Los ‘Dioses de Egipto’ andan a pie
Esta película me ha dejado sin palabras; no se confíe, esta historia tiene la capacidad para superar las más bajas expectativas
Calificación: 2 de diez
Es peor de lo que pensé. Cada vez que veo una película tan descaradamente vacía y sin sentido, siento que algo muere dentro de mí, pero el desastre que se desenvolvía frente a mis ojos se volvió tan absurdo desde tan pronto, que no pude evitar reír un par de veces. No una risa genuina producto del muy desatinado sentido del humor (que como el resto del filme no tiene lógica alguna), sino una mezcla entre risa nerviosa y burla. Era incredulidad, ¿es real todo esto?, ¿no es un chiste? ¿En serio gastaron tantos millones en efectos especiales, vestuarios y actores para esto? ¿Cuántas familias podrían mejorar su vida con el dinero que aquí se desperdició? ¿Cuánto mejoraría la calidad de vida de la humanidad si se pusiera todo el esfuerzo que pusieron a “Dioses de Egipto” (“Gods of Egypt”) enfocado en un mejor fin?
La cinta trata sobre un montón de dizque Dioses del antiguo Egipto, cuyas cualidades consisten en ser como gigantes para los humanos y transformarse en extrañas creaturas mezcla entre animal humanoide, robot de videojuego chafa y Power Ranger. ¿Y qué tienen que contarnos estos señores?, se preguntará usted. Pues resulta que el rey-Dios de Egipto decide heredarle el trono a su hijo, el malcriado Horus (Nikolaj Coster-Waldau de “Game of Thrones”), pero en la ceremonia todo se va al carajo cuando su tío, Set (Gerard Butler) llega, mata a su papá, le saca los ojos, se apodera del trono y lo destierra al desierto. Ahora los egipcios son esclavizados para construir monumentos a Ra y viven miserablemente hasta que un héroe anónimo surge por alguna razón inconcebible.
Estos son los primeros minutos y la cinta ya muestra todas sus cartas. Vemos las desproporcionadas dimensiones de los Dioses junto a los humanos, tan sólo como un pequeño ejemplo de los malos efectos especiales, porque luego, cuando Set llega a pelear con Horus, entonces comienza el caos. Brillantes armaduras (de brillo, no de que estén bien hechas) les cubren sus cuerpos, a Horus le salen alas, y ambos se baten como lunáticos en una orgía de efectos por computadora que nos recuerda a algún videojuego de finales de los 90. También podemos ver la ambigüedad de sus poderes. Mientras que pueden transformarse en bestias metálicas poderosas, hace falta sólo un puñal para matar al rey; Horus podrá volar y batirse en un encarnizado duelo cuerpo a cuerpo, pero no se puede defender de la luz del sol reflejada en unos escudos.
No intente buscarle lógica ni a los poderes, ni a todo lo demás que pasa en esta película. Como, por ejemplo, que el héroe sea un ladrón sin chiste cuyo mayor mérito es que su interés romántico es una actriz de descarados escotes hechos para distraernos de sus cuestionables dotes de actuación en esta película. Pequeño paréntesis: tal vez no sería del todo justo criticar las malas actuaciones de esta cinta, es más bien culpa del guion y la dirección, no del elenco. En fin, que no trate de entender cómo es que este tipo que se llama Bek (Brenton Thwaites) logra estar a la altura (no literal) de los Dioses, al grado de superar un montón de trampas mortales para llegar a recuperar uno de los ojos de Horus. No intente buscar lógica en que, con todo y su ceguera, Horus sea incapaz de recuperar él mismo su perdida visión, mientras que este ladronzuelo de poca monta lo consigue como si nada.
Poco después, debemos seguir a Bek y a Horus en su misión: viajar a la nave espacial donde vive Ra, para que les dé un agua mágica y con ella puedan apagar un fuego que le da poderes a Set y así poder derrotarlo (¿?). Todo este recorrido lo hacen a pie, salvo un par de veces que Horus se transforma en el pájaro de aluminio, porque a veces puede hacerlo y otras veces dice que sin sus ojos no puede. Es por esta razón que casi toda la cinta es ver a Horus y otros Dioses poderosos caminando por desiertos, pantanos y demás lugares, demostrando que son más como gigantes que verdaderos seres divinos.
Y otra duda: ¿por qué caminan tanto para llegar a donde está Set? ¿Dónde se supone que están? ¿Cuál es la geografía de Egipto que tienen que hacer un recorrido tan largo a pie? ¿Ra es un desconsiderado que los tiró del otro lado del mundo desde su nave espacial para que tuvieran que caminar como castigo por ir a molestarlo? Y ya que hablamos de Ra, ¿por qué se la pasa flotando en el espacio en vez de bajar a ayudar? Pero todas estas dudas se quedarán sin respuesta, es mejor dejar de pensar tanto y tratar de no quedarse dormido. Esa es la verdadera lucha en esta película que una vez bien entrada en su trama parece no tener final.
Pero porque los verdaderos Dioses egipcios son generosos, esta cinta sí se acaba en algún momento. Y como ellos son muy buenos, también han puesto esta crítica frente a sus ojos como advertencia para una película que no le pongo la calificación más baja nada más porque me hizo reír un par de veces. Ya dije, humor involuntario, de lo mala que es, no porque sea graciosa de verdad. Pero si usted todavía está indeciso, si le importa muy poco mi opinión y piensa: “vamos, esta película no puede ser tan mala… hay efectos especiales, acción, creaturas fantásticas, debe al menos ser entretenimiento palomero”, yo no lo voy a juzgar. Usted es libre de pensar lo que quiera, pero me veo obligado a decirle, si cree que se puede pasar un buen rato viendo esta película, que no venga después a quejarse conmigo. Si se atreve a entrar a la sala, no diga que no se lo advertí.
El dato
> Director: Alex Proyas
> Elenco: Nikolaj Coster-Waldau, Brenton Thwaites, Chadwick Boseman, Gerard Butler, Elodie Yung y Courtney Eaton.
> Género: Acción / Aventura
> Clasificación: B
> Duración: 127 minutos