La desaparición forzada proliferó en silencio en Iguala

Nacional
/ 2 octubre 2015

Parientes de más de 500 desaparecidos se organizan para buscarlos en Iguala

Iguala, Gro. Aunque la parroquia de San Gerardo, en Iguala, tiene una nave grande y un auditorio al aire libre, los cientos de familiares que se congregan una o dos veces por semana para informar e informarse sobre la búsqueda de más de 500 personas reportadas como desaparecidas en el municipio prefieren reunirse en el sótano.

Con sus pequeñas ventanas y su techo bajo, el sótano ofrece cierta sensación de resguardo. En la organización Hasta Encontrarte, que nació ahí mismo hace un año, ya no se habla en murmullos, como al principio. Pero prevalece el sigilo. La mayoría de sus integrantes, que buscan a uno o a varios familiares, han recibido amenazas de muerte. En esta misma ciudad o en sus comunidades, saben que conviven con los integrantes de los grupos delincuenciales –civiles o policías– que se llevaron a sus seres queridos. De modo que sienten San Gerardo como un puerto seguro. Por lo menos aquí no han pasado ametrallándonos, dice el párroco Óscar Mauricio Prudenciano, pretendiendo ser tranquilizador.

Aunque asegura que las amenazas eran antes; ya no, varias de las víctimas refieren casos recientes de amagos. A una madre que acudió a registrar el caso de su hija en la lista de personas ausentes que lleva la unidad de búsqueda de personas desaparecidas de la PGR, un ex mando policiaco le advirtió: Retira la demanda o te van a quebrar.

Mario Vergara, quien funge como vocero de la organización, refiere que al principio, cuando las denuncias y las búsquedas no eran colectivas sino aisladas, algunos de los familiares que dieron la cara también desaparecieron o fueron asesinados. Eso hizo que la desaparición forzada proliferara en silencio. Pero cuando ocurrió lo de los 43 muchachos de Ayotzinapa y el mundo volteó a ver Iguala se rompió ese silencio. Y no volveremos a callar.

La controversia de las fotografías

En las últimas semanas, el sacerdote Prudenciano se ha visto en medio de una controversia. Periodistas del programa Punto de Partida, de Televisa, obtuvieron una filtración de la PGR –aparentemente la Seido– que consta en una serie de 60 fotografías tomadas de uno o dos celulares del presunto sicario de Iguala Marco Antonio Ríos. Son imágenes atroces de personas capturadas, tomadas antes, durante y después de ser ejecutadas y enterradas en fosas clandestinas. La serie fue entregada al párroco con la idea de que la compartiera con los integrantes de Hasta Encontrarte, para ver si algunos identificaban a las víctimas que buscan.

No tengo certeza de dónde proceden las fotos que me entregaron los periodistas. Fui a un mural que tenemos en la parroquia con imágenes de las personas que buscamos. Las estuve analizando y no, no había ninguno de ellos ahí.

Por recomendación del obispo de Chilapa-Chilpancingo, Salvador Rangel, optó por devolver las fotos a la PGR, para que quien quisiera consultarlas acudiera a las autoridades.

“Creo que no soy el indicado para andar mostrando fotografías que me lleguen, diciendo a la familia: ‘mira, a ver revisa, checa a ver si es tu familiar’. Tengo que cuidar de no herirlos más de lo que están.”

–¿Pero no se suponía que esas fotos venían precisamente de la PGR y que se las había ocultado a las familias?

–Pues sí, pero tuve que entregárselas. Ellos se las están enseñando con el debido procedimiento.

Ayuda y justicia de cartón

Los martes de cada semana hay reunión en San Gerardo. La primera fue el 8 de noviembre del año pasado. El grupo no pasaba de 15 personas que hablaban en murmullos, que contaban por primera vez la desaparición de su familiar. A la siguiente reunión acudieron 50. Pronto fueron más de 300.

Fue entonces cuando decidimos salir a los cerros a buscar fosas por nuestra cuenta, porque las autoridades no querían ayudar, cuenta Xitlali Miranda, sicóloga y voluntaria de la organización.

Miguel Ángel Jiménez, líder de la Unión de Pueblos y Organizaciones de Guerrero (Upoeg), influyó mucho en esa decisión. Fue él quien se puso al frente de los padres de los 43 de Ayotzinapa y empezó a explorar los alrededores.

“Se quedaba a dormir aquí, en el curato, con nosotros –recuerda el padre Prudenciano–, lo quisimos mucho y él fue nuestra inspiración. Su asesinato (7 de agosto, en Xaltianguis, municipio de Acapulco) no provocó una desbandada del grupo. Estamos curados de espantos.”

Puede que Prudenciano sí esté curado de espanto. Antes de hacerse cargo de San Gerardo fue párroco en Apaxtla, municipio de Teloloapan, punto estratégico de la Sierra Sur para la producción de amapola y mariguana. Cuando fui a tomar posesión de la parroquia no me acompañó el obispo, sino que llegué escoltado por la Policía Federal. Fue trasladado hace dos años a Iguala por el alto riesgo que corría ahí.

Siempre presente en las asambleas está Xitlali Miranda. Explica que mientras exista la complicidad entre gobernantes y narcotraficantes, la organización y la búsqueda de desaparecidos serán labores de alto riesgo: Aquí, desde que abres la boca te pones en peligro.

Según el último recuento, entre enero y septiembre de este año se registraron 36 nuevos casos de desaparición forzada. Este mismo martes llegaron a la parroquia tres nuevas familias para reportar sus casos.

Frente a la avalancha de denuncias, a Xitlali la deja perpleja lo que llama la inexplicable indiferencia de las autoridades, de cualquiera de los tres niveles.

Mientras ella habla, una delegación de la Comisión Ejecutiva para Atención a Víctimas (CEAV) llega a la parroquia e instala sus mamparas de cartón, con el logo del organismo bien visible.

Miranda hace un recuento. Al municipio le pedimos apoyo de vehículos, gasolina, herramienta para las expediciones de búsqueda. Nos donó cinco palas. A la CEAV le pedimos proyectos para ayudar al sostén de las familias. Son 350. Otorgaron cinco proyectos: 15 pollos para una familia, para otra una pareja de borregos, para otra una de conejos, un carro para vender hot dogs y otro para tacos. Con los atentos saludos de Sedesol.

Ante el reto de buscar a sus seres queridos, sólo para saber de su paradero y darles sepultura, ya ni siquiera para encontrar y juzgar a los culpables, los integrantes de Hasta Encontrarte están totalmente solos y vulnerables, opina.

“Es cierto –reconoce el párroco–; aunque ya se fue Abarca y tenemos la presencia de la Gendarmería y la Policía Federal, siguen desapareciendo muchas personas.”

–¿Y cómo se lo explica?

–No le encuentro una explicación lógica. Evidentemente ese blindaje que nos iba a dar la presencia de fuerzas federales está fallando.

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