Guerra de Trump con los medios trae a la memoria colectiva a Chávez
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Trump ha calificado a los medios de "corruptos" y "asquerosos", en campaña los responsabilizó de su caída en las encuestas y vetó a algunos en sus mítines.
"Fake news!". La acusación de inventar noticias y mentir se ha convertido en el grito de guerra de Donald Trump en una batalla contra medios de comunicación y periodistas que recuerda a las que libraron presidentes populistas en el continente americano, sobre todo Hugo Chávez en Venezuela.
"Estoy embarcado en una guerra con los medios", dijo Trump en el cuartel general de la CIA en su segundo día como presidente de Estados Unidos. Acusa a la prensa de "deshonesta", se refiere a ella como "la oposición", ataca desde Twitter a diarios y televisiones críticos y arremete contra periodistas por su nombre.
"Rendirán cuentas", amenazó su portavoz, Sean Spicer, tras acusar a los informadores de manipular las cifras de asistencia a la toma de posesión de Trump, porque pese a lo que mostraban las imágenes, sostenía que nunca tanta gente había estado en una inauguración.
A ese momento se remite Juan Carlos Hidalgo, analista del Instituto CATO. "En el discurso de inauguración, Trump estableció una línea de comunicación directa con su gente, atacando a los políticos que lo rodeaban y pasando por encima el hecho de que Estados Unidos es una democracia representativa, con instituciones que trascienden al presidente", dice a dpa.
"Es una característica fundamental de los líderes populistas, para quienes las instituciones son dispensables y lo que importa es fomentar el lazo directo con su pueblo", añade.
El líder populista, que según los teóricos críticos de esa tendencia ondea banderas hacia el corazón en vez de hacia el cerebro del elector, halla en los medios un obstáculo para sus cometidos. Las pasadas décadas están salpicadas de ejemplos en el sur del continente americano, donde Chávez -que los consideraba instrumentos del imperialismo- fue el que más se enfrentó a ellos, alejando voces con maniobras judiciales y financieras.
"El manejo mediático es algo que es intrínseco a todo líder político contemporáneo, pero se acentúa en el caso de los liderazgos populistas. Se confía mucho en que el contacto con los medios, los gestos hacia la cámara y la presencia mediática constante brindan un clima de comunicación constante con un 'pueblo' que asiste menos a mítines y aprecia más la política a partir de esta mediación", dice a dpa el analista peruano José Alejandro Godoy.
Recientemente, "The Washington Post" aseguró tajante: "Trump es el primer presidente latinoamericano de Estados Unidos". Acompañó el análisis con una foto del nuevo presidente vestido como el ex dictador chileno Augusto Pinochet y una leyenda en español: "El caudillo yanqui". "Puede querer frenar el flujo de migrantes y mercancías desde el sur de la frontera, pero ha importado un estilo político arraigado en la política latinoamericana: la del demagogo nacionalista", aseguró el autor del artículo, Ishaan Tharoor.
Trump se presentó al electorado como un 'outsider' que venía a luchar contra una clase política corrupta y desentendida de los intereses del pueblo, dice Hidalgo. "Así se presentó Chávez en Venezuela".
Trump ha calificado a los medios de "corruptos" y "asquerosos", en campaña los responsabilizó de su caída en las encuestas y vetó a algunos en sus mítines. Al periodista mexicano Jorge Ramos, estrella máxima de Univisión, directamente lo echó ante una pregunta crítica en una rueda de prensa en Iowa al poco de lanzar su candidatura a la Casa Blanca.
"No puedo evitarlo. Cada vez que escucho hablar a Donald Trump me viene a la cabeza Hugo Chávez", dijo Ramos en alguna ocasión. En el año 2000, el periodista también sufrió el enojo de Chávez cuando lo estaba entrevistando. "Quise aclarar algo y su única respuesta fue: 'Estas repitiendo basura", ha contado.
Más allá de Chávez, otro presidente que ha mantenido una relación tensa con los medios es el ecuatoriano Rafael Correa. "La prensa que hay en Latinoamérica es la peor del mundo", sentenció alguna vez. Persiguió judicialmente a periodistas del diario "La Hora" y amenazó a otros. Los periodistas, dice, hacen en realidad política.
Fue distinta la manera del peruano Alberto Fujimori -este de derechas- de lidiar con los medios: él los compró literalmente. Videos grabados por su asesor de Inteligencia, Vladimiro Montesinos, mostraron cómo los dueños desfilaron por una salita para recibir dólares en efectivo a cambio de hacer apología del Gobierno en sus medios, atacar u ocultar a la oposición y llenar las pantallas de programas de contenidos alejados de la realidad social y el debate político.
Fujimori, además, montó su propio estilo de medios impresos: los diarios "chicha" o "basura", financiados en forma secreta por las Fuerzas Armadas. Los medios de oposición quedaron limitados a dos diarios, un semanario y un canal de televisión por cable.
Otro ejemplo es Argentina. "Ante artículos sobre inconducta y corrupción, el presidente (Carlos) Menem y sus asesores no han respondido prometiendo investigar las acusaciones, sino con una catarata de juicios", se quejó en su momento el periodista argentino Horacio Verbitsky sobre el entonces presidente de su país (1989-1999), de derechas y con discurso neoliberal pese a haber llegado del peronismo.
En el mismo país, Néstor y Cristina Kirchner (2003-2015) tuvieron con la prensa relaciones peores, con el Gobierno de izquierdas en una esquina y medios como "Clarín" y "La Nación" en la otra. La llamada Ley K (por Kirchner), para limitar la propiedad mediática, fue para unos un ataque abierto a la libertad de prensa y expresión y para otros una defensa de la democracia y el equilibrio en la información.
Trump no ha puesto en marcha iniciativas legales. Pero el académico Germán Alarco, profesor de la Universidad del Pacífico, en Lima, advierte: "Que el oleaje se convierta en tsunami dependerá del humor con que se levante la versión hollywoodiense de Chávez”.