Necesitamos menos muros y más orquestas: Felipe Tristán

Vida
/ 21 septiembre 2016

El director de orquesta Felipe Tristán, de 33 años de edad, nacido en Monterrey, radica en Nueva York desde 2011 y acaba de fundar la Symphony Orchestra of the Americas

CIUDAD DE MÉXICO.- El director de orquesta Felipe Tristán, de 33 años de edad, nacido en Monterrey, radica en Nueva York desde 2011 y acaba de fundar la Symphony Orchestra of the Americas (Orquesta Sinfónica de las Américas), proyecto que reúne músicos profesionales de varios países para promover la música de concierto americana y latinoamericana, así como el repertorio clásico estándar.

El debut de la agrupación es este jueves en The DiMenna Center for Classical Music, en Manhattan, con el concierto “Music Without Borders2, que busca celebrar la amistad entre Estados Unidos, México y Canadá. 

Con el evento, dice el concertador vía Skype desde Nueva York, enviará “un mensaje de paz y amistad a la retórica política en Estados Unidos alrededor de las elecciones. Necesitamos ¡menos muros y más orquestas!”.

Tristán, quien se ha presentado con ensambles orquestales y de cámara en varios países, cuenta con el apoyo de los consulados mexicano y canadiense en Nueva York para el sostén de la agrupación. El músico, que tiene estudios en la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey, Moores School of Music y la University of North Carolina School of the Arts, ha colaborado con Samuel Adler, Daniel Catán, Robert Dvorak, Joan Tower y Dan Welcher.

- ¿Cómo inició tu carrera?

- De niño estuve en el programa de bandas, luego con la Orquesta Juvenil de Nuevo León. Después entré a la Superior de Música y me fui a Houston, Texas, para una maestría en música con especialización en flauta, me gradué en 2009. Desde estudiante tenía interés en la dirección orquestal, tomé clases en Monterrey y dirigí varias veces a la Juvenil. En Houston tomé clases de dirección, pero sin acreditación. Luego fui a Carolina del Norte para la especialización en flauta, el director de la orquesta escolar era Ransom Wilson, flautista reconocido, quien se convirtió en alguien muy importante para mí. 

- ¿Cómo te decides por la dirección?

- Wilson me dijo que no tenía que escoger entre la dirección y la flauta porque una alimentaba a la otra. Ahora comprendo que es muy importante estar en ambos puntos, entiendes el rol de cada músico, de cada instrumento, cómo están los instrumentos en comunión para un sólo resultado. 

- Después te mudas a Nueva York.

- Sí. Llegó la oportunidad de irme a Nueva York porque en 2011 gané una audición para una residencia en el Lincoln Center. En 2012 mi residencia terminó y presenté un programa de flauta con música de las Américas, había música de EU, México, Venezuela, Brasil. Desde entonces me interesaba el tema de la integración continental. Toqué por aquí y por allá, el año pasado empecé como asistente de director de la Sinfónica de Brooklyn, tuve varios proyectos con el Consulado mexicano. Hice amigos a quienes invitaba a tocar en eventos.

- ¿Así nació tu proyecto?

- Sí. En mayo pasado reunimos entre 45 y 50 músicos para la inauguración del Instituto de Estudios Mexicanos y me di cuenta que ya teníamos una orquesta completa. Un compositor canadiense se acercó y me dijo que le interesaba que leyéramos su sinfonía y lo hicimos. Paralelamente con el Consulado habíamos hablado de hacer conciertos sobre Carlos Chávez. Tenemos un patrocinio fiscal de una asociación que apoya a artistas que están empezando. 

- ¿La agrupación se dedicará a la música latinoamericana?

- Nos interesa la música de toda América, pero también Beethoven, Brahms, etc. Faltan más orquestas con el ideal de elevar el género de música de concierto a la par del repertorio estándar, es decir, una orquesta que toque la “Sinfonía no. 5”, de Beethoven, el “Huapango”, de Moncayo y a compositores contemporáneos. Es justo que ya exista algo así. En EU, la integración social y racial es compleja y nosotros podemos aportar con música.

- ¿Se conocen poco a los compositores mexicanos en Nueva York?

- Se conocen obras como el “Danzón no. 2”, de Márquez o el “Huapango”, de Moncayo, pero no se tocan tanto como obras de clásicos. Esto pasa con los compositores de todo el continente, por eso creí necesario abrir un espacio como nuestra orquesta. No recuerdo que en los últimos cinco años se haya tocado una pieza mexicana con la Filarmónica de NY. No creo que sea porque las rechazan artísticamente, sino porque no las conocen. Hay quien cree que Stravinski no se puede programar junto con Chávez. Falta difusión de esas obras y es lo que queremos hacer.

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