Don Frustracio, el marido de doña Frigidia, le comentó a un amigo: ‘Después de 10 años de casados por fin anoche mi esposa y yo tuvimos compatibilidad sexual’
Don Ruguito, señor octogenario, fue a vivir en una casa para adultos mayores. El primer día de su estancia ahí se inclinó de tal modo en su silla a la hora de comer que la enfermera de turno acudió presurosa a enderezarlo,
Entre los cuadros de la exposición había un desnudo femenino. El señor no pudo menos que notar el enorme parecido de la modelo con su mujer. Le preguntó, atufado y receloso: ‘¿Acaso posaste desnuda para ese pintor?’
Ahí mismo, sobre el piso, atrás del piano, se llevó a cabo la medicación. En el curso del tratamiento el pastor Fages, poseído por la libídine del acto, le pidió apasionadamente a Sister: ‘¡Béseme, hermana! ¡Béseme!’
La voluptuosa vecina de Simplicio, joven varón sin ciencia de la vida, lo invitó a visitarla en su departamento... Ahí le musitó al oído, insinuante y sugestiva: ‘Las abejitas lo hacen. Las mariposas lo hacen. Las libélulas lo hacen. ¿Por qué nosotros no lo hacemos?’
Se dirigió a la señorita Himenia, célibe de edad madura, y le ofreció con actitud galante: ‘¿Gusta una copa? ¿O prefiere bailar? ¿O le gustaría ir conmigo a un sitio más discreto?’
Don Galileo le dijo a su compadre Astasio: ‘Me compré un poderoso telescopio. Con él pude ver a través de la ventana de tu departamento... te recomiendo que cuando hagas el amor bajes las cortinas...’
Los guardianes de los cementerios están acostumbrados a ver cosas extrañas. No por parte de los muertos, que son en general de naturaleza pacífica, sino de los vivos, capaces de todas las rarezas
En el curso de la visita, terminado el piscolabis de pastelillos con rompope, sucedió algo que hizo decir a la anfitriona: ‘No sabía, amigo mío, que fuera usted tan atrevido. ¡Mire que tocarme ahí!’