Obra de Maurice Maeterlinck se caracterizó por su fatalismo y misticismo

Vida
/ 29 agosto 2017

Maeterlinck fue un predominante escritor de dramas líricos, que en 1889 dio al mundo una colección de versos titulada “Serres chaudes”.

Premio Nobel de Literatura en 1911, el dramaturgo y ensayista belga en lengua francesa Maurice Maeterlinck, miembro del movimiento simbolista, es recordado a 155 años de su natalicio por haber desarrollado una obra que se caracterizó por su fatalismo, misticismo y constante presencia de la muerte.

Maeterlincky nació el 29 de agosto de 1862, en la ciudad de Gante, Bélgica, en el seno de una vieja familia flamenca; recibió su primera educación en un colegio de jesuitas.

De acuerdo con el portal electrónico “biografiasyvidas.com”, durante su adolescencia la naturaleza y la poesía ocuparon un lugar significativo, que más tarde lo orilló a consagrarse en ese campo.

Sus estudios los continúo en la Universidad de Gante, en la que cursó la licenciatura en Derecho, sin embargo, según el portal oficial de los “Premios Nobel”, la corta práctica como abogado en su ciudad natal lo convenció de que era incapaz para la profesión.

Debido a lo anterior, a los 21 años comenzó a publicar poemas en la revista “La Jeune Belgique”, pero de acuerdo con el portal “britannica.com” fue entre 1885 y 1886, cuando se sintió más atraído por la literatura.

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Durante una estancia en París, señala el texto biográfico, se encontró con un personaje que fue de gran influencia en su trayectoria, el escritor francés Auguste Villiers de L'Isle-Adam (1838-1889), así como con icónicos miembros del movimiento simbolista, razón que lo orilló a abandonar definitivamente la Ley por la Literatura.

En 1896, Maeterlinck se estableció en París, donde vivió durante 20 años con la soprano Georgette Leblanc (1869-1941), admirable intérprete de sus obras, para luego mudarse a Saint-Wandrille, una antigua abadía normanda que había restaurado, señala la página oficial de los “Premios Nobel”.

Maeterlinck fue un predominante escritor de dramas líricos, que en 1889 dio al mundo una colección de versos titulada “Serres chaudes”, así como su primera obra de teatro “La princesse maleine”, la cual fue muy elogiada por el crítico literario del diario “Le Figaro”, Octave Mirbeau (1848-1917), quien lo hizo famoso de la noche a la mañana.

Para 1890, su avance fue espectacular y se vio reflejado en dos obras de teatro de un solo acto “L'Intruse” (El intruso) y “Les Aveugles” (El Ciego), que se caracterizan por su falta de acción, el fatalismo, el misticismo y la presencia constante de la muerte.

También publicó dramas de amor, entre los que se encuentran “Pelléas Et Mélisande” (1892), “Alladine et Palomides” (1894), y “Aglavaine et Sélysette” (1896), que lo convirtieron en el mayor representante del simbolismo en la escena.

Mientras que en sus obras posteriores como “Joyzelle” (1903) y "Marie Magdeleine” (1909) es evidente la presencia de la muerte; “L'Oiseau bleu” (El pájaro azul) (1909) está marcado por un optimismo de cuento de hadas.

En 1911 obtuvo el premio Nobel de Literatura por el conjunto de su obra, apasionado de la metafísica y el ocultismo, retomó en “El gran secreto” (1921) las tesis ya bosquejadas en “La Mort” (1913), en la cual abordaba la existencia desde un punto de vista contrario a la dogmática católica.

Luego llegó “Le Burgomaestre de Stilemonde” (El burgomaestre de Stilemonde) (1919), el cual escribió bajo el impacto de la Primera Guerra Mundial.

Para la crítica especializada, si algo es verdad es que Maeterlinck desarrolló sus ideas fuertemente místicas en una serie de obras en prosa, entre ellas “Le Trésor des Humble” (El tesoro de los humildes) en 1896, “La Sagesse et la destinée” (La sabiduría y el destino) en 1898 y “Le Temple enseveli” (El Templo Enterrado) en 1902.

Su obra más popular, señala la página de los “Premios Nobel” fue tal vez “La Vie des Abeilles” (La vida de las abejas), de 1900, que fue seguida de “L'Inteligencia de las Flores” (La Inteligencia de las Flores) de 1907; “Estudios de termitas”, de 1927, y “Estudio de hormigas”, de 1930.

Posteriormente, Maeterlinck dio a conocer ensayos filosóficos, que le valieron ser nombrado en 1932 Conde de Bélgica.

En 1937 ingresó en la Academia de Ciencias Morales y Políticas de París como miembro extranjero. A la llegada de la Segunda Guerra Mundial, se refugió en Estados Unidos, donde continuó escribiendo y publicando.

Otras de sus obras, tras el éxito mundial de su investigación sobre las abejas, fueron “La vida de los termes, comejenes u hormigas blancas” (1926) y “La vida de las hormigas” (1930).

Como dramaturgo, Maeterlinck influenció a Hugo von Hofmannsthal (1874-1929), a W.B. Yeats (1865-1939), a John Millington Synge (1871-1909) y a Eugene O'Neill (1888-1953).

Luego de una trayectoria fructífera, dejó de existir el 6 de mayo de 1949, dejando un número significativo de obras que han sido ampliamente traducidas, y un puesto significativo que ningún dramaturgo belga ha alcanzado a la fecha.

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