La pérdida de audición y visión puede aumentar el riesgo de demencia
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En los adultos mayores, incluso un deterioro leve puede afectar al cerebro. Pero hay formas sencillas de reducir el daño.
Por: Dana G. Smith
Los adultos mayores de 65 años que sufren pérdida de visión tienen un riesgo casi 50 por ciento mayor de desarrollar demencia. Si se corrigen esos problemas de visión, este disminuye drásticamente.
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Esto de acuerdo con un informe publicado la semana pasada por una comisión internacional dedicada a la prevención de la demencia, que añadió los problemas de visión a su lista de 14 factores de riesgo de demencia modificables. Otros factores de riesgo son el tabaquismo, la diabetes, el aislamiento social y la hipertensión.
Los expertos aseguran que la adición de la pérdida de visión no es una sorpresa, sobre todo teniendo en cuenta que otra deficiencia sensorial —como lo es la pérdida de audición— se ha relacionado con la demencia y también figura en la lista.
Esto es lo que sabemos sobre cómo las deficiencias visuales y auditivas, incluso las que van de leves a moderadas, aumentan el riesgo de demencia y qué hacer al respecto.
Cómo la pérdida sensorial puede contribuir a la demencia
A las personas con pérdida sensorial les llega menos información al cerebro. El tejido cerebral “se usa o se pierde”, por lo que una menor estimulación podría provocar una mayor atrofia, explicó Gill Livingston, catedrática de Psiquiatría del University College de Londres, quien dirigió la comisión de prevención de la demencia.
La zona del cerebro que procesa la información auditiva está cerca de la región más afectada por la enfermedad de Alzheimer, lo que sugiere que puede haber una conexión anatómica. La información visual llega a otra parte del cerebro, pero la forma en que utilizamos esa información activa muchas regiones distintas.
“A medida que se reduce la activación de determinadas zonas del cerebro, se acelera el ritmo de atrofia”, dijo Frank Lin, profesor de Otorrinolaringología de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. “Lo que uno imagina que también tiene efectos en cascada en otras áreas de la función y la estructura cerebrales”.
Además, quien sufre una pérdida sensorial en la edad adulta tiende a retraerse y a no relacionarse tanto socialmente. Hay pruebas que sugieren que la soledad puede cambiar físicamente el cerebro de una persona, y es un conocido factor de riesgo de demencia.
“La pérdida de visión te impide salir de fiesta”, aseguró Natalie Phillips, profesora de Psicología de la Universidad Concordia de Montreal. “La pérdida de audición significa que vas a la fiesta pero te sientas en un rincón y no hablas con nadie”.
La pérdida de audición y visión también podría acelerar los síntomas entre quienes se encuentran en las primeras fases de la demencia. Se necesita más capacidad cerebral para entender la visión borrosa o los sonidos confusos, por lo que pueden quedar menos recursos para la memoria y la cognición cotidianas. Esto puede acelerar la aparición de los síntomas de la demencia si ya se está desarrollando el trastorno, explicó Livingston.
Por qué es tan importante tratar la pérdida sensorial
Las investigaciones de la última década demuestran que tratar las pérdidas de visión y audición relacionadas con la edad aporta beneficios cognitivos.
Pérdida de visión
Varios estudios han descubierto que las personas con algunas de las causas más comunes de pérdida de visión relacionadas con la edad, como cataratas, retinopatía diabética y degeneración macular, tienen un mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia.
“Hablamos de pérdida visual no corregida, es decir, de cuánto no se puede ver”, dijo Livingston. La magnitud de la pérdida de visión es proporcional al aumento del riesgo, añadió.
Aunque no todas estas afecciones oculares pueden revertirse, cuando se tratan y se recupera la visión el riesgo de demencia disminuye. Del mismo modo, Livingston señaló que las personas que padecen miopía o hipermetropía no tratadas también pueden tener un mayor riesgo, no así aquellas que llevan gafas o lentes de contacto para corregir su visión.
Como evidencia de ello, uno de los estudios mencionados en el informe de la comisión reveló que los adultos mayores de 65 años que se sometían a cirugía de cataratas para corregir su visión tenían un riesgo un 30 por ciento menor de desarrollar demencia que los adultos mayores con cataratas que no se operaban.
Identificar un nuevo factor de riesgo de demencia es emocionante, “pero nos emocionamos aún más si ese riesgo es modificable”, dijo Cecilia Lee, profesora de Oftalmología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, quien dirigió el estudio sobre las cataratas.
Pérdida auditiva
La pérdida de audición no corregida también conlleva un riesgo significativo de demencia. El informe de la comisión, que agrupa varios estudios, concluye que las personas con pérdida de audición tienen 37 por ciento más de riesgo de desarrollar demencia. Cuanto más grave es la pérdida de audición, mayor es el riesgo.
Se estima que el 63 por ciento de los adultos mayores de 70 años tienen algún grado de pérdida de audición clínicamente significativa. “No estamos hablando de una pequeña parte de la población”, dijo Lin. “Se trata casi de la mayoría de los adultos mayores”.
La audición de todo el mundo se deteriora de forma natural a partir de los primeros años de la edad adulta, aunque la de algunas personas disminuye más rápido que la de otras debido a la genética o a la exposición a ruidos fuertes, explicó Lin. Con una pérdida de audición leve, las personas tienen dificultades para oír sonidos por debajo de los 26 decibelios, aproximadamente el nivel de un susurro. La pérdida auditiva moderada empieza a los 41 decibelios y puede dificultar la audición de conversaciones normales.
Los aparatos auditivos pueden ayudar, y parecen reducir la probabilidad de desarrollar demencia. Las personas con pérdida de audición corregida tienen casi un 20 por ciento menos de riesgo de deterioro cognitivo que las personas con pérdida de audición no corregida. Y un ensayo clínico publicado el año pasado descubrió que, entre las personas con mayor riesgo de deterioro cognitivo debido a la edad u otros problemas de salud, quienes llevaban audífonos durante tres años sufrían un deterioro cognitivo significativamente menor que quienes no los llevaban.
“No se observa una mejora en sí, pero sí una reducción del deterioro”, afirmó James Russell Pike, investigador científico de NYU Langone Health quien colaboró con Lin en el estudio.
Qué hacer si algo de esto te preocupa
El primer paso es hacerte las pruebas.
Para evaluar tu salud ocular, programa una cita con un oftalmólogo y hazte un examen de los ojos con dilatación de las pupilas una vez al año, aconsejó Lee.
Para una prueba de audición, puedes acudir a un audiólogo o a un otorrinolaringólogo. O si quieres hacértela en casa, Lin dice que las aplicaciones gratuitas para pruebas de audición, como Mimi, suelen ofrecer resultados precisos.
Si sufres una pérdida auditiva o visual, busca tratamiento lo antes posible. Algunas afecciones oculares, como las cataratas, pueden requerir cirugía, pero el procedimiento es relativamente rápido y no invasivo. Corregir la pérdida de audición es aún más fácil pues ahora existen audífonos de venta libre.
Solucionar estos problemas no solo reducirá el riesgo de demencia, sino que también mejorará su vida diaria, afirmó Phillips. “El beneficio para la calidad de vida y el compromiso de abordar ese riesgo, ya se sabe, no hay nada que perder”.