Este es un Niño Dios al que sus dueños —la familia Ramos—, le atribuye innumerables milagros. Desde hacer que una mujer vuelva a caminar luego de un estado parapléjico, hasta la sanación de un bebé en el vientre de su madre. La historia que sigue lo explica.
En apariencia es como la mayoría: tez aperlada, ojos cafés y pequeños, boca diminuta. Una nariz afilada que separa dos cejas desdibujadas. La posición de sus brazos es la tradicional: apuntando hacia arriba y tiene las piernas ligeramente separadas. La mayor diferencia es también la más evidente: mide no más de 50 centímetros y pesa casi tres kilogramos.
Aunque no hay alguna prueba que lo sustente, la familia calcula que pueda ser un objeto religioso con más de 200 años de antigüedad.
Para los Ramos, este “Niño” es la representación del mismo Dios. En él depositan su fe, y la han visto dar frutos en varias ocasiones. Como la vez que a Nemesia Olivares Jiménez, esposa de uno de los hermanos Ramos, perdió la habilidad de caminar. Los médicos le dijeron que nunca más volvería a ponerse en dos pies.
Fue el 28 de diciembre del 2017. Cinco miembros de la familia sufrieron un accidente automovilístico en la carretera a Monterrey. Nemesia fue la más afectada, se dañó la columna y se le quebraron dos vértebras. Ingresó al quirófano en estado de emergencia. Salió de hospital en silla de ruedas.
Él me dio la fuerza para levantarme. Ahorita ya camino, ando con bastón”.
Nemesia Olivares.
Luego de pasar más de un mes en cama, a Nemesia le llevaron al Niño Dios hasta su casa. Narra que sintió gran emoción al verlo, y que ella sola pudo sentarse en la cama para sostener al Niño. “Él me dio la fuerza para levantarme. Ahorita ya camino, ando con bastón”, platica Nemesia.
A NEMESIA LE SANÓ A UNA HIJA
Además de este milagro, como ella lo llama, dice que en otra ocasión el Niño Dios también sanó a su hija Dulce de la enfermedad conocida como “púrpura”. Padecimiento en el que las personas tienen muy pocas plaquetas en la sangre, lo que complica detener cualquier tipo de sangrado.
Para los Ramos, esto solo es cosa de tener fe. Así lo afirma Francisco Cázares, mejor conocido como el tío “Quico”, quien apadrina al Niño Dios desde hace más de 60 años.
VESTIRLO CADA AÑO
La encargada de confeccionar la vestimenta del Niño Dios es María Concepción Cázares.
Dependiendo del diseño, puede tardar hasta una semana en estar listo. En cuanto a su calzado, los zapatos se los compran como de un recién nacido, del número 12.
Lo han caracterizado de pordiosero; danzante; el buen pastor; el niño de las palomas; de papa; o del santo niño de Atocha. Cada año, solo el tío Quico y María Concepción deciden cuál será la vestimenta y lo mantiene como factor sorpresa hasta el día de la levantada.
De hecho, ese día los Ramos convierten la fiesta en un evento en verdad sobresaliente. Reparten cientos de tamales, más de 200 bolos, se hace un rezo y dan ofrendas al Niño Dios. Hay quienes le llevan medallas de oro o plata y se las cuelgan en el pecho. Otros se las colocan en el ropón.
EL LEJANO ORIGEN
Nadie sabe exactamente el origen de este Niño Dios. La familia no sabe quién fue su primer dueño o cómo llegó a ellos. Pero a los Ramos parece no importarles. Su fe y los resultados que esta les ha dado, les basta para considerar al Niño Dios como parte de la familia.
Su devoción no es cosa de una vez al año. Pues cuando no es temporada navideña, el Niño Dios descansa en una vitrina instalada especialmente para él en la sala de la casa de Rosy Ramos. Ahí, familia, amigos y conocidos acuden a rezarle.
Emmanuel: el mejor regalo de Cecilia y Pablo
Este año, para el festejo del 1 de febrero, Cecilia Guadalupe Nava Luna y su esposo Pedro Carrillo Ramos llevarán danzantes para el Niño Dios. Será una manera de mostrar gratitud por la petición concedida, sanar a su hijo durante el embarazo.
Cuando Cecilia se realizó su primera ecografía de embarazo, el ginecólogo le dijo que en la cabeza del bebé había un líquido irregular. A las 14 semanas le confirmaron que el bebé corría riesgos de nacer con alguna enfermedad cardiaca, malformación o síndrome. En las imágenes se veía una “bolsita de agua” adherida a la nuca.
Varios especialistas coincidieron en el diagnóstico, irremediable. Pero ante el desánimo, la pareja se dedicó a pedirle al Niño Dios por la salud de su bebé. Semanas después, la pareja fue a Monterrey para hacer un estudio que revelaría la enfermedad con el que nacería el bebé.
Los resultados del estudio tardaron un mes. “La doctora nos dijo que descartáramos cualquier enfermedad que nos habían dicho. Que él no iba a tener ningún problema, que venía sano. Él ya tenía normal su cabecita”, platica Cecilia. Hoy Emmanuel goza de salud y tiene cuatro meses de nacido.