Cuál no sería su sorpresa –inédita expresión– cuando vio a su mujer, lady Loosebloomers, embracilada en el lecho conyugal con Wellh Ung, el pelirrojo mancebo
Estoy leyendo entre risas y sonrisas un libro delicioso, ‘El Divino Chupe’, obra de Enrique Heras y de su hermano Chava... Doy gracias a ellos por las sonrisas que con su divertido libro me obsequiaron
No era él, le dijo, hombre para andar en esos sitios. Estaba dedicado, lo sabía ella muy bien, a su trabajo de contable... Pero ella se empecinó en su pretensión
‘Todas las mañanas voy a la calle Gladiola, de la colonia Floreta. En cada casa hay una esposa desatendida por su marido y ansiosa de compañía. Ahí es donde hago mis conquistas’
El galán era soñador; sabidora la muchacha. Llegaron a un bello paraje de frondosos árboles y verde hierba... El romántico joven evocó el Poema Número 20 de Neruda
‘Cuidado –le dijo el señor a la señora en la cocina–. Estás friendo los huevos con demasiado aceite...’. La señora se molestó: ‘¿Acaso piensas que no sé cocinar un par de huevos?’
Su flamante desposada iba a la cama todas las noches llevando un moñito en la cabeza. Le preguntó, curioso: ‘¿Por qué siempre te pones ese moño al acostarte?’
Un cierto joven ingresó a un club nudista, y en broma se hizo tomar una foto de cuerpo entero, desnudo. Por esos días su abuelita le escribió pidiéndole que le enviara un retrato suyo
‘Mañana yo me tomaré una hora, e iré a mi casa a comer’. Así lo hizo. Le extrañó no ver a su esposa. Subió a la alcoba, y al abrir la puerta vio a su jefe
El marido llegó a su casa en hora inusitada y encontró a su esposa en trance de refocilación carnal con el compadre... La pecatriz prorrumpió en llanto
Pistela, linda joven, aceptó la invitación que le hizo Libidiano de visitarlo en su departamento. Llegada ahí le pidió: ‘Prepárame una taza de café bien cargado’