Encuentra diario con 100 años de antigüedad en su hogar y emprende viaje para descifrarlo
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Una mujer estadounidense encontró un libro escrito por un inmigrante danés y su historia le cambió la vida
Christina Lalanne llegó a una antigua casa al oeste de San Francisco, sin saber que su vida cambiaría drásticamente cuando encontró un viejo diario del siglo 20, escrito por un jóven danés inmigrante, después de una remodelación en su hogar en enero de 2019.
El escrito con una antigüedad de más de 100 años, al día de hoy, contenía cartas y relatos de romance, pero sobre todo una historia que contar; durante los próximos dos años desde su encuentro, Lalanne se destinó a seguir una ruta de investigación en registros de censos y archivos periodísticos.
Lalanne y su esposo, Mat Temmerman, buscaban un proyecto cuando encontraron la casa en Sunset District en 2015, aunque no solo el diario habitaba aquellas paredes, también lo acompañaban murales antiguos pintados a mano y una rara construcción, en ese instante quedaron cautivados.
“He estado en cientos de casas antiguas aquí en la ciudad, pero nunca antes había visto algo así” y agregó “esto vino tan claramente de la imaginación de alguien”.
Hans Jorgen Hansen fue el autor de aquellas palabras, inmigrante y carpintero danés que llegó a Estados Unidos en 1904, construyó la misteriosa casa a la edad de 30 años, donde agregó incrustaciones en el piso que contrastaba con los tulipanes en la vidriera de la puerta principal.
Otros datos interesantes acerca de Hans Jorgen fue que vivía con Christine, su esposa, y tres hijos, llegaron al país norteamericano para echar raíces y trabajar. Pero el diario no fue lo único antiguo y misterioso en la casa: un anuncio de un negocio de sastrería escondido bajo una baldosa en el suelo, planos de construcción, documentos citatorios alegando pagos a sus subcontratistas y un juego de dentaduras postizas en una bolsa de papel.
Una de las actividades entre Christina y su gato llamado Pringles, era reemplazar las capas de pintura para dar a relucir los murales originales, así que pasaron seis años hasta recuperar la pintura del siglo 20.
Lalanne y Temmerman trabajaban en la casa después de un terremoto, cuando su señal de internet falló, así que Temmerman bajó al sótano para restablecerla; encontró una pila de escombro destinada como desechos y vió dos cuadernos descoloridos.
Hojearon los libros y un mapa ferroviario del oeste del país; la primer página contenía la fecha de 1 de enero de 1900, en el instantes que Christina lo vio reconoció la escritura, pertenecía a Hans Jorgen Hansen; a palabras de ella estaba destinada a ser la dueña de la casa y compartir los secretos de aquel diario.
Para contar la historia de Hansen, Lalanne primero tenía que entenderla. Los diarios se escribieron principalmente en danés. Así que pidió ayuda a conocidos de Dinamarca, pero solo recibió respuestas de desconocimiento; la cursiva de principios de siglo era demasiado difícil de comprender. Por lo que decidió traducirlo letra por letra en Traductor Google
“Básicamente, estaba sentada allí mirando esas palabras, y el enigma de todo eso simplemente me devoraba”, dice Lalanne.
Mat, su esposo, estima que pasó cientos de horas con la cabeza girando entre el papel y la pantalla. Pero a medida que Christina aprendió a descifrar la letra de Hansen, comenzando por las palabras, luego las oraciones y al final la narración, todo comenzó a tomar forma.
El relato comienza en año nuevo, Hans Jorgen Hansen había llegado a una gran ciudad; salió de un pueblo costero llamado Husby; tenía 20 años y era aprendiz de carpintero, contaba sus ambiciones como inmigrante, pero había tramos de anotaciones hechas cinco años antes de la construcción a nombre de Anna.
Los textos relataban la historia entre Hans y Anna en su adolescencia, ambos eran vecinos de pueblos y compañeros de trabajo; el carpintero lo menciona como una amistad íntima. Hasta que Anna viajó a Estados Unidos en 1897 y la relación se convirtió en cartas enviadas del otro lado del Atlántico. “ Desde entonces nos hemos acercado más y hemos llegado a depender el uno del otro”, se mencionaba en las líneas, aunque eso cambió ocho años después.
En abril de 2019, Lalanne visitó Dinamarca, ahí conversó con extraños y conoció archivos de la ciudad. Entrevistó a residentes de edad avanzada, integró un equipo de voluntarios que examinaron los documentos y las hojas del cuaderno; como recuerdo, Christina, tiene una fotografía en Odense, lugar donde Hans compró su diario más de un siglo atrás.
Hanne Oosterom, ayudante voluntaria, pasó una semana rastreando registros parroquiales, de gobierno y el archivo nacional sueco; también presenciaba las investigaciones de la estadounidense y el arduo trabajo que realizaba.
El romance histórico entre Anna y Hans llegó a la revista The Atavist, la cual publica una historia cada mes, Seyward Darby la calificó como que “Tenía todas las palabras adecuadas para el espacio”. En noviembre de 2020, durante la pandemia, el diario se convirtió en un ensayo y atracción para Hollywood.
“Y ahora estoy de nuevo triste. Triste porque de nuevo te he enviado solo al mundo. Pero nunca olvides que siempre estoy contigo y siempre lo estaré. Si vas al fin del mundo, siempre recibirás cartas mías por nuestra amistad que nadie podrá romper. ... Tú y yo somos demasiado y, por lo tanto, no podemos hacer nada” escribía Anna en los diarios.
La pareja separada por el destino se volvió a reunir en 1905, en Chicago, sin embargo ella se había casado con Emil Frost; Hans no relató lo que esperaba con la visita lo único que se sabe es que le entregó el diario a Anna, de donde se rescatan los escritos entre líneas.
“A veces podría maldecirlo todo, ya veces te culpo de que soy un migrante en la tierra... Pero todavía tengo que sentarme y encontraré una joven fiel que quiera compartir todo conmigo. Me casaré para mostrarte que puedo vivir además de ti también” expresaba Hans.
El 18 de abril de 1906 ocurrió el Gran terremoto de San Francisco, que dejó a más de la mitad de la población sin hogar. Años más tarde Hans, se casó con Christine meses después de la construcción de la casa, pero seguía recordando a la mujer de la cual estaba enamorado. “Han pasado muchos años desde la última vez que escribí en mi libro, y tengo que hablar con alguien esta noche... Anna, Anna, ¿por qué todo está en mi contra?... Todo lo que tengo son tus cartas y tu recuerdo”.
Lalanne no ha visto el rostro de Hans y solo cuenta con una fotografía del pasaporte de Anna en 1921. Para Christina la lección que le enseñaron los amantes va más allá de su historia de amor destinada al fracaso; siguió a Anna con su apellido de casada -Frost- y descubrió que llegó a vivir en San Francisco en 1910.
Hans se divorció de Christine en 1927 y Anna volvió a casarse en 1911. También descubrió un par de direcciones a pocas cuadras de distancia donde supuestamente vivirían, así que, Lalanne prefiere imaginarlos como personas mayores caminando juntos por las calles de San Francisco.
Este fue un texto tomado y adaptado del artículo “She found a 100-year-old diary in her San Francisco home. Following its story changed her life” de Sarah Feldberg para San Francisco Chronicle.