El fósil que cambió todo

Vida
/ 17 octubre 2017

El antropólogo australiano Alan Thorne lanza la idea más retadora que se haya expresado hasta ahora sobre la evolución humana: no hubo especies diferentes de humanos, todos eran Homo sapiens

Por: OMNIA

Los restos fósiles de la llamada ‘Dama de Mungo’ llegaron a manos del antropólogo Alan Thorne en 1968 cuando él tenía 28 años de edad.

Los investigadores  de campo que encontraron los huesos, en un terreno sin dueño del sureste australiano, sospecharon que se trataba de una osamenta con decenas de miles de años, que merecía ser estudiada más de cerca. 

Mientras colocaba los fragmentos fósiles sobre una mesa, Thorne trataba de imaginar a aquella mujer realizando sus actividades cotidianas a orillas del Lago Mungo, en Nueva Gales del Sur (Australia).

Si la dama del Lago Mungo era tan añeja como sospechaban los investigadores de campo, ella sería el fósil humano más antiguo encontrado en Australia.

Thorne estudiaba aquellos huesos sin tener ni la menor idea de que muchos años después, lo encontrado en esos fragmentos fósiles conmocionaría al mundo de la antropología.

Recordemos un detalle

En 1968 la mayoría de los antropólogos consideraba que ya tenían bien establecida la evolución humana. Su conclusión era la siguiente: los primeros humanoides, de cejas pronunciadas y cráneos gruesos, habían descendido de simios caminantes, que eventualmente evolucionaron a seres humanos más avanzados y de osamenta más delicada, como la de nuestra especie los Homo sapiens o Humanos Modernos.

 Pero hasta 1968 en Australia los antropólogos sólo habían encontrado seres de cejas pronunciadas y cráneos gruesos.

Eso convirtió a la Dama de Mungo en un problema. Los análisis de laboratorio de sus restos sugirieron que sus fósiles tendrían entre 25 mil  y 30 mil años, pero los huesos de su cráneo eran muy delicados, del tipo de los Homo sapiens (la Dama de Mungo no era de cráneo grueso).

Entonces Thorne empezó a sospechar que aquellos restos fósiles podían estarle contando una historia diferente a la que él había leído en los libros de texto. ¿Acaso era posible que la gente de huesos delicados hubiera llegado a Australia antes que los individuos de cejas pronunciadas y cráneos gruesos? Eso derrumbaría todo lo que se había establecido sobre la evolución humana.

Fue un pensamiento muy audaz, aparte de que generaba una enorme pregunta: si la Dama de Mungo era un sapiens ¿cómo y de donde había llegado a Australia?

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Una sola migración

Hasta 1968, la mayoría de los investigadores aceptaba la teoría conocida como ‘Fuera de África’, la cual sostiene que numerosas especies de homínidos —empezando con el Homo erectus— emigraron de África hace dos millones de años y evolucionaron en varias especies, una de las cuales emigró a Europa y Asia hace entre 100 y 120 mil años. Esa nueva especie desplazó a todos los homínidos anteriores y provocó su extinción.

Pero Thorne plantea un panorama diferente al de la teoría ‘Fuera de África’, él lo llama ‘continuidad regional’. Según esta hipótesis, las especies que los antropólogos insisten en denominar Homo erectus eran en realidad individuos Homo sapiens que emigraron de África una sola vez hace casi dos millones de años y se dispersaron a través de Europa y Asia.

Como él lo ve, no hubo emigraciones posteriores ni reemplazamiento de unas especies por otras.

Para decirlo en pocas palabras, solamente una especie de humanos emigró de África; salió de allí una sola vez, se dispersó por el mundo y todos esos humanos pertenecieron a la misma especie que nosotros, los Homo sapiens.

Lo cual lo cambia todo.

¿Fue una sola especie? ¿Por qué tiene esto tanta importancia? 

Porque si Thorne y sus colegas están en lo cierto, casi todo lo que sabemos acerca de la evolución humana está equivocado.

