Instituto Cervantes resguarda legado literario de Ana María Matute
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En 1949 escribió “Luciérnagas”, texto que quedó como semifinalista del Premio Nadal, pero la censura le impidió publicarlo en ese momento.
Considerada una de las más destacadas plumas de la llamada generación de “jóvenes asombrados”, la escritora española Ana María Matute Ausejo, quien depositó en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes un legado literario que permanecerá guardado hasta el 26 de julio de 2029, es recordada a dos años de su muerte, ocurrida el 25 de junio de 2014.
Miembro de la Real Académica Española y ganadora del Premio Miguel de Cervantes 2010, Ana María Matute nació el 26 de julio de 1925 en Barcelona, España, en el seno de una familia acomodada.
Cuando era pequeña, su padre le contaba historias fantásticas de sus viajes a Berlín o Londres. Un día le trajo de esos viajes a “Gorogó”, un muñeco negro que le servirá de personaje en “Primeras memorias”, señala el portal “escritores.com”.
Aunque cuando tenía cuatro años de edad, Ana María estuvo a punto de morir por una infección de riñón, se sobrepuso y al año siguiente escribió su primer cuento ilustrado por ella misma. Cuando cumplió 8 años volvió a pasar por otra enfermedad grave y fue a vivir con sus abuelos.
En 1949 escribió “Luciérnagas”, texto que quedó como semifinalista del Premio Nadal, pero la censura le impidió publicarlo en ese momento, fue hasta 1955 cuando salió a la luz una revisión de esta obra llamada bajo el título “En esta tierra”.
Matute contrajo nupcias con el escritor Eugenio de Goicoechea, con quien procreó un hijo, Juan Pablo, en esa época se publica su novela “La pequeña vida”, que más tarde llamó “El tiempo”.
Según datos publicados por la Biblioteca Cervantes, Matute escribió cuentos desde que era una niña. Tras cursar bachillerato, estudio Música y Pintura, pero finalmente se inclinó por la Literatura y en 1943 escribió su primera novela “Pequeño teatro”, publicada 11 años más tarde.
Muchas de sus novelas consiguieron los galardones más importantes de la literatura española. En 1952 ganó el Premio Gijón, por Fiesta al Noroeste. En 1958 publicó la novela “Los hijos muertos”, con la que obtuvo el premio de la Crítica y el Nacional de Literatura.
Durante la siguiente década publicó su trilogía “Los Mercaderes”, con “Primera memoria” sería Premio Nadal de 1959, “Los soldados lloran de noche” (1964), Premio Fastenrath en 1969, y “La trampa” (1969).
Durante la segunda mitad de la década de los 60 trabajó como lectora en varias universidades de Estados Unidos y Europa, como Bloomington (Indiana) y Norman (Oklahoma).
Fue miembro de varias asociaciones de hispanistas como la Hispanic Society of America, Sigma Delta Pi y Honorary Fellow de la American Association Teachers of Spanish and Portuguese.
En 1996 fue elegida miembro de la Real Academia Española, ocupando el sillón K de Carmen Conde por lo que fue la tercera mujer en ingresar en 300 años. El 18 enero de 1998 ingresó en la RAE con el discurso “En el bosque”.
En el marco de la Feria del Libro de Madrid, realizada en 2005, la escritora recibió un cálido homenaje con motivo de su octogésimo cumpleaños. Sin embargo tres años después sufrió una fractura de tibia que frenó su ansia escritora.
Finalmente, el 25 de junio de 2014, el diario “El país” daba a conocer el lamentable fallecimiento de Ana María Matute, a quien describió como una de las grandes autoras de la posguerra.
Tres meses después de su muerte, se publicó su novela “Demonios familiares”, la cual transcurre en 1936, al inicio de la Guerra Civil, y está protagonizada por una joven en un mundo de amor, traición y sentimientos confusos. El escenario es una ciudad castellana.
La Universidad de Boston tiene en su biblioteca un fondo llamado Ana María Matute Collection guardado en Howard Gotlieb Archival Research Center Archives con manuscritos y documentos originales de la autora.
Además, la escritora depositó en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes un legado que permanecerá guardado hasta el 26 de julio de 2029. Es una de las personalidades que deja un objeto personal en la antigua cámara acorazada de la sede central del Instituto.