Podría haber vida en una de las lunas de Saturno
Los resultados del análisis, publicados hoy en la revista Science por el equipo científico de la misión, apuntan a que Encélado puede albergar formas de vida simples
En octubre de 2015 la sonda Cassini de la NASA hizo una maniobra para la que no había sido diseñada. La nave cambió su rumbo y se dirigió al polo sur de Encélado, la luna helada de Saturno. Desde hace unos años, este cuerpo que supera por poco los 500 kilómetros de diámetro y cuyo núcleo rocoso está sepultado bajo un sarcófago de hielo de unos 40 kilómetros de espesor es uno de los principales favoritos a albergar vida más allá de la Tierra.
El objetivo de Cassini era analizar la composición de las nubes de gas que emanan como géiseres en el polo sur de esta luna. Los responsables de la misión de la agencia espacial de EE UU programaron un vuelo a apenas 49 kilómetros de la superficie, el más cercano realizado nunca. La nave atravesó las nubes de Encélado a 19.000 kilómetros por hora y su pasada duró apenas fracciones de segundo. La esperanza era capturar algunas de las partículas de agua y otros compuestos que emanan de los géiseres a unos 400 metros por segundo.
Los resultados del análisis, publicados hoy en la revista Science por el equipo científico de la misión, apuntan a que Encélado puede albergar formas de vida simples, similares a las que existen en las profundidades de los océanos de la Tierra. El espectrómetro de masas a bordo de la sonda muestra que los gases escupidos por los géiseres contienen moléculas de hidrógeno y dióxido de carbono. Estos dos compuestos suponen un 1,4% y un 0,8% del volumen total, respectivamente.
Lo más plausible es que los gases se hayan originado por actividad hidrotermal, consideran los científicos. En la Tierra, este tipo de procesos suceden en el fondo de océanos cuando el magma a altas temperaturas entra en contacto con las rocas y el agua. Las fumarolas hidrotermales albergan comunidades microbianas capaces de alimentarse de los compuestos químicos presentes en estos entornos. Una de las hipótesis sobre el origen de la vida en la Tierra es que surgiese al calor de estas chimeneas subacuáticas.
Hay microbios que habitan estos entornos que usan hidrógeno molecular y dióxido de carbono para generar metano. “Algunos de los microorganismos más antiguos de la Tierra usan estos metabolismos basados en el dihidrógeno”, resaltan los autores del estudio, liderado por Hunter Waite, del Instituto de Investigación del Suroeste y líder del equipo científico del instrumento que ha analizado los gases de Encélado. Los científicos señalan que el mismo proceso podría estar sucediendo en el fondo del océano de Encélado, a unos 10 kilómetros de profundidad bajo el por ahora impenetrable sarcófago de hielo que lo recubre. En estudios anteriores la Cassini demostró que las emanaciones de Encélado también contienen agua, metano y compuestos orgánicos. La presencia de vida sería una de las explicaciones de la existencia de los dos elementos detectados por la Cassini en este último estudio, aunque también podrían deberse a otros procesos ajenos a la presencia de microbios, advierten los responsables del trabajo.
Esta misión, la que mejor ha estudiado Saturno y su espectacular sistema de anillos helados y lunas, terminará en septiembre de este año. Está previsto que la sonda explore la zona interna de Saturno antes de suicidarse en la atmósfera del gigante gaseoso, una última maniobra concebida precisamente para no contaminar Encélado de cara a futuras misiones en busca de vida.