90 aniversario del poeta fusilado: Otilio González

Vida
/ 3 octubre 2017

Un día como hoy fue asesinado el vate saltillense en una ejecución sumaria, poco antes de cumplir los 32 años

Años después de aquel crimen, el historiador coahuilense Vito Alessio Robles entrevistó al asesino, preguntándole por la expresión final de cada uno de los 13 antes de ser sacrificados, aquel 3 de octubre de 1927.

–¿Cómo era el rostro de Otilio? –inquirió el saltillense.
–Soñador… –le dijo parco el general Claudio Fox.

El poeta Otilio González había publicado su primer libro en 1919, el mismo año en que también Velarde diera a conocer “Zozobra”, donde el zacatecano dejara escrito: “mi vida sólo es una prolongación de exequias/ bajo las cataratas enemigas.” 

Hijo de su tiempo, González Morales fue la extraña contracción de un espíritu tan lúbrico como religioso, filial y transgresor, cosmopolita y bucólico, atento lector de Tagore y de  Machado, el abogado por la Escuela Nacional de Jurisprudencia, nacido en 1895 en la ciudad de Saltillo, desplegó atrevidas e inusuales imágenes ante la belleza de la mujer, a través de sus encendidos versos:

“Pasa una / rubia de ojos aceituna / junto a mí: con los pezones / va escribiendo tentaciones; / y yo siento a mi deseo, / como un pájaro irascible / dar debajo del flexible / fieltro negro un aleteo.”

Héctor González Morales, su hermano menor, se encargará en el futuro de editar sus libros inéditos. El poeta saltillense desplegó en ellos siempre la evocación de la tierra natal, y particularmente esa atmósfera esquiva de la primera infancia. En “Bardas de adobe” incluido en “Triángulo” -publicado casi una década de su sacrificio- dijo de aquellos años: “Grises tapiales que guardáis las huertas; / bardas de adobe que escalé de niño; / paredes sin aliño / como viejas aldeanas, /  De yedra modestísima cubiertas, /  ¿Dónde está la niñez?  ¿Dónde los días? / en que iba con otros compañeros  / a robar las manzanas…”

También, desde temprano, en su obra estará presente la alusión a la mirada y a  las mujeres, inalcanzables o públicas; algunas anónimas y otras no tanto: “El coral nivoso de sus carnes duras, mis manos besaron”, Rosalinda “la de senos incipientes”,  las “aldeanas de trenzas gordas”, Marta Luz Moral, Milagros la de “cuerpo joven e ingenio fácil”, o Virginia “frívola y loca”. O la secreta mujer “curvada, mercantil, mimosa, actual”, o  la bailarina “exquisita y astuta”, o Herlinda, la de los ojos azul-verde, la  del “corset quebradizo”. O, en una imagen inquietante, donde revela un conocimiento de la técnica fotográfica, pero también sobre la mirada: la adolescente Rosa Luisa, “la que sueña, con sus ojos abstraídos (objetivos empañados /de una cámara  sin placa)”.

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La novela. El último libro. El último poema

En Saltillo conocemos de Otilio por una calle que atraviesa la ciudad de oriente a poniente.

Su casa materna se encuentra hoy en ruinas en el Centro, sobre la que en su nomenclatura recuerda al callista general Manuel Pérez Treviño, pasando la que nombra a uno de sus asesinos, el general Álvaro Obregón. Casi nadie repara sobre una pequeña placa fijada hará unos 20 años: “Aquí nació en 1895 Otilio González, poeta representante del Modernismo en las letras coahuilenses. Fue el personaje central en la novela “La Sombra del Caudillo”, de Martín Luis Guzmán. Centro Histórico de Saltillo. Archivo Municipal de Saltillo. 1998.”

El equívoco sobre la figura histórica de Otilio como modelo para la creación del personaje de Axkaná González –secretario del general Aguirre (trasunto novelístico de Francisco Serrano)- parte de Federico Leonardo Náñez, quien realizara un estudio de la novela de Guzmán, adjudicando a la personalidad de Axkaná la inspiración de Otilio, con quien comparte múltiples características: es joven, bien parecido, idealista, y a pesar de ser el asistente de un contradictorio general de la posrevolución, es una especie de conciencia crítica, la encarnación del espíritu de la verdad y el ideal revolucionario. Por eso es que al final de la matanza, el novelista, en una licencia literaria, le permite sobrevivir.

Por otra parte, en ¡Muerte no te huyo!, incluido al final de “Triángulo”, el tercero y quizá mejor libro de Otilio, González parece anticipar su destino: “¡Oh noche tenebrosa, noche hueca / que habrás de hacer más cómica mi mueca /  metiéndote en mis órbitas vacías /  y el cerco de mis dientes sin encías!”

La historia puso al poeta saltillense en Huitzilac, Morelos, un lunes 3 de octubre de 1927.
Luego de prenderlos en Cuernavaca, los 13 fueron llevados por los soldados hasta ahí. 

Eran las horas del crepúsculo. Una mudez interrumpida apenas por rumor metálico del gusano cruel de los soldados. Herrajes y botas, órdenes y gritos. Golpes secos, como de leña quebrándose. Y la lenta irrealidad de la violencia. Él, que toda la vida había sido un observador ensimismado: de los frascos misteriosos y ambarinos en el Museo del Ateneo Fuente, de los libros apergaminados, de las etéreas rubias de breves tobillos en la penumbra de la Catedral de Saltillo.  

Él, que en uno de sus mejores poemas glosó las evoluciones nocturnas de los gatos, el tibio matrimonio de la hiedra y la barda de adobe, la risa cristalina, como ruido de arroyo, de una lavandera, sostuvo su última mirada, con una expresión que según su asesino, parecía estar soñando.

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El Candidato

> El 3 de octubre de 1927, ya renunciado como militar, el general Francisco Serrano se vistió de civil; con 13 de sus seguidores se dirigió a su rancho en Cuernavaca, “La Chicharra”, para festejar su cumpleaños, que sería al día siguiente. Lo acompañaban entre otros, su ayudante, el capitán Ernesto Noriega Méndez, a quien todos apodaban como “El Cacama”, su sobrino Antonio Jáuregui y el orador oficial de su campaña, un joven abogado proveniente de Saltillo llamado Otilio González Morales, al que muchos de sus amigos apodaban por su celebrada arte retórica como “Lengua de plata”.

> La versión oficial tras su asesinato fue que preparaban una sublevación militar. 

Para saber más...Sobre la ‘Matanza de Huitzilac’ y la vida y obra de Otilio:

> Alessio Robles Vito, “Desfile Sangriento”.
> Berrueto Ramón, Federico y García Flores, Jesús. “Once Poetas de la Nueva Extremadura”. 1927
> Campbell, Federico. “La sombra de Serrano”.
> Castro Pedro, “A la sombra del caudillo”.
> D’Acosta, Celia. “La matanza política de Huitzilac”.
> González, Otilio. “Triángulo”. 1938, “De mi rosal”. 1923, “Incensario”. 1919.
> Guzmán, Martín Luis. “La sombra del Caudillo”.
> Náñez , Federico Leonardo. Crónica de la cultura en Coahuila
> Olea, Héctor. La tragedia de Huitzilac
> Pacheco, José Emilio. Crónica de Huitzilac
> Santamaría, Francisco Javier. La tragedia de Cuernavaca en 1927 y mi escapatoria célebre.

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