Estremece Claudia Marcucetti al lector con “Heridas de agua”
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“Heridas de agua” se trata de una historia de amor y desamor, traiciones y lealtades, en donde situaciones de diversa índole se repiten cíclicamente.
A un lustro de su primera edición, en otoño de 2012, la novela histórica “Heridas de agua”, de la escritora Claudia Marcucetti Pascoli (La Spezia, Italia) continúa estremeciendo las fibras más sensibles de sus lectores en idioma español.
Se trata de una historia de amor y desamor, traiciones y lealtades, en donde situaciones de diversa índole se repiten cíclicamente. Inicia cuando Hernán Cortés conquistó a la mítica Tenochtitlan y fundó la que con el tiempo llegó a ser la radiante Ciudad de los Palacios.
Así mandó a construir el molino de Santo Domingo, uno de los primeros en el Continente Americano. Levantado sobre las ruinas de un antiguo templo prehispánico, ese molino se convirtió en el testigo de los secretos, los sueños y las ilusiones de quienes lo habitaron.
En el siglo XIX, Gioconda Cattaneo, joven italiana con espíritu independiente, rebelde e inquieto, se casó con un conde mexicano y tras la boda, juntos viajaron hasta la Ciudad de México a la que ella imagina exótica, llena de colorido y vida, con paisajes fantásticos.
Cuando conoció el molino de Santo Domingo, Gioconda sintió que ha encontrado el sitio de sus sueños, por lo que decidió vivir en él, sitio en el que ella murió en circunstancias poco claras, mismas que despertaron dudas. ¿Se trató de un suicidio, o fue un asesinato?
Desde entonces, relata la autora italiana Claudia Marcucetti Pascoli en “Heridas de agua”, el fantasma de Gioconda Cattaneo se apropió del lugar con más fuerza de lo que lo hizo en vida, mientras intenta aclararse a sí misma cómo terminaron sus días en ese molino.
Al mismo tiempo, del lado de los vivos, el lector halla personajes que se entrelazan con la historia de Gioconda, como su esposo José Crescencio, un noble venido a menos, quien se convirtió en un yugo que ella debía quitarse de encima para cumplir con lo que anhela.
También está José Yves Limantour, ministro del gobierno del general Porfirio Díaz, con quien sostiene una relación en la que tienen la misma relevancia la pasión y la conveniencia. Pero no son todos los protagonistas de la historia. Hay otro, que es clave.
Se trata de Fortunato Immana, un entrañable migrante italiano a quien Gioconda Cattaneo conoce azarosamente, hombre de clase trabajadora que participa en los movimientos obreros y huelgas que sacudieron al país en aquella época de grandes cambios sociales.
Claudia Marcucetti se mudó a México cuando era adolescente para estudiar arquitectura, profesión que ejerció durante 10 años, hasta que decidió dedicarse de tiempo completo a las letras. Así lo hizo para dar rienda suelta a su imaginación y desahogar sus tormentos.