'Persona', un clásico para celebrar el centenario de Ingmar Bergman
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Una de las frases más conocidas del poeta audiovisual Ingmar Bergman es “Un rostro humano es el tema más importante del cine. Todo está ahí”.
Eso lo hemos podido comprobar en los últimos dos meses en los que hemos reseñado en estos espacios clásicos de su autoría de “Sonata de Otoño”, de 1978 a “La hora del lobo”, de 1968, pasando por su no menos loable “Gritos y susurros”, de 1972, todas ellas poderosos dramas psicológicos que iniciaban algunos incluso con el rostro en Close Up de uno de sus protagonistas hablando a la cámara y con ello tender un puente del contador de la historia con el espectador.
Algo similar sucede con la proyección con la que mañana Cinemex Galerías da fin a las exhibiciones programadas del ciclo para festejar el centenario del maestro del mes de agosto y que corresponde a su cinta “Persona”, de 1966, previa a “La hora del lobo” que recomendamos en este mismo espacio a principios de mes y con la cual, entre otras cosas, tiene como paralelismos la noción de otredad, aquella que trata del reconocimiento del otro como un individuo diferente, que no forma de la comunidad propia, pero que, al reconocer su existencia, la propia persona asume su identidad.
De ahí el solo título, “Persona”, relato que en su caso da inicio con la iluminación que sale de la lámpara de un proyector de cine para posteriormente correr a través de sus carretes para ser seguido por imágenes que incluyen una araña, un montaje rápido de comedias mudas y los rostros en una morgue, entre otras, para cortar a la imagen enigmática de un niño observando los rotros de mujeres que aparecen en una pantalla gigante que se encuentra frente a él.
Acto seguido conocemos a las dos protagonistas de la historia, la hermana Alma (Bibi Andersson), una enfermera que ha sido asignada al cuidado de una actriz de nombre Elizabeth Vogler (la actriz fetiche del maestro Liv Ullman) quien ha quedado muda a la mitad de una función de la tragedia de Electra. Al descubrir Alma que el problema de Elizabeth no es ni físico ni psicológico porque sólo se ha rehusado a hablar la lleva a una cabaña situada frente a una playa para completar su recuperación. Será durante ese proceso cuando sus personalidades tenderán a fusionarse.
Si usted ha tenido oportunidad de ver algunas de las películas del ciclo que se exhibe hasta noviembre próximo en una de las salas de Cinemex Galerías (para no ir yan lejos la mencionada “La hora del lobo”) tenemos los paralelismos que ya mencionados aunados a una pareja de personas conviviendo en una cabaña junto a la playa, pero también mencionamos al inicio de este comentario que “Persona”, como obra previa a aquella, tiene una identidad propia y quizás mucho más profunda por inmiscuirse todavía más que en otras películas en la psicología humana aunada a una semiótica audiovisual de todos aquellos que valoran al cine como el Séptimo Arte que es.
No podía faltar en una de las mejores películas de Bergman su mano derecha en la fotografía, el maestro de la luz Sven Nykvist, aquí en blancos y negros muy adecuados para la conexión de fotogramas con el drama psicológico que se nos está contando y por lo mismo una mezcla preciosista con lo tenebroso que puede ser el alma humana … y más al fusionarse en la de otra.
Comentarios a: alfredogalindo@hotmail.com; Twitter: @AlfredoGalindo