Muere Kurt Masur, director emérito de la Filarmónica de Nueva York

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/ 27 diciembre 2015

Masur murió este 23 de diciembre a los 88 años en Greenwich, en Connecticut

MADRID.- A Kurt Masur muchos lo recordarán por aquel emotivo Réquiem de Brahms que dirigió con la Filarmónica de Nueva York durante el funeral de los atentados del 11-S, pero su nombre siempre resonará por su trascendental labor al frente de una orquesta, la neoyorquina, que elevó a lo más alto y a la que transformó por completo. Un trabajo que le valió el reconocimiento internacional y, a la postre, convertirse en director musical emérito de la Filarmónica de NY, a la que dirigió con gran éxito durante 11 años, uno de los periodos más largos de un director al frente de la filarmónica.

Masur murió este 23 de diciembre a los 88 años en Greenwich, en Connecticut, según informó el actual presidente de la orquesta, Matthew VanBesien. El alemán estaba enfermo de Parkinson.

Nacido en Brieg en 1927, Masur estudió piano y violonchelo en Breslau y composición y dirección musical en el Conservatorio de Leipzig. Su trayectoria profesional comenzó como director de orquesta del Teatro de Halle y como maestro de Capilla del Teatro de la Opera de Erfurt. En 1955 tomó su primera batuta al frente de la Orquesta Filarmónica de Dresde, que dirigió en dos periodos diferentes (1955-58 y 1967-72). Esta experiencia le permitió convertirse en director principal de la Komische Oper de Berlín Este.

Gran defensor del gobierno de Erich Honecker, recibió en 1982 el Premio Nacional de Alemania del Este, pero se fue distanciando del régimen comunista de la RDA y acabó interviniendo en octubre de 1989 en las manifestaciones antiguberamentales en Leipzig, firmando un llamado de paz, junto con algunos líderes del Partido. Su papel fue muy activo en la revolución pacífica que propició la caída del muro de Berlín y del régimen comunista.

En 1990 fue nombrado director de la Orquesta Filarmónica de NY en sustitución de Zubin Mehta y durante su gestión se emprendieron iniciativas como la vuelta de las emisiones radiofónicas en directo y la creación del sello de grabación New York Philharmonic Special Editions.

Hizo contrataciones importantes, revolucionó el trabajo interno de la orquesta e incluso se trajo ingenieros europeos para mejorar las acústicas. También fue director de la Orquesta Filarmónica de Londres y la de Francia. 

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