Geoingeniería, la ambición de una polémica ciencia
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El principal de la geoingeniería objetivo es modificar las condiciones climáticas y podría convertirse en una opción realista para mitigar el cambio climático.
Madrid, España.- Un aura de misterio envuelve a esta ciencia tan poco conocida como atractiva para los amantes de la ciencia ficción. Sin embargo existe y ha sido utilizada, a veces, con fines no muy lícitos. Y es que, como toda tecnología, su naturaleza depende de quien la maneje. Es la geoingeniería, cuyos límites pueden ser traspasados fácilmente y pasar, de ser una ayuda para la humanidad, a la causante de desastres irreparables.
La geoingeniería comenzó a ensayarse a pequeña escala a mediados del pasado siglo y, en la actualidad, su principal objetivo es actuar sobre el medioambiente a escala planetaria, con la finalidad de modificar el clima o, por lo menos, ralentizar el cambio climático.
Jonathan Gómez Cantero es geógrafo, experto en Riesgos Naturales y miembro del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), además de ser un profundo conocedor de esta extraña y poco conocida ciencia.
APLICACIONES EN LA HISTORIA RECIENTE
El geógrafo indica algunas de las formas en las que ya ha sido aplicada:
"Han existido algunos experimentos de buques que han lanzado agua marina con la finalidad de que todas las partículas de sal quedasen suspendidas en la atmósfera y, de esta forma, poder ver el efecto que tenían sobre la radiación solar. La sal actuaría de forma similar a un espejo, es decir, la radiación rebotaría en los cristales que forman la sal, y sería devuelta al espacio exterior, de tal manera, que no llegaría a calentar la Tierra".
Una de las aportaciones más extendidas de esta curiosa ciencia se da en la meteorología local, con el objeto de crear nubes. Lo explica Gómez Cantero: "Hay otro tipo de geoingeniería que es el sembrado o creación de nubes, con la misión de poder hacer llover o hacer nevar".
Por ejemplo, "en los Juegos Olímpicos de Pekín se llevó a cabo el proceso contrario, eliminar las nubes para evitar que lloviese y no se fastidiase el evento deportivo. Este proceso se ha estado realizando con yoduro de plata, pero el yoduro es un metal y, como tal, puede provocar daños bastantes graves en el medioambiente, por lo que se está intentando pasar al bromuro".
"También es conocido - sigue el experto- en la historia de la geoingeniería el sembrado de nubes que se hizo para provocar lluvias después del accidente de Chernobil. El problema de que la inmensa radiación que se había escapado a la atmósfera pudiera llegar a Moscú fue lo que más preocupó a las autoridades. Para evitarlo, crearon lluvia mediante nubes artifíciales que frenaran la contaminación y no llegara a afectar a una población mucho mayor. Pero allí donde llovió, en las zonas rurales, cayó agua radiactiva y éstas quedaron afectadas de forma irreversible".
Sin embargo, esta ciencia comenzó a desarrollarse mucho antes y hay información de su uso a mediados del siglo pasado, como cuenta el geógrafo: "Hay otro experimento que se ha constatado, la llamada operación "Popeye", durante la guerra de Vietnam, en los años 60. El monzón es un fenómeno natural que trae intensas lluvias generadas por vientos cargados de humedad en el sur de China, Birmania y Camboya, al final del verano. Estados Unidos provocó un sembrado de nubes para provocar lluvias todavía más intensas, de tal manera que todos los caminos, carreteras y ciudades quedasen anegados de agua. Esta fue, por lo tanto, una medida de guerra estratégica".
OBJETIVO: EL CAMBIO CLIMATICO
"Actualmente, - señala Gómez Cantero - la geoingeniería está avanzando a escala planetaria y uno de los grandes hitos que quiere conseguir es poner en el espacio, entre el Sol y la Tierra, una serie de cristales que eviten la radiación, con el fin de cambiar el clima y/o para evitar el cambio climático". Â
Pero en este planeta y sobre el terreno, dice el geógrafo que "existen otros objetivos" sobre los bosques y los océanos, principales sumideros de dióxido de carbono (CO2) de la Tierra. "Esto quiere decir -explica Gómez Cantero- que hay dos almacenes donde guardar el CO2, uno son los bosques, por lo que hay que aumentarlos mediante la creación de árboles artificiales o la plantación de nuevos árboles, de manera que se atraiga mucho más dióxido de carbono, con el objetivo de evitar el efecto invernadero".
