Antonio Malpica se divierte con sus historias

Artes
/ 21 enero 2020

La más reciente novela de este escritor presenta a un par de hermanos que buscan hacerle creer a su madre que el papa es un hombre que se encontraron en el transporte público

En la literatura hay de todo para todos. Los autores han creado desde las obras más profundas y densas, que analizan con inteligencia los recovecos más oscuros de la condición humana, y también los hay que presentan historias ligeras y agradables con el fin de disfrutar y divertirse con la lectura, así como con su escritura.

Este es el caso de Antonio Malpica, quien con su novela más reciente “Imagina que no hay cielo” (Océano, 2019) hizo una obra que le divirtiera durante el proceso de creación y de la misma forma fuera divertida para los lectores.

En esta historia dos hermanos en plena crisis financiera de los 90’s en México encuentran una peculiar forma de hacer dinero rápido a través de su madre; haciéndole creer que un hombre que conocieron en la calle y que se parece demasiado al papa es efectivamente el Santo Padre.

“Yo creo que nadie sabe con toda precisión de donde saca sus historias”, comentó para VANGUARDIA el autor al preguntarle cómo se le ocurrió tan extravagante premisa, “lo que te puedo decir es que yo quería escribir una novela divertida, pasármela bien y procurar que el lector se la pasara igual de bien”.

“Quería que fuera muy mexicana, contemporánea hasta donde se pudiera, pero todo sazonarlo con este detonante, con algún detonante que funcionara como el punto de ignición para que empezaran a correr las situaciones absurdas y nos llevaran a más situaciones absurdas”, continuó.

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Este objetivo se cumple desde el momento en que se le plantea a alguien la historia, pues asegura que en cuanto alguien conoce la premisa no puede evitar sonreír ante ella.

“Creo que se está quedando fuera de la literatura esa vena humorística del mexicano”, expresó, “es increíble que en todos los aspectos de nuestra vida siempre estamos bromeando y en cambio en los libros no pasa”.

Destacó que fue la creación de los personajes la parte que más disfrutó al hacer este libro  pues “cuando tú moldeas un personaje y quedas contento con él, acompañarlo durante todas sus peripecias ya es un gozo y eso me ocurrió con los hermanos al principio y después con los que se van sumando”.

“Por ejemplo, Pancho Kurtz, que es el que se parece al papa, también es un personaje que me gustó mucho porque a fin de cuentas su única maldición es su apariencia y la verdad es que es un buen tipo y al final quiere llevar las cosas a buen término”, comentó.

“Y más allá de toda esta ensalada tan tremenda, corrosiva y disparatada siempre está esta posibilidad de que estos personajes consigan una reflexión, tanto íntima y personal, como en el lector”, agregó, “la nota más trascendental del texto [es] la posibilidad de enmendar las cosas, de que en algún momento de tu vida rectifiques y corrijas lo que pudo haber estado mal hecho”.

Si bien su intención primaria era disfrutar de la creación de esta obra reconoce que en el proceso de sacar y publicar un libro tal meta puede estar en riesgo, pero asegura que el texto es “redondito” y que está satisfecho con el resultado.

“Estas trabajando un texto literario, a fin de cuentas”, explicó, “no todo puede ser diversión. Yo tengo la fortuna de que los textos humorísticos comprendo desde el principio y si perder de vista puedo jugar con la construcción, los personajes, la definición de la anécdota y si no pierdo eso de vista llega a buen puerto”.

La premisa de que existe un hombre muy parecido físicamente al papa, en este caso Juan Pablo II, podría parecer disparatada, pero con todo y que su autor señaló que no conoce de primera mano a alguien con estas características, en Saltillo el dueño de la Tintorería México, ubicada cerca de la primaria Miguel López, es conocido por su extraordinaria semejanza con el difunto Santo Padre y Antonio Malpica, al escuchar esta anécdota, no pudo evitar reír ante la circunstancia que acercará, sin duda, este libro a los saltillenses.

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