¿El ser muy quisquilloso para comer es realmente un problema?

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Todos los padres tienen dificultades con los hijos que se pasan de caprichosos o quisquillosos para comer, y hay algunos casos peores que otros. También, los propios adultos son de los más quisquillosos con la comida
El ser quisquilloso para comer es un problema que afecta a muchos padres con sus hijos que se crían en todo el mundo, y en muchos adultos también.
Pero, ¿es realmente un problema ser muy quisquillosos o caprichosos con la comida? Analicemos el tema más de cerca.
Las preocupaciones legítimas por esos remilgos a la hora de comer incluyen la preocupación de que los niños o adultos:
Tengan miedo de la comida y no quieren probar cosas nuevas.
Estar socialmente incómodos, nerviosos, y ansiosos, cuando están en un lugar en el que no controlan los alimentos (por ejemplo, la cena de un amigo como invitado).
No obtener suficientes nutrientes para crecer, prosperar, o funcionar de manera óptima.
Vayan a terminar comiendo de manera diferente que el resto de la familia, y requieran más trabajo o comidas especiales.
El miedo a probar nuevos alimentos y no tener el control
La dietista e investigadora en las relaciones con la alimentación, Ellyn Satter, describe como paradigma ideal la alimentación y comida del "comedor competente" como alguien que puede estar "positivo, cómodo, y flexible, con la alimentación".
Las personas que tienen una relación sana con los alimentos no están preocupados u obsesionados con la comida. No están constantemente preocupados sobre qué comer y que opciones de comidas tienen.
La 'neofobia de alimentos' (food neophobia), o el temor a nuevos alimentos, es relativamente normal que los niños lo experimenten entre las edades de los 2 y 6 años. Pueden haber comido una amplia variedad de alimentos como bebés sin quejarse y luego, de repente, se despiertan rechazando sus alimentos favoritos con anterioridad, y sólo deseando pasta con mantequilla y perros calientes.
Durante este tiempo, los niños son más conscientes de que lo que están comiendo es nuevo. Hay más alimentos nuevos y extraños disponibles que los habituales (esto puede ser aterrador, y es razonable). También está el establecer su propia independencia y su identidad; lo que ponen dentro de su boca es una de las pocas cosas que los niños realmente controlan en sus vidas.
El miedo a la comida es algo por lo que estar preocupado, pero es razonable tener que asumirlo.
Que su hijo o hija vaya a crecer fuera de esta etapa de rechazo a ciertas comidas, al menos en parte, dependerá de cómo lo afronte. (Vea las recomendaciones para ayudar debajo, y esta historia de dietistas de recuperar a un reconvertido quisquilloso con la comida).
Insuficiencia de nutrientes
Dependiendo de cómo restrictivo o remilgado sea para comer, obtener suficientes vitaminas, minerales, y energía, puede ser una preocupación. Las curvas de crecimiento en los niños indicarán los patrones de crecimiento saludables.
La mejor manera de saber si usted, o sus hijos, están recibiendo suficientes vitaminas y minerales es comparar los patrones alimenticios de los grupos de alimentos recomendados con su ingesta.
También puede introducir todos los alimentos que se consumen durante unos días en un rastreador de alimentos como el 'SuperTracker' del USDA, o 'MyFitnessPal', y comprobar la ingesta media de nutrientes individuales y compararla con las recomendaciones. Un dietista registrado puede ayudar a analizar y llegar a prepararle un plan de acción.
¿Problemático con las comidas o algo más?
Algunas personas son muy sensibles a los estímulos sensoriales, como texturas, olores, o sabores de los alimentos, o tal vez incluso de la sensación de comer algunos alimentos, y de tener cosas que tocan la boca. Esto se llama 'aversión oral'.
A veces hay dificultades fisiológicas y médicas que impiden una alimentación exitosa. Otras ideas acerca de la raíz del 'mal comer' extremo se pueden encontrar aquí. Si usted sospecha que puede ser ésto en sí mismo, o en su hijo o hija, vaya a un especialista que le puede ayudar a lidiar mejor con ese problema de las comidas.
A veces los niños parecen exigentes, pero hay otros aspectos que influyen en su selectiva alimentación.
Picoteo
Los niños o adultos que picotean, toman comida de aquí y de allí todo el día, no estarán hambrientos a la hora de comer. Los que tienen hambre son más propensos a comer, y comer nuevos alimentos o alimentos menos preferidos (por ejemplo, verduras).
Comidas consistentes y aperitivos
La investigación y la experiencia personal ha enseñado que cuando las comidas se ofrecen de forma consistente y se puede esperar, la gente come mejor. No son tan propensos a tomar algo para llenar un vacío rápidamente, si saben que una verdadera y bien preparada comida recompensará su paciencia. Tengo un niño muy exquisito en casa, y casi siempre se pueden registrar sus estallidos de exigencia en los momentos más atareados y en las ocasiones de tomar una comida más inconsistente.
Poder
Idealmente, las comidas son placenteras y agradables y todos los miembros de la familia quieren estar presentes. Cuando un hijo o hija siente que está siendo obligado a comer de una cierta manera, hemos creado un escenario de ganar-perder en lugar de un ganar-ganar, y puede traer consecuencias negativas para toda la vida.
Un niño o niña, especialmente de carácter fuerte, no va a querer perder una lucha de poder, y, en general, nadie quiere sentirse como si hubiera perdido. Cuando se sienten acorralados y obligados, algunos hijos o hijas interiorizan y se crean algún resentimiento, que es un problema para el estado de ánimo en la mesa familiar, y para la relación padres-hijos.
Dejar el 'mal comer' en el pasado
Para llegar a ser una persona de buen comer o un 'comedor competente', Satter recomienda a los padres que ofrezcan a sus hijos una variedad de alimentos (incluyendo nuevos y los que ya están familiarizados o más aceptados) y asumir la responsabilidad de preparar aperitivos y comidas nutritivas, elaboradas, y consistentes, para luego dejar que sus hijos elijan a partir de los alimentos que se le ofrecen, dejando que ellos decidan cuánto van a comer de cada uno, todo ello en un entorno de baja presión.
Si cualquiera de estas piezas no se encajan, puede ser más difícil resolver todos esos problemas de alimentación. El uso de este modelo no garantiza tener perfectos modelos de buen comer, o que haya un proceso sin dificultades, pero es una herramienta útil para orientar las decisiones de alimentación que producirán personas responsables que consuman dietas más saludables, que tengan pesos más saludables, una mejor aceptación de sí mismo, mejor sueño, y estarán físicamente más activos.
Encontrar las soluciones que mejor se adapten a su familia para crear una relación positiva con los alimentos, es la otra clave para evitar los quisquillosos con la comida.
