6 causas de infertilidad que puedes causar tú misma
COMPARTIR
La fertilidad de una mujer en el pasado era valorada y codiciada, hoy es una cuestión de salud que ninguna mujer debe menospreciar. 6 causas de infertilidad. Las mujeres mismas las provocan
Cuando se habla de infertilidad, por lo regular se debe a que ya se tiene el problema encima, lo que hace que la pareja, pero sobre todo la mujer, viva un tiempo muy difícil y complejo. Y aunque en muchos casos se encuentra una solución, hay otros en los que la respuesta no es agradable y provoca mucho dolor.
Algunas causas de infertilidad se pueden prevenir y así evitar que se derramen muchas lágrimas en el futuro. Haciendo a un lado la idea de los bebés –harina de otro costal–, la infertilidad es un problema de salud femenina que debe ser atendido oportunamente desde cualquier punto de vista.
En este entendido, a continuación te presento seis causas de infertilidad que pueden evitarse si se pone un poco de atención:
1. Grasa en el vientre
Este es un problema más común de lo que te imaginas. En la actualidad, un gran porcentaje de la población de muchos países presenta sobrepeso, y tal condición ya es en sí una cuestión de salud seria que no debe dejar de atenderse; pero en el caso de las mujeres, la grasa localizada en el vientre y el bajo vientre llega a afectar directamente la matriz. La grasa se acumula y la oprime, presiona o inclusive la llega a vencer, lo que evita que un embarazo llegue a buen término.
Mi recomendación y la de muchos nutriólogos es la siguiente: haz ejercicio y trabaja los músculos abdominales, evita tener o aumentar esa terrible “lonjita” que se forma bajo la línea de la cintura al sentarte.
2. Mala higiene íntima
Este es un descuido que no puedes permitirte bajo ninguna circunstancia. El aseo íntimo debe ser frecuente. La ropa interior, de preferencia, ha de ser de algodón para permitir la transpiración y evitar la ropa demasiado ajustada o usarla durante varios días.
La mala higiene provoca infecciones que a la larga puede dañar matriz u ovarios. Mantente atenta a malos olores, flujos extraños o fuera de tiempo y acude al ginecólogo cuando tengas dudas. No dejes pasar estos síntomas, son importantes.
3. Harinas en exceso
Es un consejo de las abuelas que tiene su razón de ser: no ingerir harinas en exceso. De nuevo, los órganos femeninos se ven afectados por su consumo.
4. La hormona y sus desfiguros
A partir de la primera menstruación la mujer va a experimentar muchos cambios y afectaciones debido a las alteraciones hormonales. Si durante la adolescencia se presentan situaciones como periodos de más de tres meses sin menstruación, cambio de color, olor o volumen en el sangrado, hay que acudir de inmediato al médico. Los cambios hormonales afectan los periodos de ovulación y, por lo tanto, la posibilidad de concebir un bebé.
5. Aprensión emocional
Es curioso cómo nuestra mente puede afectar todo nuestro cuerpo. Hay mujeres que se casan con todo el ánimo y deseo de convertirse en madres lo más pronto posible, pero el bebé nunca llega por más que la pareja se esfuerza. Hay inclusive parejas que tras años de intentarlo, se deciden por adoptar y una vez que los hijos adoptados se instalan en el hogar, los hijos biológicos llegan.
El deseo apremiante de quedar embarazada causa justamente lo contario. Una vez que has visitado al médico y descartado que la infertilidad no tenga un origen fisiológico, hay que pasar a revisar la parte emocional; relajarse y permitir que la naturaleza tome su curso.
Mi consejo: acércate a algún grupo de apoyo emocional o a un psicólogo y ocupa tu tiempo, distrae la mente y relaja el cuerpo.
6. Cuestión de peso
La infertilidad es más frecuente en mujeres cuyo peso está por debajo de lo normal que en aquellas que tienen sobrepeso. Vigilar tu peso y la calidad de tu alimentación es fundamental. Una mujer desnutrida no podrá engendrar sanamente a un pequeñito. Aliméntate correctamente, en especial evita o trata la anemia, evita las bebidas alcohólicas y el cigarro y tu cuerpo hará el resto.
Es preferible tener una herramienta en buenas condiciones y nunca usarla, a necesitar alguna y carecer de ella. Lo mismo pasa con nuestra salud reproductiva.