Humphrey Bogart, el eterno galán de Hollywood

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/ 14 enero 2017

Gracias al melodrama antinazi "Casablanca", Bogart e Igrid Bergman (1915-1982) hicieron historia en la piel de Rick e Ilsa.

El productor estadounidense Stephen Bogart ha vivido ya 11 años más que su famoso padre. Y es que el único hijo de Humphrey Bogart tenía apenas ocho años cuando el legendario galán de Hollywood falleció el 14 de enero de 1957. Tenía 57 años y sufría un cáncer de esófago.

"No tengo muchos recuerdos de él, 60 años es mucho tiempo", cuenta Stephen en conversación telefónica con dpa. "Pero hay un momento que me vuelve a la mente una y otra vez, y es cuando estaba con él navegando", rememora. "No creo que fuera el tipo de hombre que se manejara bien con bebés pequeños. Y no pude vivir cómo habría sido con un niño mayor", apunta sobre su padre, que encontró finalmente al amor de su vida en cuartas nupcias.

Corría el año 1944, durante el rodaje de "Tener y no tener", cuando la estrella de "Casablanca" conoció a la recién descubierta Lauren Bacall, que tenía 19 años. "¿Alguien tiene fuego?", preguntaba ésta en la primera escena que ambos compartían. Y Bogart se enamoró como nunca. Tres semanas después, la besó por primera vez en los vestuarios, y un año más tarde se casaban. En 1949 nació Stephen y a los tres años, Leslie Howard.

Tras adaptar la novela homónima de Ernest Hemingway, la pareja rodó otras tres películas: los clásicos del cine negro "El sueño eterno" (o "Al borde del abismo"), "La senda tenebrosa" y el clásico de John Huston "Cayo Largo" ("Huracán de pasiones"). Bacall sobrevivió a "Bogie" 57 años y falleció en agosto de 2014, a los 89. "Tenía su propia vida, también sin mi padre", afirma su hijo. "Ganó algunos Tony y un Oscar honorífico y escribió bestsellers".

Stephen Bogart acabó dedicándose a la producción de cine y televisión, publicó un libro sobre su padre y se ocupa de que el culto a la estrella de Hollywood se mantenga vivo. "Mi padre fue un actor excepcional, filmó películas excepcionales que estarán siempre vigentes", asevera orgulloso.

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En el cénit de su carrera, Bogart encarnaba al ideal de galán masculino en Hollywood por antonomasia, y eso pese a su escasa estatura, sus estrechos hombros y su rala cabellera. Su anguloso rostro, con esa característica cicatriz en el labio superior, hizo que en un principio se encasillara en papeles de villano. Hasta que en 1941, "El último refugio" ("Altas sierras") marcó el punto de inflexión.

Un año más tarde, y gracias al melodrama antinazi "Casablanca", Bogart e Igrid Bergman (1915-1982) hicieron historia en la piel de Rick e Ilsa. Algunas de las frases de Bogart resultan inolvidables, como cuando al preguntarle por su nacionalidad responde "soy borracho" o la famosísima y romántica "siempre nos quedará París". "Casablanca" fue todo un éxito de taquilla y cosechó tres Oscar, entre ellos el de mejor película. Bogart, en cambio, tuvo que esperar hasta 1952 para recibir el único hombrecillo dorado de su carrera, por su papel en "La reina de África" (o "La reina africana").

Este año, Stephen Bogart se propone celebrar por todo lo alto el 75 aniversario de "Casablanca". Según contó a dpa, las hijas de Bergman, Isabella Rossellini y Pia Lindström, están invitadas al tradicional festival de Bogart que se celebra a mediados de octubre en Cayo Largo, Florida. El evento tiene lugar desde 2013 y acuden a él fans del artista procedentes de todo el mundo.

Entre las señas distintivas del legendario actor figuraban su gabardina y sombrero, el cigarrillo colgando de la comisura de los labios y una bebida en la mano. Un mito que a día de hoy sigue generando dinero. "Junto a los estudios Warner Bros. este año lanzamos una máquina tragamonedas de 'Casablanca' para casinos", cuenta a dpa el administrador de su herencia, Robbert de Klerk. En el catálogo de recuerdos de "Bogie" figuran también botellas de ginebra con foto y firma, una gabardina británica y una pluma estilográfica francesa como la que Bogart usó en una ocasión.

Con todo, el propio Bogart no era una de esas estrellas que amaban estar en el punto de mira, afirma su hijo. "Le gustaba su trabajo, estar delante de la cámara, pero era más bien una de esas personas que va por libre. Le encantaba jugar al ajedrez, salir a navegar con un par de amigos o jugar al golf", añade. "Le importaban los buenos guiones y se alejaba de las malas películas".

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