Cuba vincula a atacante embajada de Estados Unidos con grupos de derecha

Internacional
/ 12 mayo 2020

Semanas antes de su ataque, Alazo estuvo en la embajada y luego asistió a agencias de Seguridad Nacional de Estados Unidos acusando al gobierno de Cuba de perseguirlo o pretender asesinarlo

LA HABANA, CUB. Cuba vinculó a un atacante que abrió fuego contra su embajada en Estados Unidos con grupos de extrema derecha de Florida y acusó el martes a Washington de no investigar exhaustivamente el ataque.

Además, reveló que el emigrado Alexander Alazo de 42 años, que el 30 de abril disparó decenas de veces contra la sede diplomática impactando en la fachada, columnas, cristales y hasta una estatua del prócer cubano José Martí, no tenía antecedentes psiquiátricos en Cuba -como se sugirió en medios de prensa norteamericanos-, de donde se fue en 2003.

“Si hubo odio en la actuación de Alazo Baró puede afirmarse que es un odio inducido por el discurso agresivo del gobierno de los Estados Unidos, de los políticos y agrupaciones que viven de la hostilidad contra Cuba y resultado de promoción de la violencia”, dijo el canciller Bruno Rodríguez durante una conferencia de prensa virtual.

Agregó que “el gobierno de Cuba espera por resultados de una investigación exhaustiva y a fondo de este ataque terrorista”.

Si hubo odio en la actuación de Alazo Baró puede afirmarse que es un odio inducido por el discurso agresivo del gobierno de los Estados Unidos”.

A lo largo de cuarenta minutos de comparecencia, Rodríguez desestimó la versión de un atacante con antecedentes de enfermedad mental. Según indicó, su historial en la isla fue normal en su infancia y juventud cuando emigró con una visa religiosa a México.

Posteriormente se mudó a Estados Unidos y se radicó en Miami en 2010. Viajó a Cuba de manera regular en ocho ocasiones sin problemas, la última en 2015, y recibió atención consular.

Rodríguez informó que en Miami, Alazo se vinculó con un centro religioso en Doral que es conocido por sus posiciones agresivas contra el gobierno de la isla y su cercanía con políticos conservadores cubano-americanos como el senador Marco Rubio.

Semanas antes de su ataque, Alazo estuvo en la embajada y luego asistió a agencias de Seguridad Nacional de Estados Unidos acusando al gobierno de Cuba de perseguirlo o pretender asesinarlo.

Alazo fue detenido por la policía que llegó al lugar donde se encontraban una decena de diplomáticos y recuperó un AK-47 y casquillos, además de una bandera cubana con inscripciones y otra de Estados Unidos. No se reportaron heridos.

Tras ser conducido al cuartel policial se confirmó que un polvo blanco encontrado en su automóvil resultó ser cocaína, según la versión oficial estadounidense. Fue acusado de atacar con violencia a un funcionario o instalaciones extranjeras, dañar intencionalmente propiedad de un gobierno extranjero y de cargos por uso de armas.

“Tenemos la esperanza de que el gobierno de los Estados Unidos intente por lo menos hacer coincidir su retórica contra el terrorismo y su política de lucha contra el terrorismo internacional con sus responsabilidades ante un ataque terrorista que se ha producido contra una misión diplomática”, dijo Rodríguez, quien indicó que Washington no repudió el hecho y hasta ahora tampoco dio explicaciones a La Habana.

Tenemos la esperanza de que el gobierno de los Estados Unidos intente por lo menos hacer coincidir su retórica contra el terrorismo y su política de lucha contra el terrorismo internacional”.

Un comunicado de prensa de la embajada de Estados Unidos en La Habana difundido a la misma hora de la conferencia del canciller indicó que el “Servicio de Seguridad Diplomática del Departamento de Estado trabaja en estrecha colaboración con organismos encargados de hacer cumplir la ley para proteger” a las misiones diplomáticas.

“El proceso de aplicación de la ley en los Estados Unidos es transparente, con una estricta jurisprudencia y muchos registros sobre los casos y los procedimientos judiciales a disposición del público”, agregó la nota de prensa.

El presidente Donald Trump impulsó desde el inicio de su mandato una política de confrontación con Cuba y endureció las sanciones económicas para presionar un cambio de modelo político en la nación caribeña.

Trump sumó a su retórica hostil prohibiciones y medidas de asfixia financiera, revirtiendo la política de acercamiento de su predecesor Barack Obama.

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