¿Cómo apoyar a tus hijos en su vida social escolar?
La docente Telma Villarreal explica cómo detectar, prevenir y atender el aislamiento social en niñas y niños desde la casa y la escuela
Miss Telma Cecilia Villarreal Ibarra no planeó ser maestra, pero la vocación la encontró en el camino. Originaria de Monclova, Coahuila, tiene más de dos décadas de experiencia docente y actualmente imparte clases de licenciatura y posgrado en la Universidad La Salle. Es maestra en Educación Especial y doctora en Ciencias de la Educación, y a lo largo de su trayectoria ha acompañado a niñas, niños y adolescentes en sus procesos emocionales y de integración.
Para ella, la amistad no es solo parte de la infancia, sino una herramienta clave para el desarrollo personal. “Una amistad los lleva a ser felices, los prepara para construir relaciones saludables en el futuro”, asegura.
Desde su experiencia, las primeras señales de que un niño tiene dificultades para integrarse no deben pasar desapercibidas: aislamiento frecuente, rechazo por parte de compañeros, ansiedad en dinámicas grupales o baja autoestima. “Cuando un niño te dice ‘no quiero hablar’, ‘no quiero participar’, es momento de poner atención. Algo está sucediendo con él”.
La socialización comienza en casa
Miss Telma afirma que las habilidades sociales se construyen en el hogar. “Si no hay comunicación en casa, ¿cómo le pido a mi hijo que sea sociable? Los niños aprenden con el ejemplo”.
Resolver conflictos de forma respetuosa, escuchar con atención y fomentar la expresión emocional, son prácticas que los hijos replican en la escuela. También es importante desarrollar su autoestima sin caer en la sobrevaloración. “A veces les decimos ‘eres el más hermoso del mundo’, y cuando salen al entorno social, eso puede volverse en su contra. Hay que ser cuidadosos”.
Autoestima y seguridad emocional
Tener una buena imagen de sí mismo permite que los niños enfrenten mejor la frustración, el rechazo o los conflictos. “Con una buena autoestima, el niño participa, conversa, controla impulsos. Se reduce el miedo a ser rechazado”, explica. Esta seguridad les permite también esperar su turno, aceptar una derrota sin enojo y resolver situaciones incómodas sin estallar.
Presencia sin invasión
Acompañar no significa intervenir. Muchos padres, con buena intención, terminan apropiándose de las historias de sus hijos. “Nos empiezan a contar algo y terminamos hablándoles de cuando nosotros íbamos a la escuela. Eso no es escuchar”. El acompañamiento respetuoso implica validar sus emociones, redirigir con delicadeza cuando es necesario y mostrar interés sin imponer nuestras experiencias.
Actividades fuera del aula: sí, pero con equilibrio
Las actividades extracurriculares son útiles para fortalecer las habilidades sociales, pero deben elegirse con mesura. “A veces los saturamos: piano, taekwondo, Biblia... y olvidamos que también necesitan jugar y descansar”. Actividades como el deporte o el arte favorecen la convivencia y permiten que los niños se relacionen en espacios distintos al aula, con beneficios emocionales y sociales.
Escuela, familia y comunidad: una red de apoyo
Cuando un niño se siente excluido, Miss Telma recomienda fortalecer la colaboración entre escuela, docentes y familias. “Una kermés, por ejemplo, permite que esta triada se comunique y se vincule. Se necesita una red para que el alumno avance”. El trabajo conjunto, con comunicación y apoyo emocional, es clave para acompañar a los estudiantes en su desarrollo integral.
Niños con necesidades educativas especiales
El primer paso, dice la docente, es que los padres se informen sobre la condición de su hijo. “No solo hablamos de discapacidad, también de niños con altas capacidades o aquellos que requieren un ritmo distinto. El padre debe conocer y comprender esa necesidad”.
Una vez informados, los padres pueden generar entornos en casa que favorezcan la socialización: establecer rutinas, fomentar el saludo, dar espacio a la expresión. “El padre se vuelve un experto, orienta al maestro y ambos escuchan al niño. No dan por hecho ni toman decisiones por él”.
Crear estos vínculos desde el hogar permite que la integración escolar fluya con mayor naturalidad. Porque en el fondo, ayudar a un niño a hacer amigos en la escuela es también enseñarle a confiar en sí mismo, en los otros y en su capacidad de construir relaciones que lo acompañen en la vida.
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