Brasil, México y Argentina, las grandes economías regionales estancadas
La región latinoamericana creció un 0,2 % el año pasado y este año las previsiones apuntan a un 0,3 %, lo que implica que se cerraría un periodo de seis años consecutivos con el menor crecimiento económico de la historia reciente
Brasil, México y Argentina, las grandes economías latinoamericanas, se encuentran en el mismo ciclo económico de crecimiento estancado y afrontan el desafío común de reducir su abultada deuda, reconocieron hoy en el Foro Económico Mundial de Davos altos responsables económicos de los tres países.
El ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, y su homóloga de México, Graciela Márquez, coincidieron además en que la corrupción es un gran problema en sus países, que requiere ser desterrada si se pretende que el crecimiento económico que se pretende revivir sirva para reducir las desigualdades sociales.
Prácticamente todos los países de Latinoamérica están experimentando una prolongada desaceleración y han resultado más o menos afectados por las tensiones comerciales y la debilidad de la demanda interna.
La región latinoamericana creció un 0,2 % el año pasado y este año las previsiones apuntan a un 0,3 %, lo que implica que se cerraría un periodo de seis años consecutivos con el menor crecimiento económico de la historia reciente.
Con estas sombrías perspectivas, la responsable mexicana y el presidente de la compañía petrolera argentina YPF, Guillermo Nielsen, intentaron transmitir un mensaje de confianza a los ejecutivos que participan en el Foro de Davos.
Aseguraron que sus gobiernos apuestan por la estabilidad macroeconómica como forma de reactivar el crecimiento y reducir la pobreza. Nielsen reconoció que una prioridad del nuevo Gobierno de Alberto Fernández en su primera etapa será la reestructuración de la deuda externa, pero recordó que las condiciones actuales son distintas a las que se vivieron entre 2003 y 2005, cuando el gobierno de entonces tuvo que renegociar con una gran variedad de acreedores.
Sostuvo que ahora la deuda argentina está en manos de “profesionales” y de estructuras consolidadas. Otra diferencia es que una parte muy importante de la misma es en pesos argentinos y no en dólares.
Aunque los acreedores son variados, Nielsen no dudó en afirmar que el Fondo Monetario Internacional tendrá “un rol crucial” en la renegociación, al ser la entidad a la que más se le adeuda.
Para pagar su deuda y crecer, el responsable argentino dijo que la clave está en las exportaciones, lo que implica continuar con las del sector agrícola, pero sobre todo promover las del sector minero y petrolero.
Recordó que Argentina siendo un país andino no explota sus recursos mineros como debería, por lo que este sector es diminuto si se le compara con el desarrollo que ha tenido en otros países atravesados por los Andes como Chile y Perú.
Por su parte, la secretaría de Economía mexicana dijo que el Gobierno de Andrés López Obrador está reembolsando la deuda pública que empezó a abultarse en 2014 como una muestra de su voluntad de mantener los pilares macroeconómicos estables.
Márquez consideró “una buena noticia para los inversionistas y el gobierno” que haya un nuevo Tratado comercial de México, Estados Unidos y Canadá (TMEC) porque eso significa que ya hay reglas claras para todos.
“Esto nos da buenas perspectivas de integrarnos de forma competitiva a Norteamérica”, declaró. En el debate, Guedes identificó un elevado nivel de la deuda pública, un gasto público exorbitante y la falta de competencia en sectores claves como las razones que explican que la economía de Brasil no sólo se haya desacelerado en los últimos años, sino que se haya contraído.
Sostuvo que el Gobierno de Jair Bolsonaro ha decidido reducir el nivel de endeudamiento interno – que afirmó que actualmente representa el 80% del producto interior bruto (PIB)- a través de medidas que en el último año han permitido rebajar en un 25% el pago de intereses.
En el terreno de la reducción del gasto público, defendió la reforma de la seguridad social, así como la congelación de salarios durante un periodo de hasta dos años para permitir el control de la inflación al tiempo que la economía crece.
“Es la versión a la brasileña del cierre administrativo en Estados Unidos, salvo que allí se congelan todos los pagos, mientras que nosotros seguimos pagando y sólo congelamos los salarios”, explicó.