Corea del Norte en tiempos de Trump
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La combinación Kim Jong un-Trump tiene preocupada a China. Esta semana, Beijing hizo llamados para que ambas partes hagan esfuerzos por destensar la situación. En el fondo lo que sucede es que: (a) Corea del Norte sigue progresando tanto en su proyecto nuclear como en su programa de misiles balísticos, (b) Washington no cuenta con demasiadas alternativas no militares para disuadir a Pyongyang de continuar progresando en dichos proyectos, (c) China puede ejercer presión sobre Corea del Norte, pero solo hasta cierto grado pues, desde su perspectiva, no puede permitir que el régimen de Pyongyang se desestabilice, y (d) Kim Jong-un está perfectamente consciente de los tres puntos anteriores. La pregunta es cómo impactará en todo ello la llegada de Trump a la Casa Blanca.
Hasta hoy, Corea del Norte no posee un arma atómica transportable y detonable. Lo que Pyongyang ha detonado son dispositivos o artefactos nucleares que todavía no han sido miniaturizados y montados en misiles, por lo que aún no podrían propiamente ser empleados para atacar a algún enemigo. Sin embargo, Kim Jong-un desea dejar en claro que se mantiene avanzando en ese camino.
Por su parte, EU ha sido ineficaz en conseguir que Corea del Norte desista de seguir progresando en ambos proyectos. A Washington no le han funcionado las negociaciones, las sanciones, las amenazas o las demostraciones de fuerza. Cada vez que la Casa Blanca ejerce cualquier tipo de acción destinada a lograr que Pyongyang abandone sus objetivos, el joven Kim reacciona en el sentido inverso de manera intencional buscando transmitir el mensaje de que esas acciones en lugar de provocar su disuasión solo le hacen sentirse más amenazado. Ante ello, Washington está intentando alternativas distintas como la ciberguerra o el despliegue en Corea del Sur de un sistema antimisiles, el THAAD, que buscaría defender a Seúl de potenciales ataques.
China, de su lado, se opone fervientemente a la nuclearización de Corea del Norte dado que ello atraerá cada vez mayor presencia de Washington en la zona, además de que provoca temor entre vecinos como Japón y Corea del Sur, lo que detona carreras armamentistas en la región. Sin embargo, China tampoco ha podido detener a Kim. En un intento por mostrar su molestia, el último movimiento de Xi Jinping fue suspender las importaciones de carbón norcoreano. Pero la realidad es que las acciones que Beijing puede implementar son limitadas, ya que China, al menos por ahora, no piensa que puede darse el lujo de permitir la desestabilización del régimen. El líder norcoreano sabe que cuenta con un amplio margen de maniobra. Por eso, cuando se responde con acciones de represalia en su contra, normalmente Pyongyang escala la espiral y la guerra de nervios.
El riesgo actual es que una Casa Blanca bajo el comando de Trump podría reaccionar de formas impredecibles. Hasta ahora, eso no ha ocurrido. Las respuestas de Washington ante los más recientes ensayos norcoreanos han sido mesuradas. Pero la verdad es que el tema se va a seguir calentando. Pyongyang se va a mantener progresando tanto en su proyecto nuclear como en su programa de misiles. China va a seguir molestándose con Kim por ello, pero se encuentra muy atada de manos porque le sigue necesitando. Los nervios en Seúl y en Tokio van a seguir creciendo. Bajo esas condiciones, hay que preguntarse entonces, hasta dónde Trump seguirá aguantando la presión, o bien, si es que acaso esta administración está realmente dispuesta a atestiguar cómo es que, de manera inescapable, el joven Kim sigue caminando hacia su bomba atómica.
Analista internacional
Twitter: @maurimm