‘Rubia’ o Marilyn en versión ‘soft porn’
Una década después de aquel afortunado logro, la racha ganadora la tercera colaboración entre Pitt (ahora como productor a través de su compañía Plan B) y Dominik recibe un fuerte traspiés
Al escogerlo como actor protagónico de su segundo largometraje “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford” el director neozelandés Andrew Dominick inició una prolífica mancuerna con Brad Pitt.
Y es que a este filme que les consiguió nominaciones al Oscar al actor Casey Affleck y al fotógrafo Roger Deakins le siguió la cinta “Mátalos suavemente” en el 2012 la cual, protagonizada de nueva cuenta por Pitt al lado del desaparecido Ray Liotta y el primer actor Richard Jenkins, entre otros, estuvo nominada a la Palma de Oro y se encontró en las listas a lo mejor de su año de críticos e incluso cineastas como nuestro compatriota Guillermo del Toro.
Sin embargo, una década después de aquel afortunado logro, la racha ganadora la tercera colaboración entre Pitt (ahora como productor a través de su compañía Plan B) y Dominik recibe un fuerte traspiés con “Rubia” (“Blonde”), con todo y la nominación que tuvo para el León de Oro de la más reciente edición del Festival Internacional de Cine así como la ovación de varios minutos que recibió su actriz protagónica Ana de Armas, ya que teniendo ya la oportunidad de verla a través de Netflix desde el pasado miércoles 28 uno se encuentra con un producto que casi desde los primeros minutos de sus casi 3 horas de duración que en pocas palabras podríamos describir como Marilyn Monroe en versión “soft porn” o “semi porno”.
El gran problema de “Rubia” es que luego de iniciar muy acorde al sello estético de Dominik con Gladys (Julianne Nicholson, de “Mare of Easttown”) perdiendo la tutela de su pequeña hija Norma (Lily Fisher) por sus trastornos psicológicos y a falta del padre ausente la pequeña es recluida por sus vecinos en un orfanato, el ascenso a la fama de la que en el futuro se convertirá en el gran símbolo sexual del cine del siglo XX, Marilyn Monroe, lo fundamenta Dominik (basado en la novela de ficción del mismo título de Joyce Carol Oates) en la búsqueda de un padre al que la madre le pintó en algún momento como “un famoso actor de cine” para desmitificar a la rubia icónica de Hollywood y pasarla a convertir burdamente del símbolo sexual que todos conocemos en un mero objeto sexual.
Así, episodios que van del momento en que es descubierta para el cine por el magnate del estudio de la Fox en su momento, Darryl F. Zanuck (a quien aquí se le conoce inicialmente como el “Señor Z”) a cuando visita la ciudad de Nueva York para cantarle el memorable “Happy Birthday” al entonces presidente John F. Kennedy con quien vivió un sonado romance extramarital son sexualizadas de tal modo que, aunque no reflejan un sexo explícito, la manera de presentarlo le consiguió a la película la clasificación NC-17, que es el equivalente al que por años fue la clasificación “X” designada, casi en su totalidad, a películas pornográficas.
Pero hay de películas a películas, ya que si en su momento a los responsables de un clásico como “Perdidos en la Noche” (John Schlesinger, 1969) se sintieron ofendidos por haber obtenido una clasificación “X” (de hecho es el único filme con tal clasificación en haber ganado el Oscar a Mejor Película) y con eso podrían afectar su recepción con el público por una historia sobre un vaquero texano que se prostituía en Nueva York, tristemente ahora somos los cinéfilos los más ofendidos al ser testigos el cómo los creativos de esta basura convirtieron lo que pudo haber sido una gran biopic por el talento en ella involucrado en el descenso decadente que tiene una joven por tener como leitmotiv la búsqueda de su padre ... para solo encontrarse en el camino ya no digamos con “papitos” sino con “padrotes”. Evítela como la plaga.
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