"Otro es el océano, que es el mayor sumidero de CO2 del planeta. Lo que se pretende es fertilizar, con hierro y otros nutrientes, todo el océano para que se cree mucha más biodiversidad marina, es decir fitoplancton, con el fin de que estas bacterias, que viven en los mares, atrapen más CO2".
Sin embargo, el geógrafo aclara que "el problema que tiene esta fertilización es que el CO2, de la atmósfera pasa al océano y, cuando el fitoplancton muere, éste se va al fondo del mar arrastrando todo el dióxido de carbono que ha almacenado, lo que provoca la acidificación de las aguas. Si se cambian los parámetros químicos del agua en todo el mundo podríamos estar hablando de la muerte de arrecifes de coral y la extinción de muchísimas especies. Por lo que los daños causados por la fertilización artificial podrían ser mucho peores de lo que podemos imaginar".
El investigador, experto en Riesgos Naturales, incide en la necesidad de experimentar con mucha cautela. "En ciencia siempre se tiene que tener en cuenta los perjuicios y las ventajas que tiene su experimentación, por eso, hasta el momento, estas técnicas se han usado muy poco, dado que existe un principio de incertidumbre bastante alto".
"Eso es lo que está haciendo que esta ciencia avance muy lentamente, porque todas estas medidas pueden provocar procesos de retroalimentación, es decir, que cuando se actúe sobre un punto en concreto se pueda desencadenar un efecto en cadena u otros daños mucho peores, e irreversibles, de forma que aquello contra lo que has querido luchar se refleje en el otro lado del planeta como un desastre natural", explica Gómez Cantero.
INTERESES RESERVADOS
Estados Unidos, país pionero de esta ciencia, sigue siendo en la actualidad el principal impulsor de la geoingeniería. "En la mayor parte de los protocolos y cumbres medioambientales, como la de Kioto, EU siempre se mantiene al margen, por lo que para poder seguir siendo la capital del mundo, política y económicamente, le interesa su desarrollo", subraya el geógrafo.
El High Frequency Active Auroral Research Program o HAARP (Programa de Investigación de Aurora Activa y Alta Frecuencia) es un programa financiado por la Fuerza Aérea norteamericana y la Marina de los Estados Unidos para estudiar las propiedades de la ionosfera, con el objeto de mejorar las radiocomunicaciones y los sistemas de vigilancia.
Su estación, situada cerca de Garona, en Alaska, comenzó a funcionar en 1993.
Desde su puesta en marcha este proyecto, dado su carácter reservado, ha sido objeto de numerosas teorías de conspiración. Científicos y expertos han criticado los intereses ocultos de este programa, al que algunos especialistas hacen responsable de terremotos, tsunamis y huracanes. Â
Sin embargo, para el investigador "no existe, a día de hoy, ninguna máquina que pueda provocar estos fenómenos. Aunque la geoingeniería pueda caer en malas manos y provocar daños, éstos serían puntuales. Esta ciencia no está fundamentada para atentar directamente contra la población", concluye el especialista.
DESTACADOS:
* La geoingeniería comenzó a ensayarse a pequeña escala a mediados del pasado siglo y, en la actualidad, su principal objetivo es actuar sobre el medioambiente a escala planetaria, con la finalidad de modificar el clima o, por lo menos, ralentizar el cambio climático.
* "Después de que en Chernobil se produjese el fallo en su central nuclear, las autoridades temieron que la inmensa radiación que se había escapado a la atmósfera llegara a Moscú. Para evitarlo crearon lluvia mediante nubes artificiales. Pero allí donde llovió, en las zonas rurales, cayó agua radiactiva y éstas quedaron afectadas de forma irreversible", cuenta Jonathan Gómez Cantero, geógrafo, experto en Riesgos Naturales y miembro del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
* El investigador incide en la necesidad de experimentar con mucha cautela. "En ciencia siempre se tiene que tener en cuenta los perjuicios y las ventajas que tiene su experimentación, por eso, hasta el momento, estas técnicas se han usado muy poco, dado que existe un principio de incertidumbre bastante alto".