Equipo con transexuales lucha por integrarse a liga femenil de voleibol en Colombia
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Son cinco jóvenes que han decidido dar a sus cuerpos más rasgos femeninos mediante tratamientos con hormonas y cirugías, mientras sueñan con ser aceptadas y convertirse en figuras del deporte
"Quienes nos ven jugar dicen que parecemos normales y es porque somos muy femeninas, no parecemos hombres", declaró María Paula, cuyo nombre de bautismo es Pedro Andrés Bojacá Lara. Actualmente, es la capitana del equipo colombiano Celta Femenino de Voleibol, que ha incluido a transexuales, y que con el apoyo de la Alcaldía de Madrid, municipio a 21 kilómetros de Bogotá, lidera una campaña por la inclusión social a través del deporte.
Son cinco jóvenes que han decidido dar a sus cuerpos más rasgos femeninos mediante tratamientos con hormonas y cirugías, mientras sueñan con ser figuras del voleibol y jugar con la selección colombiana.
"Muchos piensan que por ser trans no nos quedan más caminos que prostituirnos o ser estilistas. Nosotras queremos demostrar que el deporte permite crecer y ser ejemplo. Yo quiero ganar una medalla de oro y enfrentar un día a las brasileñas", dijo a EFE la receptora María Fernanda, quien ya no es más Félix Florián.
Las 'chicas trans', como se definen, han ganado el apoyo de las nueve mujeres de la plantilla del Celta para emprender una lucha cuyo fin es ser aceptadas en las competiciones del departamento de Cundinamarca, cuya capital es Bogotá. "Estamos buscando caminos legales para poder jugar torneos oficiales. Hemos pasado cartas petitorias a la Liga de Voleibol de Cundinamarca pero nunca nos han respondido", dijo María Paula.
En 2004 el mexicano Rubén Acosta, presidente de la Federación Internacional de Voleibol (1984-2008), anunció que no serían aceptados los cambios de sexo en los campeonatos organizados por sus federaciones asociadas.
Sin embargo, años después desaparecieron las pruebas de determinación de sexo por cromosomas y antes de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 el Comité Olímpico Internacional (COI) recomendó a sus federaciones admitir a deportistas transexuales sin exigirles, como hasta entonces, que se extirparan los órganos que definen su sexualidad.
La condición para los hombres que quieren competir con mujeres fue mostrar un nivel de testosterona inferior a 10 nanogramos por mililitro de sangre. En las mujeres los niveles normales van de 3 a 9,5 nanogramos por mililitro de sangre y en los hombres de 30 a 120 nanogramos.
No obstante, entrenadores, especialistas, e incluso a jugadoras, consideran que los transexuales siempre les llevarán una ventaja física por su mayor estructura ósea y muscular. "Es verdad que algunos equipos se niegan a enfrentarnos con el argumento de que nuestra forma física es superior a la de las chicas, pero los equipos con nivel técnico más alto aceptan porque saben que las exigimos más", dijo a la central Catalina, quien nació como Darío Castro.
La capitana del Celta aseguró que el consumo de estrógenos disminuye gradualmente la fuerza física de quienes nacieron varones: "Las hormonas nos debilitan pues el crecimiento de las glándulas mamarias genera dolor. Eso limita la rotación del brazo y la fuerza al golpear el balón, o a la hora de bloquear."
Y mientras la señal de luz verde de la Liga de Cundinamarca llega para el Celta, sus 'chicas trans' se inspiran en casos similares exitosos.
"La brasileña Tiffany de Abreu derribó una gran barrera en el voleibol pues, tras cambiar de sexo, logró que la admitieran para jugar entre mujeres en la Liga de Italia. Así se convirtió en el primer transexual allí", recordó la bloqueadora Sara Valentina, quien nació como Andrés Montero.
Tiffany comenzó en la liga brasileña con su nombre de pila: Rodrigo Pereira de Abreu, pero en Europa, ya operada, debutó en febrero pasado en el Golem Palmi de la Segunda División femenina de Italia. El de la rematadora brasileña de 1,94 metros no fue el primer caso de un transexual que logró cambiar de categoría en el deporte.
En 1976, la tenista Renée Richards, habitual en los torneos masculinos como Richard Raskin, se sometió a una operación de cambio de sexo y, con la ayuda de un tribunal de Nueva York pudo disputar el Abierto de Estados Unidos de 1977. Dos años después alcanzó su mejor resultado, las semifinales en dobles mixtos.
"El ejemplo y la disciplina de las chicas trans nos motiva para ser mejores. Al compartir con ellas sabemos lo difícil que ha sido su camino y las apoyamos en todo", dijo la libero Nikol Valencia.
Si no ha sido fácil, algunos puntos de ventaja han sacado en su desafío, como el de no utilizar más los baños masculinos. "Siempre nos cambiamos con las chicas en los de mujeres", aseguró la armadora María Alejandra, quien antes era Alejandro Riscanevo.
"Esto es como un partido muy reñido que apenas comienza, y lo saben. Hay unión y por su seriedad ya se han ganado el respeto de un pueblo. Pero falta camino", dijo a Kenia Vega, directora del programa de atención al Adulto Mayor, Discapacitados y Comunidad LGBTI de la Alcadía de Madrid.