‘El Libro de la Selva’: ¿Reciclaje necesario?
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Aunque visualmente sobresaliente, esta cinta no deja de sentirse como una historia ya conocida, un homenaje que nadie pidió
Calificación: 7 de diez
Antes de hacer un “remake” hay que preguntarse: ¿para qué? Y la respuesta debe ser muy bien pensada, algo más que decir “porque a la gente le gusta la nostalgia, porque los que vieron la original van a pagar un boleto”. ¿De verdad necesitamos otra historia de Mowgli? Los altos mandos de Disney entienden por “necesidad” algo muy diferente, quizá. Está de moda hacerlo, pueden hacerlo y van a hacerlo. En estos tiempos no queda más que resignarse y tratar de disfrutar la película y ver si acaso hay algo interesante en volver a relatos clásicos, pero con un tomo más realista, mejores efectos y actores en pantalla. Esta nueva versión de “El Libro de la Selva” sí tiene detalles que llaman nuestra atención, pero nunca me pude quitar esa pregunta de la cabeza, que me perseguía como el temible tigre Shere Khan para devórame: ¿para qué?
La trama ya la conoce: la pantera Bageera se encuentra a un bebé humano en la selva y se lo da a unos lobos para que lo críen. Cuando Mowgli crece, llega la amenaza de un tigre que guarda mucho resentimiento a los humanos, por lo que la familia adoptiva del pequeño decide mandarlo a la aldea humana, para que viva con los suyos y esté seguro. En el camino se encuentra con muchos animales y una que otra canción. Esta cinta, sin embargo, no es del todo un musical como la versión animada de 1967. Pretende ser mucho más seria, realista y a veces hasta cruda, sin embargo, tampoco deja de lado el humor y sí mete un par de las famosas canciones ya conocidas. Lo que sucede es en esencia lo mismo, pero todo se siente más peligroso y hasta cierto punto menos amigable de como recordábamos la jungla.
Supongo que es un gran acierto cambiar de tonalidad, pero no creo que la película haga un muy buen trabajo en cuidar ese balance. Es decir, si bien quiere ser un producto diferente, no deja de hacer guiños al pasado en ningún momento. Esto crea una especie de inconsistencia en el tono, pues nunca entendemos por qué a veces los animales cantan y otras veces no. Y hablando de inconsistencias, en su afán por ser más realista, hay algunos animales que no hablan, sólo hacen los ruidos propios de su especie. ¿Por qué algunos hablan perfecto español (o inglés, según como la vea) y otros no? ¿No fueron a la escuela de formación de Disney o qué? Si la versión animada era mucho más infantil, al menos era totalmente infantil, mientras que esta nueva cinta nunca sabe bien qué quiere ser.
Entre los aciertos está la gran diferencia obvia, en lo que sí no se parece nada a la otra versión. Esto es la mezcla de detallados efectos por computadora para recrear este mundo y los animales, con un pequeño niño en calzones rojos como el único humano de carne y hueso en el entorno. Claro, en el doblaje de los animales que sí alcanzaron a graduarse de la Universidad de Disney para Bestias Parlantes, hay algunos actores conocidos, variando su versión original de la de México: Bill Murray aquí es Héctor Bonilla, Ben Kingsley aquí es Enrique Rocha, Idris Elba aquí es Víctor Trujillo, por mencionar algunos. Juzgue usted como guste estas voces, eso no importa tanto aquí, la gran hazaña es del niño, el actor Neel Sethi en su primera película, quien hace un gran trabajo al interactuar con cosas y creaturas que no existieron hasta después de que él grabó sus escenas. Hay que darle su mérito por eso.
En cuanto a esas creaturas con voz de famosos, están hechas con lo último en tecnología y eso se nota. Lo mismo el entorno, el cual fue grabado en un estudio y no en una locación selvática, aunque el impresionante trabajo visual haga pensar lo contrario. Aunque todo es animado, está hecho con un gran cuidado y mucho detalle, así los lobos, changos y demás fauna se ve sumamente real, como si de verdad viéramos a estos seres hablar y de no ser por sus desproporcionadas dimensiones hasta creeríamos que son animales entrenados. Pero aquí no es como en esas otras películas donde sólo se anima la boca para simular el efecto parlante, el trabajo es mucho más complejo, atmosférico y sin duda lo mejor de toda la cinta.
Pero vuelvo a la pregunta: ¿para qué? ¿Acaso esta película se hizo sólo con el pretexto de mostrar grandes efectos especiales, las nuevas y fantásticas cosas que se pueden hacer con la tecnología? Si es así, ¿entonces por qué no hicieron lo mismo pero con una historia nueva? ¿Por qué volver a hacer a Baloo y compañía? ¿De qué me sirve ver a una pantera o a un oso parlante muy bien animados? Esta misma tecnología pudo aplicarse en otro lado y nos hubiera impresionado igual. El asunto aquí es que querían contar de nuevo “El Libro de la Selva”, pero me parece que no es suficiente decir que la tecnología es un buen pretexto para recontar lo que ya conocemos, no sólo con varias cintas de Disney, sino otras tantas adaptaciones de la obra literaria de Rudyard Kipling.
Bien se podría decir que toda esta atmósfera le otorga un nuevo sentir a la misma trama. Es cierto, pero no deja de ser la misma historia, sólo que más adulta, por llamarle de alguna manera. Esto no es necesariamente malo, el nivel de realismo sí le otorga un aspecto distintivo que nos absorbe en un peligro mayor, que no se parece nada a la feliz selva que antes nos presentó la casa del ratón. Esto bastará para pasar un buen rato en el cine, pero si bien esta cinta es mejor que el “remake” promedio, no deja de ser una repetición que en realidad nadie pidió.
El dato
> Director: Jon Favreau
> Elenco: Héctor Bonilla, Enrique Rocha, Víctor Trujillo, Regina Orozco, Susana Zabaleta.
> Género: Aventura
> Clasificación: A
> Duración: 106 minutos