Svetlana Alexiévich: Primera Nobel de la No-ficción

Vida
/ 9 octubre 2015

La escritora y periodista elegida por la academia sueca ha retratado el drama de gran parte de la población de la antigua URSS, así como de Chernóbil y la guerra de Afganistán

El Nobel ha premiado a un periodista revolucionario. Svetlana Alexiévich va más allá de la crónica usual, libros corales de no ficción. Testimonios donde la gente da su versión sobre diferentes dramas de la antigua URSS. Ella hace un acercamiento novedoso, no es aparatoso ni sensacionalista. Es la voz humana sin trabas”

MADRID.- La escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich, de 67 años, es la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2015. El dictamen de la Academia sueca destaca “sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo”. Escritora y periodista, ha retratado en lengua rusa la realidad y el drama de gran parte de la población de la antigua URSS, así como de los sufrimientos de Chernóbil, la guerra de Afganistán y los conflictos del presente.

Es muy crítica con el Gobierno bielorruso. “Respeto el mundo ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y Putin”, ha dicho la autora en una rueda de prensa en Minsk, tras el anuncio del galardón.

Nacida en Ucrania, hija de un militar soviético, de origen bielorruso. Cuando su padre se retiró del Ejército, la familia se estableció en Bielorrusia y allí ella estudió periodismo en la Universidad de Minsk y trabajó en distintos medios de comunicación. Se dio a conocer con La guerra no tiene rostro de mujer, una obra que finalizó en 1983 pero que, por cuestionar clichés sobre el heroísmo soviético y por su crudeza, solo llegó a ser publicada dos años más tarde gracias al proceso de reformas conocido por la perestroika. El estreno de la versión teatral de aquella crónica descarnada en el teatro de la Taganka de Moscú, en 1985, marcó un hito en la apertura iniciada por el dirigente soviético Mijaíl Gorbachov.

Inspiración mundial
Muy influida por el escritor Alés Adamóvich, al que considera su maestro, Alexiévich aborda sus temas con técnica de montaje documental. Su especialidad es dejar fluir las voces -monólogos y corales- en torno a las experiencias del “hombre rojo” o el “homo sovieticus” y también postsoviético. La obra de Alexiévich gira en torno a la Unión Soviética para descomponer este concepto en destinos individuales y compartidos y, sobre todo, en tragedias concretas.

Alexiévich  se mueve en el terreno del drama, explora las más terribles y desoladas vivencias y se asoma una y otra vez a la muerte. En 1989 publicó Tsinkovye Málchiki (Los chicos de cinc) sobre la experiencia de la guerra en Afganistán. Para escribirlo se recorrió el país entrevistando a madres de soldados que perecieron en la contienda. En 1993, publicó Zacharovannye Smertiu (Cautivados por la muerte) sobre los suicidios de quienes no habían podido sobrevivir al fin de la idea socialista. En 1997, le tocó el turno a la catástrofe de la central nuclear de Chernóbil en Voces de Chernóbil, publicado en castellano en 2006 por Editorial Siglo XXI, que reeditó el año pasado Penguin Random House.

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El año pasado lanzó “El tiempo de segunda mano”. “El final del hombre rojo”, publicado en alemán y en ruso. En este nuevo documento, Alexiévich se propone “escuchar honestamente a todos los participantes del drama socialista”, dice el prólogo. Afirma la escritora que el “homo sovieticus” sigue todavía vivo, y no es solo ruso, sino también bielorruso, turcomano, ucraniano, kazajo... “Ahora vivimos en distintos Estados, hablamos en distintas lenguas, pero somos inconfundibles, nos reconocen en seguida. Todos nosotros somos hijos del socialismo”, afirma, refiriéndose a quienes son sus “vecinos por la memoria”. El mundo ha cambiado completamente y no estábamos verdaderamente preparados”, dijo en una reciente entrevista a Le Monde. Atrapada aún en el espacio soviético, Alexiévich indaga con angustia y sufrimiento sobre el fin de una cultura, una civilización, unos mitos y unas esperanzas.

Crítica con el régimen del presidente bielorruso Alexandr Lukashenko, la escritora reside la mayor parte del tiempo en el extranjero y últimamente lo hace en Alemania, donde su último libro ha tenido un enorme impacto. © EL PAÍS, SL. Todos los derechos reservados

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‘Respeto el mundo ruso de la literatura, pero no el de Putin’
La bielorrusa Svetlana Alexiévich, galardonada con el Premio Nobel de Literatura, aseguró hoy en su primera comparecencia pública que no siente respeto por “el mundo ruso de Stalin y Putin”.

“Respeto el mundo ruso de la literatura y la ciencia, pero no el mundo ruso de Stalin y Putin”, dijo durante una rueda de prensa retransmitida en directo por Internet. Alexiévich, quien llegó al acto en el coche del embajador sueco, se mostró agradecida por el galardón ante decenas de periodistas que la aguardaban en la sede del PEN Internacional de la capital bielorrusa.

“Tampoco me gusta ese 84 por ciento de rusos que llama a matar ucranianos”, señaló la escritora que nació en 1958 en el oeste de Ucrania. Además, se mostró convencida de que con su campaña de bombardeos en Siria, el presidente ruso, Vladímir Putin, está llevando a su país a un “segundo Afganistán”.

La Guerra de Afganistán, acontecimiento que precipitó la desintegración soviética, es el protagonista de su libro “Los chicos del zinc” (1989), escrito desde el punto de vista de los veteranos y de las madres de los caídas en el país centroasiático.

La escritora confesó que “quiere mucho” a Ucrania y recordó que estuvo en la revolución que tuvo lugar el pasado año en Kiev en la que fue derrocado el presidente, Víktor Yanukóvich. "Estuve en (la plaza) Maidán y he llorado ante las fotografías de la centuria celestial", los ciento caídos en la revuelta popular de febrero de 2014, dijo. 

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¿Por qué hay que leerla?
Ricard San Vicente, traductor de Alexiévich, explica quién es la nueva Nobel, por qué hay que leerla y recomiendan su obra

-¿Quién es Svetlana Alexiévich?-
“Es una buena combinación entre periodismo y literatura. Una escritora de Bielorrusia crítica con su país y con lo que fue la antigua Unión Soviética y de situaciones importantes de su país y de otros como Afganistán”.

-¿Por qué le han dado el Nobel?-
“Es un reconocimiento al trabajo documental. Donde acaba la labor periodística y empieza la literaria”.

-¿Por qué hay que leerla?-
“Si a uno le interesa la antigua Unión Soviética tiene que leerla. Ese es el tema central de su obra, su material, sin la intervención de los analistas. En sus libros destacan los testimonios de las mujeres soviéticas que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial, la catástrofe de Chernóbil, en 1986, el hundimiento de la antigua URSS y la herida moral de esa sociedad a través de los diferentes hechos históricos. Además, la problemática de Afganistán. Voces recogidas de una manera especial que llegará al corazón de los lectores”.

-¿Qué libro recomienda?-
“La guerra no tiene rostro de mujer', sobre los testimonios de las mujeres soviéticas que sobrevivieron a la II Guerra, 'Voces de Chernóbil' y 'El tiempo de segunda mano'. 'El final del hombre rojo', sobre el drama socialista”.
La escritora bielorrusa ha escrito sobre la URSS y la guerra de Afganistan. En México solo se puede encontrar la traducción de sus ‘Voces de Chernóbil’.

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