Así es como el ejercicio puede controlar nuestra ansiedad
COMPARTIR
La actividad física reduce a la mitad el riesgo de desarrollar ansiedad clínica con el paso del tiempo
Por Gretchen Reynolds
Según un nuevo informe, para sobrellevar mejor las desalentadoras noticias de este invierno sobre el aumento de casos de COVID-19 y muchas otras cosas, es posible que quieras salir y jugar en la nieve. El estudio a gran escala donde participaron casi 200.000 esquiadores de fondo reveló que la actividad física reduce a la mitad el riesgo de desarrollar ansiedad clínica con el paso del tiempo. El estudio, realizado en Suecia, se centró en el esquí, pero los investigadores afirmaron que casi cualquier tipo de actividad aeróbica puede ayudar a protegernos contra la preocupación y el miedo excesivos, un pensamiento alentador ahora que nos enfrentamos a otra sombría temporada de pandemia.
La ciencia ya ofrece muchas pruebas alentadoras de que el ejercicio puede mejorar nuestro estado de ánimo. Los experimentos demuestran que cuando las personas (y los animales de laboratorio) empiezan a ejercitarse, por lo general desarrollan mayor tranquilidad, más resiliencia, son más felices y menos propensos a sentirse tristes sin motivos, nerviosos o enfadados que antes. Los estudios de investigación en salud pública, que a menudo se centran en los vínculos entre un tipo de actividad o comportamiento y diversos aspectos de la salud o la longevidad, también descubren que hacer más ejercicio está relacionado con una probabilidad bastante menor de desarrollar una depresión grave; por el contrario, ser sedentario aumenta el riesgo de depresión. Un estudio neurológico notable de 2013 incluso reveló que el ejercicio conduce a la reducción de la ansiedad de los roedores al provocar un aumento en la producción de neuronas especializadas que liberan una sustancia química que calma el exceso de actividad en otras partes del cerebro.
No obstante, la mayoría de estos estudios fueron reducidos, a corto plazo o se referían principalmente a ratones y dejaban muchas preguntas sim responder sobre qué tipos de ejercicio podrían mejorar nuestra salud mental, cuánto tiempo podrían durar las mejoras del estado de ánimo, si los hombres y las mujeres se benefician por igual y si es posible hacer demasiado ejercicio y quizás aumentar la probabilidad de sentirse peor a nivel emocional.
Por eso, para el estudio nuevo, publicado en Frontiers in Psychiatry, los científicos especializados en ejercicio físico de la Universidad de Lund, Suecia, y otras instituciones resolvieron que valía la pena analizar la salud mental a largo plazo de los miles y miles de hombres y mujeres que han participado en la famosa Vasaloppet sueca de esquí de fondo a lo largo de los años.
La Vasaloppet, que celebra su centenario este invierno, es la serie de carreras de esquí de fondo más importante del mundo, con multitudes de corredores que se alinean cada año en los bosques del centro de Suecia para pasar zumbando, deslizarse y respirar agitados en carreras que van desde los 30 kilómetros hasta la distancia de exhibición de 90 kilómetros. Dado que este tipo de prueba de resistencia requiere de una buena salud, una gran resistencia y un entrenamiento sólido, anteriormente los investigadores utilizaron los datos de los corredores de la Vasaloppet para estudiar cómo influye el ejercicio en la salud cardiaca, los riesgos de padecer cáncer y la longevidad.
“Utilizamos la participación en una carrera Vasaloppet como indicador de un estilo de vida físicamente activo y saludable”, señaló Tomas Deierborg, director del Departamento de Medicina Experimental de la Universidad de Lund y autor principal del nuevo estudio, que ha completado dos veces la carrera de 90 kilómetros.
Para empezar, él y sus colegas recopilaron los tiempos de finalización y otra información de 197.685 hombres y mujeres suecos que participaron en una de las carreras entre 1989 y 2010. A continuación, cotejaron esta información con los datos de un registro nacional sueco de pacientes, buscando diagnósticos de trastorno de ansiedad clínica entre los corredores en los 10-20 años siguientes. A modo de comparación, también comprobaron los diagnósticos de ansiedad durante el mismo periodo de 197.684 de sus conciudadanos seleccionados al azar que no habían participado en la carrera y que, en general, se consideraban relativamente inactivos.
Los investigadores descubrieron que los esquiadores resultaron ser mucho más tranquilos durante las décadas posteriores a la carrera que los demás suecos, con un riesgo del 50 por ciento menor de desarrollar ansiedad clínica. Este buen estado de ánimo solía prevalecer entre los esquiadores hombres y mujeres de casi cualquier edad, a excepción, curiosamente, de las corredoras más rápidas. Las mejores corredoras de cada año solían ser más propensas después a desarrollar trastornos de ansiedad que otras corredoras, aunque su riesgo en general seguía siendo menor que el de las mujeres de la misma edad del grupo de control.
Estos resultados indican que “el vínculo entre el ejercicio y la reducción de la ansiedad es fuerte”, comentó Lena Brundin, investigadora principal de enfermedades neurodegenerativas en el Instituto de Investigación Van Andel de Grand Rapids, Míchigan, quien fue otra autora del estudio.
Además, según Deierborg, es probable que no sea necesario esquiar largas distancias en los bosques nevados de Suecia para obtener los beneficios. Estudios anteriores sobre el ejercicio y el estado de ánimo sugieren que seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud de caminar a paso ligero o actividades similares durante treinta minutos la mayoría de los días “tiene buenos efectos en la salud mental”, dijo, y estos beneficios parecen aplicarse a una “población más amplia” que solo la sueca.
No obstante, los resultados tienen limitaciones. No pueden demostrar que el ejercicio haga que las personas disfruten de un mejor estado de ánimo, solo que las personas muy activas tienden a ser menos ansiosas que sus pares más sedentarios. El estudio tampoco explica cómo el esquí puede reducir los niveles de ansiedad. Los investigadores sospechan que la actividad física modifica los niveles de sustancias químicas cerebrales relacionadas con el estado de ánimo, como la dopamina y la serotonina, y reduce la inflamación en todo el cuerpo y el cerebro, lo que contribuye fisiológicamente a tener una salud mental más robusta. Es probable que salir al aire libre entre pinos silenciosos y empapados de nieve y lejos de las llamadas por Zoom mientras se entrena para una Vasaloppet tampoco haga daño.
Según los investigadores, cualquier ejercicio en cualquier entorno debería de ayudarnos a afrontar mejor este invierno. “Un estilo de vida con actividad física parece tener un fuerte efecto en la reducción de las posibilidades de desarrollar un trastorno de ansiedad”, señaló Deierborg, quien espera extender esos beneficios a la siguiente generación. Planea inscribirse y entrenar para otra Vasaloppet dentro de unos años, dijo, cuando sus hijos pequeños tengan edad suficiente para acompañarlo.
c.2022 The New York Times Company