sus orígenes y así quedaría de manifiesto ese día aciago, desde esa madrugada de 5 de octubre de 2021 al terminar la tocada.
Para todos los sectores de la sociedad fue un golpe seco. Hablamos de inseguridad, de indignación, tristeza. Desde el barrio de Tlaxcala, donde dio sus primeros pasos un grupo se hacía multitud, por la noche ya no se sabía si aquello era un velorio o una verbena con la actuación estelar del Tontín.
Pero la entrada no era un boleto, sino el cariño de los presentes. La música de las bocinas se mezclaba con el llanto y las porras. Algunos familiares pedían fueran respetuosos de su duelo, pero el hombre ya había dejado de pertenecerles, era del pueblo, de corazones que reaccionaron con porras y el eterno grito ¡wepa, wepa!
“El podía tocar una cumbia, una salsa o un reggaeton pero lo que le daba el toque era su voz, la manera en que él te lo interpretaba, te lo transmitía, eso es lo que prendía a la banda”, opina el dj Víctor Rojas, del Stereo 81.
“Ni los políticos juntaron a tanta gente” se escuchaba en las múltiples transmisiones de Facebook. Las personas fueron sin ser acarreadas ni perseguir un fin fuera de rendirle el homenaje, acompañar el cuerpo en su último trayecto.
Las vialidades contiguas cerradas por la misma gente, miles de seres participando en el cortejo fúnebre, el lento avanzar de la carroza no dejaba duda del cariño que se granjeó el Tontín. El ruido de los cláxones, las bocinas, las múltiples porras no cesaba ni un segundo.
Media ciudad fue tomada por la valla humana hasta el Panteón Las Flores. En Soledad.
Afuera del recinto debieron aguardar, pues era imperioso permitir a sus familiares tener un mínimo de privacidad, mientras que afuera ya estaba la banda de viento lista para arrancarse con canciones representativas.
No se podía prohibir a la raza darle el adiós a su ídolo, entraron a cantarle la despedida, aunque en realidad no se le da el adiós, sólo el saludo hasta cielo, con la misma arenga y energía que caracteriza al Rey del Wepa: ¡Tócale cumbia, papá!
Tecnología y equipo; el Tontín se los llevaba
En palabras de Héctor Cárdenas, dj potosino, mejor conocido como Speed Mixing Fiebre, el Tontín es un personaje que supo ganarse a la gente y combinarlo con los negocios. “Siempre habrá polémica, porque hay mucha envidia en el gremio. Lo que es un hecho es que su deceso fue una tragedia y creo que muchos lo tomaron así.
Héctor tiene un buen recuerdo pues recientemente habían trabajado juntos y le guarda respeto por su trayectoria “Es una pena que se haya ido tan joven; nadie merece morir así”.
Ninguna colonia popular podría decirse ajena a la influencia de este sonido, primero con los casetes, luego con los compact discs y ahora las redes sociales y medios digitales reproducen los bailes del Rey del Wepa.
Las nuevas generaciones ya influenciadas por los nuevos géneros no don lo más adeptos, pero indiscutiblemente nadie podría resistirse a mover el esqueleto al escuchar el ritmo cumbia y el ¡Wepa! En la voz del Tontín.
Porque Juan Manuel cautivó a los chavos saltillenses y mucho más cuando en un baile celebrado en 2017 hizo saber a los asistentes que según su propia experiencia, los orígenes del wepa se dieron en Saltillo. “Y lo digo abiertamente y a mucho orgullo, las raíces están en Saltillo Coahuila”.