"Mariachi", la impresora 3D sustentable creada por jóvenes yucatecos

Tech
/ 17 septiembre 2017

El principal material de "Mariachi" es el ácido poliláctico (PLA) que proviene de material reciclado

Mérida.- "Mariachi" es la impresora 3D creada por jóvenes yucatecos que además de tener un costo bajo, utiliza insumos que la vuelven amigable con el medio ambiente.

En un comunicado de la Secretaría de Fomento Económico (Sefoe) de Yucatán, Julián Trejo Ávila, cocreador del aparato, señaló que el principal material de "Mariachi" es el acido poliláctico (PLA) que proviene de material reciclado.

Explicó que la utilización de este producto es lo que hace sustentable a la impresora, ya que convierte los hilos de éste en figuras tridimensionales con la técnica Modelado de Fusión por Deposición.

"Con Mariachi puedes imprimir figurillas de hasta 20 por 20 por 19 centímetros en casa y no tienes que ser experto para usarla”, añadió Trejo Ávila, quien mostró su uso en el módulo de Yucatán durante el evento la Semana Nacional del Emprendedor, que se realizó en la Ciudad de México.

Detalló que la impresora 3D tiene un costo más bajo, entre 20 y hasta 50 por ciento con respecto a otras de su misma gama. "Mariachi", continúo, se ofrece en dos versiones: Catrina, que es para uso avanzado con mayores posibilidades en color y acabados, y Catrina Select, para uso fácil con funciones predeterminadas.

“Es una empresa cien por ciento mexicana. Ofrecemos un servicio de calidad y es una máquina que no te va a dar problemas y, en su caso, brindamos un año de garantía en nuestro centro de servicios que está en la misma fábrica”, abundó.

Por su parte, Israel Quintal Xix, ingeniero en Electrónica y uno de los creadores, señaló que “nuestro propósito ahora es impulsar la fabricación en México, atender las necesidades de más industrias y trabajar en aplicaciones que ayuden a más mexicanos”.

Su sociedad inició hace cuatro años con la exploración de otros proyectos; la marca "Mariachi" nació hace año y medio, después de pasar por un proceso de incubación tradicional en 2016 y, tras evaluar su potencial, recibió otro proceso de alto impacto con recursos estatales, que concluyó en 2017.

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