De acuerdo a Thorne, el árbol de la familia humana no está dividido en especies tales como Homo erectus, Homo antecesor, Homo heidelbergensis  ni Homo neandertalensis. Esa diferenciación no tiene sentido porque “todos fueron Homo sapiens”, asegura Thorne.
Ciertamente, acepta Thorne, vistos desde afuera todos estos homínidos parecen diferentes uno del otro, pero lo mismo pasa con los humanos de la actualidad: un coreano, un nigeriano y un danés se parecen muy poco entre sí.

Nuestros ancestros también mostraron gran variedad en su físico, pero eran similares en la única cosa que es importante: pertenecían a la misma especie, lo cual significa que podían tener relaciones sexuales unos con otros y producir descendencia fértil.

El otro hallazgo

Seis años después de que Thorne estudiara a la Dama de Mungo, él y tres de sus colegas desenterraron otro esqueleto de huesos delgados a menos de 500 metros de distancia del lugar donde se encontró a la Dama de Mungo. 

El cráneo, la forma de la pelvis y la longitud de aquellos huesos indicaban que se trataba de un varón —el ‘Hombre de Mungo’ le llamaron—, lo cual los llenó de regocijo.

Basados en las pruebas de radiocarbono y en los análisis de estratigrafía, fecharon los huesos del Hombre de Mungo en 30 mil años de antigüedad.

Y dado que se trataba de los restos humanos más antiguos encontrados en el Hemisferio Sur, los hallazgos fueron considerados tan importantes que el gobierno australiano declaró al cráter del Lago Mungo ‘Parque Nacional’, para asegurar la protección de aquel lugar.

La presencia de estos dos esqueletos en un sitio donde se supone que no deberían estar, sugirió que el poblamiento del Pacífico había sido un proceso más rico y complejo de lo que cualquiera hubiera imaginado.

Los antropólogos habían asumido desde hace mucho tiempo que los primeros Homo sapiens en llegar a Australia fueron nativos de Indonesia que salieron a pescar —en una época relativamente reciente—, y cuyas embarcaciones fueron arrastradas fuera de curso, digamos por una tormenta, terminando en un nuevo continente.

Pero la antigüedad de los fósiles del Lago Mungo, cambia todo eso.

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Un escenario diferente

Thorne empezó a preguntarse si el primer viaje desde Indonesia hasta Australia había sido en realidad un accidente. ¿Acaso no sería una aventura llevada a cabo por personas inteligentes, seguras de sí mismas e interesadas en hacer el viaje?

La Dama y el Hombre de Mungo muestran esqueletos muy parecidos a los de los chinos de la misma época. Por lo tanto, ¿habría esa gente emigrado en embarcaciones desde la antigua China?

Para imaginar tales cosas, Thorne tuvo que abandonar la noción de que nuestros ancestros eran personas torpes, como supone la mayoría de los antropólogos.

Por el contrario, Thorne, comenzó a considerar a la Dama y al Hombre de Mungo como individuos pertenecientes a una cultura capaz de llevar a cabo proyectos importantes.
Thorne plantea dos tribus diferentes colonizando las cercanías del Lago Mungo, una procedente de la cercana Java y la otra con raíces en China.

Y una vez que los dos grupos acamparon cerca del lago no resulta difícil imaginar que con el tiempo llegaran a encontrarse y a cruzarse.

Todos eran sapiens

El problema es que según el pensamiento tradicional, la llegada a Australia de miembros de una nueva especie humana no podía tener ningún éxito reproductivo si trataban de mezclarse con los miembros de la especie que ya vivía en ese territorio, puesto que se trataba de especies totalmente diferentes.

Pero Thorne considera que eso es una tontería. Los científicos europeos han dominado la antropología durante 150 años, pero tienen un problema muy grande: explicar la presencia y la extinción de los neandertales  en ese continente.

La escuela europea  dice que los sapiens o Humanos Modernos  simplemente reemplazaron a los neandertales ¡sin que llegaran a cruzarse!  Pero Thorne considera que la cruza sí se llevó a cabo con éxito, por una razón muy simple: todos ellos eran Homo sapiens. (BBCMundo)

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