Desobediencia civil, Estados Unidos se rebela contra Trump
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La política del presidente está respaldada actualmente solo por el 43 por ciento de los estadounidenses, una mala cifra en comparación con el apoyo que recibían sus predecesores nada más entrar en la Casa Blanca.
En Estados Unidos podría estar gestándose una inusual alianza, pues la oposición demócrata, algunos parlamentarios republicanos, donantes del partido ultraconservadores, empresarios acaudalados y manifestantes de izquierdas quieren hacer algo contra el presidente estadounidense, Donald Trump.
Tras poco más de una semana en el poder, Trump y su equipo han mostrado que van en serio. El presidente cumple, al menos de forma superficial, una promesa electoral tras otra y en la mayoría de los casos se mueve en el espectro político más a la derecha.
Al mismo tiempo, se está formando en todos los sectores y a todos los niveles sociales una gran oposición contra él. Los demócratas tratan de crear desobediencia parlamentaria, ya que los funcionarios designados por Trump deben ser ratificados en sus puestos por el Senado. Mientras tanto sigue en sus puestos de forma interina la gente del ex presidente Barack Obama, que puede al menos oponerse a las propuestas del republicano.
El Departamento de Justicia, por ejemplo, se negó a defender la restricción de entrada de refugiados y de extranjeros de siete países a Estados Unidos, hecho por el cual fue despedida la fiscal general interina, Sally Yates.
El estado de Washington expresó su desacuerdo con la política de inmigración de Trump y cientos de manifestantes se manifestaron la noche del lunes ante la Corte Suprema con velas en las manos. Chuck Schumer, el líder de la oposición en el Senado, no pudo contener las lágrimas cuando habló sobre el tema de los refugiados, mientras que Trump mostró poca compasión y quiso saber quién era su profesor de arte dramático.
La política del presidente está respaldada actualmente solo por el 43 por ciento de los estadounidenses, una mala cifra en comparación con el apoyo que recibían sus predecesores nada más entrar en la Casa Blanca. Barack Obama, por ejemplo, contaba con el 68 por ciento de los apoyos cuando comenzó su legislatura y cuando terminó aún conservaba el 57 por ciento.
El neurólogo John Gartner, de Maryland, ya ha recogido más de 6,000 firmas de personas que consideran que Trump tiene una enfermedad mental y por eso debería ser destituido de acuerdo con el Artículo 3 de la Vigésimo Quinta Enmienda de la Constitción.
Seguramente Trump no se tomará todo esto muy en serio, pero cuando los hemanos Koch, de Koch Industries, empiezan a criticarlo, un presidente de Estados Unidos debería al menos considerar seriamente que es muy probable que pase algo a su alrededor.
"Es un enfoque equivocado", dijeron el fin de semana en Palm Springs, California, los influyentes empresarios Charles y David Koch respecto de la prohibición de entrada de determinados extranjeros en Estados Unidos.
Los Koch reúnen cada dos años a un grupo de líderes del sector económico con gran poder adquisitivo y que aportan una parte de su dinero para ejercer influencia política.
"Nos enfrentamos a una gran amenaza porque o emprendemos un camino autoritario o nos movemos hacia una sociedad libre y abierta", dijo Charles Koch.
La empresa automotriz Ford, hasta hace poco en buenos términos con Trump, expresó la misma opinión. Al igual que la cúpula de la inversora Goldman Sachs, que hasta ahora no estaba considerada precisamente como crítica con el magnate. Tanto entre los conservadores como entre los liberales de izquierdas, la política de Trump produce malestar en Estados Unidos.
Por su parte, sus seguidores tratan de contraatacar. En las redes sociales de orientación de derechas se dice que Obama y Jimmy Carter siguieron la misma política de refugiados que Trump.
Las armas mediáticas del presidente, Kellyanne Conway, que fuera su estratega de campaña, y el publicista y ahora asesor Steve Bannon, siempre están presentes, ya sea en primera línea o entre bastidores. Trump le ha declarado la guerra a los medios y parece que se está librando una batalla en el país por el liderazgo de la opinión pública. Actualmente resulta impensable que este país alguna vez vuelva a estar unido.
En Internet milllones de personas se unen a movimientos contra Trump. En la redes sociales se organizan miles tras el hashtag "ImpeachTrump" (destituyan a Trump).
Asimismo, cientos de miles de personas se echan a las calles por todo el país con pancartas que declaran: "No es mi presidente". El fin de semana, más de mil personas se manifestaron en la capital de forma espontánea, al igual que el lunes, cuando se reunieron otros más de mil ciudadanos ante la Corte Suprema estadounidense con el mensaje de que lo que está haciendo Trump ataca lo más sagrado de Estados Unidos, su Constitución y sus valores democráticos.
El lunes se pronunció incluso aquel que hace apenas unos días había dicho que en el futuro no realizaría declaraciones: Barack Obama. El ex presidente aseguró el penúltimo día de su mandato que solo se entrometería si observaba que se atacaba algún valor fundamental democrático. Que haya realizado declaraciones públicas solo dos semanas después lo dice todo.
"Que los ciudadanos ejerzan su derecho constitucional a manifestarse, organizarse y hacer que los cargos electos oigan sus voces es lo que esperamos ver cuando los valores estadounidenses están en juego", dijo.
También en el mundo diplomático se está registrando oposición. Miembros del Departamento de Estado norteamericano destacados en todo el mundo dirigieron una carta a sus autoridades en la que explican que no están de acuerdo con la orden ejecutiva sobre inmigración de Trump. "Esta prohibición no conseguirá sus objetivos y seguramente será contraproducente", señalaron.
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, contraatacó con la típica retórica del actual Gobierno estadounidense: "Deberían atenerse al programa o marcharse".