‘El bautizo de Dominga’, una niña en cuerpo de mujer

Vida
/ 21 octubre 2017

40 años tiene el personaje Dominga, aunque su edad mental es de 10

La actriz Sandra Yadira Berlanga interpretó de nueva cuenta a Dominga, “La niñota", una mujer con epilepsia y mente de 10 años de edad, que más que otra cosa en la vida desea ser bautizada, aunque tan feliz acontecimiento ha sido pospuesto por diversas razones durante más de 40 años.

El Rincón del Teatro fue la sede de esta historia tragicómica. En un momento puedes estar retorciéndote de la risa por las ocurrencias de esta “pequeña grandota” y al siguiente sufrir con ella sus penas, los abusos y burlas por parte de las personas a su alrededor, para luego, con una simple y ocurrente frase, volver a sonreír.

El trabajo que la actriz realiza en este papel es uno muy complejo y lleno de matices. La obra comienza con una escena sin diálogo acompañada tan solo por música en la que se muestra la personalidad juguetona de la mujer y sus principales rasgos: su mente infantil y sus ataques.

La primera parte de la puesta en escena se desarrolla dándole mayor protagonismo al aspecto cómico de la misma y, aunque se menciona a través de comentarios aislados, no es sino hasta el final que se especifica la edad real del personaje, por lo cual el público desconoce este detalle y, de manera similar a como ha sucedido con otros actores en el pasado, uno cree que está viendo a un adulto interpretar a un niño.

Y resulta muy carismática la infante, ataviada con un vestido blanco, cuando sus primeras palabras ante la audiencia son para presentar a su camaleón de peluche, que en un acto circense realiza la hazaña de saltar un aro de “fuego” y estrellarse espectacularmente contra el suelo al salir por el otro extremo. Un juego de niños.

Es el día de su bautizo y ella se encuentra a la espera de que llegue el nuevo párroco al pueblo, uno que no pondrá excusas para aplicar el sacramento y por fin podrá tener, como los demás, un nombre.

Fue su madre en el lecho de muerte quien la condenó a tan larga espera, pues fue su decisión el que la niña cumpliera tres años para poder tener su propio nombre y entonces ser bautizada. Pero alguna situación siempre lo impedía, desde la muerte de su padre hasta una mala lectura de cartas, y a lo largo de décadas, el cuerpo de la niña creció, su mente se quedó estancada en la infancia y la mujer permaneció sin nombre.

En tan especial día llegó gente de todo el pueblo y uno por uno propusieron un nombre para “La niñota”, como suelen llamarle, sólo para ser rechazados con comentarios ácidos por quien eventualmente será llamada Dominga.

El monólogo incluye también otro personaje principal, la madre Camila, víctima de las bromas de Dominga y victimaria a la vez contra la niña, autora de miles de coscorrones en castigo y de muchos de los retrasos de los bautizos no consumados.

Sin embargo, lo que más puede llegar uno a recordar es la forma en cómo la actriz hace pedazos la cuarta pared e involucra al público en la historia, a tal grado que la fisicalidad del momento puede incluso llegar a ser grosero. Justo como lo haría un niño malcriado.

Y aunque es cierto que la historia se balancea entre los momentos de humor y el drama que este personaje sufre, la conclusión se concentra en este último aspecto, en la solemnidad del sacramento y en la religiosidad de la mujer, quien por fin recibe la bendición de ser llamada Dominga.

El Rincón del Teatro abrió de nueva cuenta sus puertas al monólogo que ha sido presentado en decenas de teatros en toda la república, y cuya presentación fue la última de este año.

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